<<Conozco drogas con menos capacidad de adicción que tus brazos de tres letras; ven >>
IRENE X
Sabo aparcó el coche en el garaje que quedaba frente al pequeño jardín delantero de la casa. Bajó la compra, apretó el botón de las llaves que llevaba en la mano y se dirigió hacia la entrada de la vivienda al tiempo que la puerta de la cochera comenzaba a cerrarse.
Dejó las llaves y las bolsas sobre la mesa redonda de la cocina y consultó el reloj que había colgado en la pared. Las agujas marcaban las 08:45, por lo que dedujo que Luffy ya estaría en la universidad y que Ace seguiría durmiendo.
Dejó caer los hombros y un suspiro de fatiga rozó sus labios. Se sentía agotado, pero si había algo que estaba acabando con él, era la preocupación que le infundía el estado de Ace. Casi no lo reconocía, y es que había abandonado su carácter hiperactivo, alegre y obstinado por una actitud pasiva, sedentaria y afligida.
El rubio se vio obligado a hacer esos pensamientos a un lado de su mente y a recordar las palabras de ánimo que le había ofrecido Koala en su último encuentro.
<< De no ser por ella, estaría perdido... >> pensó, y una sonrisa involuntaria se dibujó en sus labios.
Se frotó las manos para entrar en calor, encendió la calefacción y colocó toda la compra en el lugar que le correspondía, volviendo a idear una estrategia para conseguir que Ace saliese de la cama.
No pudo evitar recordar la cara de imbécil con la que el pecoso se había presentado en casa el día anterior después de su paseo, y es que incluso Sabo se hubiera atrevido a decir que parecía "animado". Luffy también había sospechado, y había intercambiado miradas de complicidad con el rubio antes de que ambos lo acribillaran a preguntas, cosa que el pelinegro se había negado a responder.
Sabo decidió dejar pasar el tema por alto, colocó el desayuno de Ace en una bandeja y volvió a cruzar la cocina para abrir el armario donde guardaban los fármacos y las recetas médicas. Se puso nervioso cuando no encontró los medicamentos de Ace en primera fila, y a pesar de que intentó calmarse, su ansiedad no hizo más que ir en aumento cuando sus ojos buscaron sin éxito las cajas de las píldoras.
Cerró el armario de un golpe y apretó con fuerza la pequeña asa de metal, su mirada fija en el mármol blanco de la encimera. Frunció los labios, maldijo para sus adentros y comenzó a correr hacia el piso de arriba con el corazón a mil.
Hacía un par de días que el pecoso le había suplicado que aumentase la dosificación de su medicamento para acabar con las fuertes punzadas de dolor que le comprimían el pecho, y aunque Sabo no tenía intención de prolongar su sufrimiento, estaba decidido a no pasar por alto los síntomas que supondría una sobredosis: convulsiones, delirios, depresión, náuseas, muerte...
Gritó varias veces el nombre de su hermano para advertirle de que se detuviera en caso de que estuviera a punto de hacer alguna locura, avanzó por el pasillo tan rápido como se lo permitieron sus pies y su respiración se agitó estrepitosamente cuando escuchó un ruido seco proveniente del interior de la habitación.
No perdió tiempo en comprobar si la puerta estaba cerrada, sino que cargó fuertemente el hombro contra la madera, echándola abajo en el acto. Sabo apretó la mandíbula cuando cayó de bruces sobre la puerta, pero no se detuvo a analizar los daños. Se incorporó de un salto y buscó con los ojos al pecoso.
-- ¡Ace! -- exclamó cuando lo vio sentado sobre la moqueta del piso.
El aludido tardó en reaccionar. Estaba demasiado impactado como para poder procesar lo que acababa de ocurrir. Se quedó boquiabierto, observando ojiplático al rubio, que se incorporaba torpemente sobre la puerta que acababa de cargarse.
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𝐄𝐥 𝐡𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐨 𝐝𝐞 𝐦𝐢 𝐦𝐞𝐣𝐨𝐫 𝐚𝐦𝐢𝐠𝐨 [Ace x Lectora]
RastgeleEl destino de Portgas D Ace no era otro que el de convertirse en el mejor alero de la NBA, aquello era algo que el muchacho sabía muy bien. Sus habilidades, carisma y atractivo lo habían convertido en uno de los estudiantes más influyentes y deseado...