Prólogo

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Las manos le sudaban, al igual que todo su cuerpo.  Estaba horrorizado.

—¡Charles! —. Habló uno de los cinco hombres,  con una cierta tonalidad ansiosa,  que se encontraban en la habitación blindada, llamando la atención del hombre. —¿Qué hacemos? No podemos dejar que esto escape de aquí.

Charles lo miro temeroso, lo sabia perfectamente. Evadió a Norman y  caminó hacia el ventanal  blindado de la habitacion sin apartar la mirada del repugnante ser que se encontraba del otro lado, el cual  intentaba ingresar a toda costa.

Giró sobre sus talones hacia sus compañeros de trabajo e intento dar una respuesta.

—No lo sé...—. musitó dejándose caer rendido en el frío piso.

Todo los presentes se miraron con preocupación y terror.

De pronto se escuchó como el cristal iba cediendo a aquel repugnante ser que no dejaba de golpear con sus manos el cristal. Todos se alarmaron.

—¡Debemos escapar! —exclamó  Iban desesperado  intentando contener las lágrimas —. Tengo una familia que proteger.

—Todos la tenemos mi querido colega —.dijo Daniels de la forma más tranquila tomando  de los hombros a su compañero —. Pero sabes que ya no podemos escapar.

Un fuerte golpe en la única puerta de la habitación  los hizo alertarse aún más.

—Este lugar no resistirá mucho —.habló  el último guardia de seguridad que quedaba vivo del laboratorio —. Pronto entrarán, ¡son demasiados!

Cada vez más y más golpes aturdian a los presentes, los cuales sólo esperaban su muerte.

Los gemidos y gruñidos  del otro lado de la habitación eran insoportables, habían más de una docena de infectados intentando entrar por un poco de carne fresca.

Charles se fijó  que el infectado del ventanal tenia hecho mole  sus  manos de tanto golpear, pero aún así,  no se detenía.  Miró detrás de este y se fijo que tres infectados más entraban  a ayudar. Un frío lo recorrió.

Sabían que la habían cagado,  y en grande al experimentar con aquel germen «Z», todo se había ido a la mierda desde que inyectaron a aquel paciente con ese virus. Esta sería una inminente muerte para todos.

El sonido seco de un disparo resonó en la habitación,  sacando a Charles de sus vagos pensamientos. Había sido Lucas, el guardia de seguridad quien se voló lo cesos de un disparo limpio en su cabeza.  Detrás del cuerpo muerto de Lucas se encontraba una gran mancha de sangre.

Todos se miraron con preocupación.   Daniels se levantó de su silla y tomó el arma entre sus manos. Revisó el cartucho y se fijó que sobran cinco balas.

—Debemos hacerlo —.dijo entre dientes Daniels llevando el arma a su cabeza, dejando salir una débil lágrima —. ¡No quiero convertirme en esas cosas! —.dijo lo último, y disparó.

Charles no supo que hacer o decir,  acababa de perder a su mejor amigo. No aguantó más y se dejó derrumbar.

Tanto la puerta como el ventanal cada vez cedian más. Se podía ver claramente como en los dos lugares las manos de los infectados ya ingresaron a la habitación.

Después todo pasó muy rápido,  las dos estructuras cedieron al mismo tiempo y entraron.

Charles rápidamente se levantó, tomó en sus manos el arma  y corrió a la parte más alejada de la habitación.  Miró  como cada uno de sus compañeros y amigos de toda la vida iban perdiendo su vida en un vano esfuerzo por escapar de las bestias.

Se escuchaba gritos desgarradores de Norman, el cual era deborado sin  compasión por aquellas bestias. Lentamente Charles llevó el arma a su cabeza apretando temblorosa mente  del gatillo, no le agradaba extinguir su vida pero sabía que debía hacerlo.

—Qué Dios los ampare si esto llega a escapar de aquí... —dijo dejando caer una lágrima por sus arrugados ojos —. Perdón a todos... Dios los bendiga —.soltó una amarga sonrisa y disparó.

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