CAPÍTULO 23

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Lo prometido es deuda: aquí tenéis los dos capítulos de vuestra historia favorita. Gracias por vuestra espera y por todos los ánimos que me habéis estado dando hasta ahora. Nos vemos pronto y ¡feliz Navidad!

~ La Pulga.


<< Y quiero llorar, quiero enamorarme... >>

TOM ODELL


Ace se cubrió la cabeza con las sábanas cuando escuchó que alguien golpeaba la puerta de su cuarto, se encogió sobre el colchón y se secó los ojos con el dorso de las manos.

-- Ace, ¿puedo pasar? -- la voz de Sabo transmitía preocupación.

-- No -- respondió Ace cuando consiguió que su respiración se acompasara.

Sabo dejó escapar un profundo suspiro de resignación, puso los ojos en blanco y abrió la puerta para entrar al dormitorio de su hermano. Se alegró de ver que el pecoso no había vuelto a la rutina ermitaña durante la que se pasaba todo el día a oscuras; el cuarto estaba impecable, la colección de películas de Marvel bien colocada en una de las estanterías que ocupaban las paredes y el portátil abierto en una página web en la que podía comprobarse los resultados del último partido de la NBA. De fondo sonaba una melodía que Sabo no tardó en reconocer: Can't help falling in love, de Elvis Presley. 

-- ¿Por qué coño me pides permiso si al final vas a hacer lo que te salga de los huevos? -- gruñó Ace desde debajo de las sábanas, molesto por la intrusión de Sabo.

El rubio clavó sus ojos en el enorme bulto que se escondía bajo las mantas y compuso una sonrisa nostálgica, atravesó la sala de dos zancadas y se sentó sobre el colchón teniendo cuidado de no aplastar la cánula nasal que conectaba con la botella de oxígeno que había bajo la cama. 

-- ¿Te has tomado las pastillas? -- preguntó al tiempo que clocaba una mano sobre el hombro de su hermano.

-- Sí.

-- ¿Has cenado?

-- Sí.

-- ¿Por qué estás así?

-- ¿Por qué no me dejas en paz y te vas a hacer algo productivo con tu vida? -- le espetó el pecoso al tiempo que se quitaba las sábanas de encima para lanzarle al rubio una mirada fulminante.

Sabo no se molestó en fingir que no había reparado en los ojos hinchados de Ace.

-- ¿Has estado llorando? -- y su voz volvió a sonar un tanto preocupada.

-- Yo no lloro.

-- Perdona, se me había olvidado que eras Dios -- respondió el rubio al tiempo que ponía los ojos en blanco, molesto.

Ace se incorporó sobre el colchón y se separó un poco de su hermano, se rodeó las piernas con los brazos y apoyó la frente sobre las rodillas. La música dejó de sonar y se hizo el silencio entre ellos. 

-- ¿Puedes ponerla otra vez? -- murmuró el pecoso, y se encogió un poco más.

Sabo compuso una expresión taciturna, se levantó del colchón para dirigirse al viejo equipo de música de Ace y colocó la aguja en el extremo del disco de vinilo, que comenzó a girar para reproducir aquella canción de nuevo.

-- ¿Estás bien? -- preguntó Sabo cuando volvió a sentarse junto a Ace --. Me dijiste que tuviste una pelea con Marco.

-- No fue una discusión -- respondió el pelinegro --. Solo dejamos claras algunas cosas..., pero ya está.

𝐄𝐥 𝐡𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐨 𝐝𝐞 𝐦𝐢 𝐦𝐞𝐣𝐨𝐫 𝐚𝐦𝐢𝐠𝐨 [Ace x Lectora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora