CAPÍTULO 15

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<< Éramos dos navíos mal iluminados en la noche que pasaban al lado sin verse el uno al otro >>

PATRICK ROTHFUSS


Ya había pasado una semana desde la fiesta sorpresa de Ace y diciembre se había dejado caer como los primeros copos de nieve, inesperadamente. 

Todos estaban deseosos de que llegaran las vacaciones que se auguraban a mitad de mes, y la mayoría ya había planificado aquellas semanas para pasar unos días inolvidables junto a sus respectivas familias.

Ace solo rezaba porque aquellas no fueran las últimas.

Le gustaba la nieve y ver a sus hermanos escondidos tras enormes trincheras de hielo como si aquello se tratara de la Segunda Guerra Mundial. Adoraba la Navidad porque era la única escusa que tenían para estar todos juntos: Sabo dejaba de trabajar, Ace ya no tenía que pasar tantas analíticas y Luffy se olvidaba de la universidad.

Sin embargo, Ace temía que aquellas vacaciones fueran diferentes.

Aquel día Luffy estaba observando la nieve amontonarse en la repisa de la ventana a través del cristal, enrollado en una gruesa manta de lana que Nami le había regalado por su cumpleaños. Era sábado por la tarde y estaba solo en casa, por eso había aprovechado para vaciar la nevera y poner la música a toda pastilla. 

Dibujó una carita sonriente en el cristal de la ventana y frunció los labios.

-- Solo una noche... -- lloriqueó él.

-- Te he dicho que no. El examen de historia es el lunes y aun me quedan tres temas.

Luffy dejó escapar un bufido al tiempo que rodaba los ojos. Giró la cabeza para consultar la hora en el reloj de pared que había sobre la televisión y se puso pálido de pensar en la bronca que le caería cuando Sabo leyera la factura del teléfono. 

-- Nami, llevamos cinco horas hablando y Sabo me va a castrar.

-- Pues cuelga.

-- ¡No hasta que no digas que sí! -- insistió el pelinegro.

-- Ya te lo he dicho, Luffy, tengo que estudiar.

-- No hace falta que vengas temprano. Puedes pasarte a las ocho, pedimos unas pizzas, vemos una peli y...

-- ¿Por qué no molestas a ____, o Zoro y me dejas estudiar? -- inquirió ella.

Luffy meditó la respuesta unos minutos.

-- Están de exámenes.

-- Voy a colgar, Luffy.

-- ¡¡No, espera!! ¡Nami! ¡Dormiré en el suelo y no me vestiré de la niña del exorcista! ¡Lo juro! -- se apresuró a decir, desesperado.

Hubo un silencio al otro lado de la línea y Luffy se levantó del sofá de un salto. Si Nami no aceptaba su invitación, la sacaría a rastras de su casa. Y es que Luffy odiaba dos cosas: que la palabra carne figurase en la lista de la compra y pasar solo un fin de semana.

-- Bien -- respondió la pelirroja tras un largo silencio --. Pero nada de Marvel ni Transformes.

-- ¡Hecho! -- sonrió Luffy, triunfante.

El muchacho dio un respingo cuando escuchó la puerta principal de casa y se apresuró a despedirse de la pelirroja. Colgó el teléfono y escondió la manta de Nami detrás del sofá.

𝐄𝐥 𝐡𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐨 𝐝𝐞 𝐦𝐢 𝐦𝐞𝐣𝐨𝐫 𝐚𝐦𝐢𝐠𝐨 [Ace x Lectora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora