***

171 12 0
                                    

-          Mire que le traigo –cantó Ágata alegre, a la vez que entraba por la puerta

-          Espera... -pidió el doctor, hundido en una montaña de papeles.

-          ¡Las primeras flores de la primavera! -exclamó mientras le acercaba el ramo a la altura de la nariz.

-          Son realmente preciosas, Ágata, pero ahora estoy muy ocupado. -insistió, apartándolas con la mano sin siquiera dirigirle la mirada.

-          Vamos, no sea así. Por fin el frío abandonará esta lúgubre ciudad. Ya me imagino las calles cubiertas de flores, invadidas por un delicioso aroma primaveral. He pensado que tal vez un poco de color le anime, doctor. ¿Dónde hay un vaso? Oh, esto me servirá. Mire, ¿no queda mucho más alegre esta habitación? Claro que sí.

-          Ágata...

-          Seguro que a Alicia también le gustan -aseguró con gentileza-. Le ayudará a superar sus miedos. Yo creo que las flores son-

-          Ágata, en serio. -cortó el doctor, ajustándose las gafas- Aprecio tu interés y tu ayuda, sabes que lo hago,  pero no es el mejor momento para hablar.

La chica se cruzó de brazos, extrañada, notando por primera vez en toda la conversación el tono de desesperación que brotaba de su ronca voz.

-          ¿Qué ocurre? -inquirió preocupada.

-          Hace diez minutos. Alicia acaba de sufrir un paro cardíaco

-          ¡Oh, no! –espetó, tapándose la boca con las manos- ¿Está bien?

-          Ahora sí. El pulso vuelve a ser el mismo. -susprió, el sudor cayéndole por la frente- Pero por poco se nos va. Su cuerpo ya estaba empezando a enfriarse.

-          Oh, Dios mío -mustió aterrorizada, sentándose sobre la silla para no sufrir un vahído-. Debió de ser horrible.

-          Casi no nos damos cuenta, la falta de sueño supongo. -lamenta el doctor, haciendo referencia al resto de sus compañeros- Menos mal que pudimos reanimarla de nuevo a base de primeros auxilios...

-          Para ella seguro que ha sido una pequeña pausa, un diminuto sobresalto helado.

-          No lo sé, pero empiezo a plantearme el modo de desconectarla. -especuló con inquietud- No fue buena idea, no debí haberla dejado. Por algo el proyecto Wonderlost estaba obsoleto. Creé falsas esperanzas sobre ella al comentarle que tal vez podría recuperar la cordura, y ahora puede perderlo todo.

-          Alicia fue quien tomó la decisión. Ella quería librarse de sus pesadillas. Y lo está logrando, seguro que sí. -la emoción brotaba de sus palabras como el agua de un manantial- El proyecto funciona, tendrá sus fallos, pero eso no implica que no desempeñe su función. Esto es algo grande, cambiará la vida de muchas personas, doctor. Esto... cambiara la historia de la ciencia.

-          No estoy tan seguro. Creo que lo mejor será abandonar el proyecto. En cuanto recuperemos a Alicia, si es que podemos, apagaré este trasto y me olvidaré de él para siempre. No merece la pena poner tantas vidas en juego. No es moral.

-          Pero, ¿y si funciona? Alicia no le dejará apagarlo. Después de todo, es el proyecto de su padre. Se podía decir que Wonderlost es el proyecto de Alicia ¡No puede ocultar este maravilloso hallazgo al mundo, doctor!

Derek se quedó inmóvil, seguramente perdido en alguna zona de sus enrevesados pensamientos.

-          Supongo que ya habrá tiempo para decidirlo más tarde -entonces dirigió la mirada al cuerpo inmóvil de Alicia-. Pero ahora debemos centrarnos en traerla de vuelta.

-          Volverá, seguro. -prometió la joven ágata con un poderoso brillo en sus pupilas- Y cuando lo haga, la cordura reinará sobre su mente, y todo Wonderland habrá desaparecido para siempre.

-          ¿Desparecido? -repitió el doctor- ¿Crees que sucederá eso?

La chica se encogió de hombros.

-          Creo que es lo que se debería hacer. Después de todo, la causa de todos sus males, ¿no?

WONDERLOST: El Proyecto de Alicia #OreosAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora