CAPÍTULO 42

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<< Las cosas que descubrí en tiempos buenos y malos los escribí con sangre y tinta. >>

BRUCE SPRINGSTEEN

— Adelante, pasa— lo apremió Sabo mientras se apresuraba a preparar un café—

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— Adelante, pasa— lo apremió Sabo mientras se apresuraba a preparar un café—. Siéntate donde quieras. 

Law inspiró sonoramente por la nariz y se dejó caer en una de las sillas de la cocina antes de apoyar el codo en la mesa y pasarse una mano por la cara, exhausto.

— Gracias por venir.

El médico negó suavemente con la cabeza para restarle importancia al asunto y le ofreció una sonrisa en un vano intento de tranquilizarlo. Había notado al rubio bastante inquieto por teléfono, pero ahora que lo tenía enfrente era más que evidente que estaba hecho una maraña de nervios.

— ¿Cómo va?— se limitó a preguntar, a sabiendas de que Sabo necesitaba hablar del tema.

— Ha pegado un bajón en la última semana y el enantyum ya no le hace efecto— murmuró un tanto apurado, ofreciéndole una taza—. Está tan agotado que solo se levanta para ir al baño y poco más. También está empezando a toser.

Law frunció el ceño a la par que asentía débilmente con la cabeza, pensativo. La idea de que Ace volviera a empeorar a aquellas alturas del tratamiento no lo consolaba lo más mínimo. Había esperado que solo se tratase de un mecanismo de resistencia por parte de su cuerpo a la nueva dosis medicamentosa, pero estaba claro que la sintomatología que describía Sabo iba un poco más allá de sus expectativas.

— ¿Puedo verlo?— inquirió tras apurar la infusión de un trago.

El rubio asintió con la cabeza y condujo al cirujano a través del salón a grandes zancadas. Lo había llamado porque a pesar de que ya lo habían advertido de que aquella dosis de quimio era mucho más agresiva, estaba preocupado por el súbito estado de decadencia en el que se encontraba su hermano. 

Se sentía culpable por haberlo hecho venir en su tiempo libre, teniendo en cuenta que Law no solo era cirujano en el hospital, sino también profesor de medicina en la universidad y apenas tenía tiempo para descansar. Pero por otro lado, sabía que llevar a Ace al hospital solo agravaría su condición.

El pecoso estaba hecho un ovillo bajo las sábanas cuando Sabo abrió lentamente la puerta, procurando hacer el menor ruido posible. Entró en el cuarto en penumbras para encender la lamparita que había en el escritorio— no quería deslumbrarlo— y se acercó a la cama con un nerviosismo inusual en él.

— Ace, Law ha venido a verte— le susurró cariñosamente.

El pecoso asintió levemente con la cabeza a pesar de seguir con los ojos cerrados y trató de girarse para quedarse bocarriba sobre el colchón, sus músculos quejumbrosos protestando en el acto. 

𝐄𝐥 𝐡𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐨 𝐝𝐞 𝐦𝐢 𝐦𝐞𝐣𝐨𝐫 𝐚𝐦𝐢𝐠𝐨 [Ace x Lectora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora