El destino de Portgas D Ace no era otro que el de convertirse en el mejor alero de la NBA, aquello era algo que el muchacho sabía muy bien. Sus habilidades, carisma y atractivo lo habían convertido en uno de los estudiantes más influyentes y deseado...
Con motivo de celebración por el deseado final de la etapa de exámenes, aquí os traigo el primer capítulo de la maratón "Operación: salvar a Ace", que os recuerdo, finalizará a principios de mayo.
Además, me complace informaros que, para los amantes del Luffy x Nami, también ha comenzado la maratón "Un bistec para Luffy", la cual se corresponde con la historia "Dulce tortura". La programación para compaginar ambas historias es la siguiente: 2 capítulos de "El hermano de mi mejor amigo" y 1 capítulo de "Dulce tortura".
En el caso de que por alguna razón (generalmente académica) no pudiera actualizar dos capítulos a la semana, descuidad: subiría 3 la semana consecutiva para no perder el ritmo.
Por el momento, disfrutad del capítulo y recordad que también tenéis actualizaciones semanales en Strange-Kiba ♥
~ Lover boy.
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Ace se ajustó el nudo de la corbata sobre la camisa blanca y observó con disconformidad el resultado en el espejo de cuerpo completo que había adosado a la puerta de su armario. Solo se había puesto corbata un par de veces en su vida y en ninguna de ellas se había sentido cómodo con esa soga rodeándole el cuello.
— No te queda nada mal— alegó Sabo, observándolo desde la cama.
Estaba sentado sobre el colchón con las piernas cruzadas, sujetándose los tobillos can ambas manos y una sonrisa radiante en el rostro que hacía honor al bordado de su pijama azul, el cual rezaba "i'm a damn angel".
Ace hizo un mohín, preguntándose en qué momento de su vida exactamente se le había pasado por la cabeza que sería buena idea pedirle consejo a su hermano. No es que Sabo no tuviese buen gusto para vestir, al contrario: Ace sabía que una de las razones por las que Koala seguía con él era que el rubio siempre sabía qué ponerse para cada ocasión. Sin embargo, el pecoso no estaba convencido de que aquella fuera la imagen que pretendía dar esa noche.
— No sé, Sabo. ¿No crees que es demasiado... formal?— inquirió Ace con una sonrisa nerviosa.
Sabo compuso una expresión sardónica, arqueando una de sus cejas.
— ¿Y adónde crees que vas?
— A un baile para críos...
— Vale, vale, reformulo: ¿y con quién crees que vas?
Ace frunció los labios y desvió los ojos hacia el techo, como si la respuesta estuviera escondida en alguna esquina de su habitación. Sabía de sobra que las intenciones del rubio era lograr que el pecoso sorprendiera a la muchacha a la que pensaba acompañar al baile, quien era ni más ni menos que la Señorita Impresiones, una joven con demasiado criterio.