CAPÍTULO 18

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<< Amor: sentimiento de intensa atracción emocional y sexual hacia una persona con la que se desea compartir una vida en común >>

RAE


No supo decir cuánto tiempo había pasado desde que había cruzado el umbral de la habitación y la puerta se había cerrado tras ella, pero sus piernas se habían vuelto flanes y el corazón le palpitaba con fuerza, amenazando con salírsele del pecho.

____ se quedó plantada allí un buen rato, respirando con dificultad por miedo a que el imperceptible sonido que producían sus pulmones al hincharse pudiera agitar el sueño del pecoso, sin embargo, se recompuso cuando los constantes y regulares pitidos del cardiógrafo la sacaron de su ensimismamiento.

Ace descansaba plácidamente sobre la camilla, arropado por las sábanas blancas del hospital y bañado por los cálidos y últimos rayos del sol que se filtraban por la persiana de la única ventana que había al fondo de la sala. ____ se mordió el labio inferior distraídamente al tiempo que se acercaba a la camilla, temerosa de perturbar el sueño del pecoso, acercó a la camilla una de las tres butacas que había en la habitación, se quitó el abrigo para colocarlo en el respaldo de la misma y tomó asiento al lado de Ace.

La muchacha sonrió inconscientemente; había estado una semana sufriendo por el estado de un tipo altanero que resultaba que estaba durmiendo tranquilamente y al cuidado de uno de los mejores oncólogos del hospital: Trafalgar D Water Law. La chica pensó que dormido no parecía el pintor de la mirada más nostálgica del mundo, ni tampoco el carpintero de la sonrisa que más secretos guardaba, ni el escultor de unas lágrimas que brillaban más que las estrellas; más bien un niño que soñaba con encestar los mejores triples de la NBA.

Porque ese siempre había sido el sueño de Portgas D Ace, ¿verdad?

Marco le había contado a ____ el objetivo que el pecoso aspiraba alcanzar, su deseo de ser el mejor alero de la NBA y pasar a convertirse en una leyenda del baloncesto, los exagerados entrenamientos a los que se había sometido durante años enteros junto al rubio, y finalmente, la frustración que lo había asediado cuando los médicos le diagnosticaron cáncer de pulmón y le habían prohibido seguir jugando.

____ entristeció la mirada y apretó los labios, contrariada. Podía sentir los sueños frustrados del pecoso haciéndose un nudo en su pecho, pero no era momento de apenarse; se obligó a sonreír, acercó la butaca a la camilla y colocó su mano sobre la del pelinegro.

-- Hola, grosero -- murmuró con un hilo de voz, sorprendida por la calidez que desprendía el cuerpo del muchacho --. Yo, bueno..., he visto en muchas películas que la gente suele hablarle a la gente que está en coma porque pueden escuchar a pesar de estar inconscientes..., aunque no sé si puedes escucharme ni si estás en coma.

____ compuso una sonrisa nerviosa y acarició la mano de Ace con el pulgar, dudando qué decir o incluso si sería mejor guardar silencio. ¿Qué se suponía que debía hacer en un momento como aquel?

-- Nos has tenido muy preocupados, ¿sabes? -- susurró finalmente, hablándole con dulzura --, Sabo, Luffy y Marco no han salido del hospital desde que te trajeron aquí; Nami y el resto vienen a verlos a veces, y siempre están pegados al teléfono por si hay nuevas noticias; y Law no ha descansado desde el domingo. Están esperando a que abras los ojos, Ace.

Hizo una pausa para meditar sus palabras, preguntándose si estaba diciendo tonterías o si el pecoso podría escucharla, sin embargo, independientemente de cuál fuera la respuesta a aquellas preguntas, ____ sentía que no debía dejar de hablarle, como si sus palabras fueran el mecanismo que mantuviera latente el corazón de Ace.

𝐄𝐥 𝐡𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐨 𝐝𝐞 𝐦𝐢 𝐦𝐞𝐣𝐨𝐫 𝐚𝐦𝐢𝐠𝐨 [Ace x Lectora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora