CAPÍTULO 14

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<< Quiero besarte, hacerte sentir bien..., pero estoy demasiado cansado para compartir mis noches. >>

TOM ODELL



Ace no había tardado en perder la sonrisa cuando Marco apuró de un trago el cuarto cubata. Él mismo le había insistido al rubio para que se animara a beber algo, e incluso se había ofrecido voluntario para llenarle el vaso sin importarle las excusas de su amigo. No obstante, acababa de darse cuenta de los estragos que el alcohol podía hacer en las mejores personas. Y se odiaba por ello.

Le asqueaba el hecho de saber que hasta hacía dos años, él mismo se había encontrado en el estado irreflexivo en que veía a Marco. Solían emborracharse juntos en busca de una diversión que eran incapaces de recordar al día siguiente. Bebían, bailaban, reían, follaban con chicas y tres horas después estaban vomitando en algún callejón con la cabeza llena de lagunas de la noche anterior.

Ace sabía perfectamente la cantidad de chicas con las que había mantenido relaciones sexuales a lo largo de su paso por la universidad, pero le resultaba irónico que no recordara ninguno de sus rostros, ni siquiera sabía si había mantenido una conversación interesante con alguna de ellas. Había llegado a estar tan ebrio que incluso no sabría decir cómo fue su primer beso.

Miró a Marco y decidió que el Ace de hacía dos años le daba asco, pero no se sentió capaz de pretender ser mejor persona cuando cayó en la cuenta de que acababa de animar a su mejor amigo a emborracharse y a unirse a las gilipolleces que hacían el resto de universitarios.

Apretó los puños y frunció el ceño cuando se percató de que Marco comenzaba a seguirle el juego a una rubia que se le había estado insinuando casi toda la noche. 

<< Mierda... >> chasqueó la lengua, molesto.

Se puso en pie trabajosamente, apartó a la extraña con un leve empujón y arrastró a Marco hasta la cocina, la cual estaba un poco más tranquila que el salón. Observó cómo su amigo se tambaleaba hasta que consiguió apoyarse en el marco de la puerta. El rubio se llenó otro cubata y retomó la conversación sin sentido a la que se había aferrado desde que estaba ido.

Ace asentía con la cabeza y una sonrisa forzada mientras fingía escucharle, recordando las palabras de Law. Quizás el ojeroso tuviera razón y la quimioterapia no fuera una pérdida de tiempo, pero debía reconocer que le horrorizaba la idea de que el tratamiento no surtiera efecto. Le asustaba pensar que acabaría consumiéndose en la camilla del hospital tras haber destrozado las vidas de sus seres más queridos. 

Porque Ace sabía que el cáncer no solo lo sufren los pacientes, sino también los familiares de los mismo. Y no quería dejar cicatriz en los suyos.

Decidió apartar esos pensamientos de su mente y se decantó por intentar pasar un buen rato con Marco, quien parecía molesto debido a la ausencia del pecoso. El pelinegro se disculpó con una sonrisa y tomó asiento en una silla cuando empezó a sentirse agotado, maldiciendo al tumor que ocupaba sus pulmones. 

-- Marco, deberías descansar un poco -- rió tras percatarse de las incoherencias que decía el rubio, una sonrisa nostálgica desfilando por su rostro.

Marco soltó una carcajada e hizo ademán de volver a beber, pero giró la cabeza para mirar al pasillo. Ace se inclinó hacia delante y estiró el cuello en un intento de averiguar qué había captado la atención de su amigo, pero acabó por componer una sonrisa de ternura cuando reconoció a ____.

𝐄𝐥 𝐡𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐨 𝐝𝐞 𝐦𝐢 𝐦𝐞𝐣𝐨𝐫 𝐚𝐦𝐢𝐠𝐨 [Ace x Lectora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora