CAPÍTULO 33

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<< Pero no es el hecho de que lo besases anoche; es el sentimiento de traición que parece que no puedo borrar. >>

DEAN LEWIS

El irritable e intermitente sonido del despertador la sacó de su ensoñación, obligándola a fruncir el ceño y a ampararse bajo las sábanas, luchando por volver a la utopía donde acababa de obtener su permiso de conducción y le restregaba su victori...

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El irritable e intermitente sonido del despertador la sacó de su ensoñación, obligándola a fruncir el ceño y a ampararse bajo las sábanas, luchando por volver a la utopía donde acababa de obtener su permiso de conducción y le restregaba su victoria a un pecoso altanero por toda la cara.

Sin embargo, pese a que sus esfuerzos por volver a ese sueño estaban dando frutos, el aplastante peso de un cuerpo sobre ella terminó de devolverla a la realidad, hundiéndole el rostro en la almohada. Y es que no esperaba que Portgas D Ace se tirara encima de ella para alcanzar el móvil que había dejado en la mesita de noche y apagar el despertador.

— Anda, no te había visto— mintió con una sonrisa perezosa dibujada en los labios.

El tono ronco de su voz delataba que él también acababa de despertarse, y la melena desordenada junto a sus ojos somnolientos le daban un aire desaliñado. ____ tomó una bocanada de aire cuando por fin pudo sacar la cabeza del relleno de la almohada, y se giró inmediatamente para devolverle el favor, preparada para hacer que se arrepintiera por haberla despertado.

No obstante, la muchacha no esperaba que un beso suyo bastase para desarmarla, aplacando sus ganas de mandarlo a la mierda. El tacto de sus labios sobre los de ella la embotaba, un efecto opiáceo que le nublaba el juicio.

— Buenos días— susurró él cuando se separó un poco de ella para mirarla a los ojos.

Ella le devolvió el gesto, todavía bajo la sensación embriagadora que derrochaba aquel hombre. Aún le costaba creer que hubiera sido capaz de mantener las manos quietas mientras compartía cama con él, y es que las expectativas que esperaba de su primera noche en la habitación del pecoso se alejaban mucho de lo que había acabado siendo la realidad.

— ¿Te apetece desayunar?

____ tardó unos instantes en asentir con la cabeza y Ace pronunció la curva de sus labios, ofreciéndole una sonrisa radiante. Pasó por encima de la chica para levantarse, esta vez sin aplastarla bajo su peso, se desperezó al tiempo que dejaba escapar un gruñido y se giró un tanto para lanzarle una mirada de complicidad.

— ¿Quieres que te sorprenda?— ronroneó con una sonrisa ladina.

Ella se encogió de hombros antes de devolverle el gesto y se incorporó un poco, el cuello de la camisa resbalándole por la piel del hombro izquierdo. Ace tuvo que hacer un acopio de fuerza de voluntad para evitar que las mejillas se le encendieran como dos estufas, y apartó la vista de la figura de la joven al tiempo que se pasaba una mano inquieta por el cuello, nervioso. Había olvidado lo mucho que le gustaba verla en su ropa.

— B-Bien... espera aquí entonces— consiguió balbucir.

____ dejó escapar una risita cuando relacionó su súbito nerviosismo con la forma en que la camiseta exhibía su piel. Ace, por su parte, torció el gesto y le plantó un beso en la frente antes de apagar la calefacción y salir del cuarto con Burbujas, dispuesto a hacer el desayuno.

𝐄𝐥 𝐡𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐨 𝐝𝐞 𝐦𝐢 𝐦𝐞𝐣𝐨𝐫 𝐚𝐦𝐢𝐠𝐨 [Ace x Lectora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora