CAP 5: Atrapado (I...)

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Mientras tanto en el edificio infestado de zombies, Logan intenta salvar su vida ascendiendo como un rayo  hacia la terraza.

—¡Carajo! —.maldijo por lo bajo al tropezar con una caja en mitad de las gradas. Golpeándose al caer.  Los zombies estaban cada vez más cerca del joven, los podía escuchar a la distancia claramente.

Levantó su pierna y luego la otra, dispuesto a levantarse.. Al intentarlo soltó una mueca de dolor involuntaria. Se había lastimado la pantorrilla. Aún así no se dio por vencido, suspiró hondo y volvió a intentar acelerar el paso, ya estaba cerca de su objetivo. Solo faltaba un piso. Los zombies que le seguían,  subían a toda prisa; sin detenerse; arrojaban su característico grito cada que lo tenían cerca.

Comenzó a subir más rápido, ignorando casi por completo su pequeño dolor. Al llegar al quinto piso, aceleró rápidamente hacia las siguientes gradas, las cuales daban a la  terraza. Su mochila le comenzó a pesar, sin contar con la M16 que unido con todo si que le pesaba, y mucho. Al atravesar por completo el piso, colocó la primera pierna en el segundo escalón, miró hacia atrás verificando que tan cerca estaban los infectados que le seguían.  Se tomó unos segundos para mirar. Aún estaban lejos, estaba a punto de comenzar a correr más lento hacia la terraza cuando un zombie salio de la oscuridad y embistió en su contra.

Rápidamente volvió,  cojeando, a subir escalón por escalón. Ahora aquel zombie estaba más cerca. Entre tanta oscuridad, una luz rectangular frente del joven se hizo presente, era la entrada a la terraza.

Al atravesar la entrada, cerró la puerta  fuertemente evitando que aquel zombie cruzara. Recargó   todo su cuerpo sobre la puerta. Se comenzó a escuchar fuertes golpes atrás de la puerta, intentaban entrar a toda costa.

Se retiró rápidamente de la puerta, miró hacia el piso encontrándose con una  cadena. Sin pensarlo, la tomó y comenzó a enroscarla en la manija de la puerta, para que  resista mas a los golpes. Al terminar de asegurar la puerta, finalmente se dejó caer,  exhausto.

Su respiración continuaba agitada,  la adrenalina la tenía al cien por cien y era casi seguro de que su corazón le saldría en cualquier momento del pecho.

Se encontraba sentado en el piso mirando hacia la puerta de metal, la cual recibía  fuertes golpes sin compasión alguna. El joven soltó una sonrisa triunfante. Pequeñas gotas de sudor bajaban lentamente  desde su frente, humedeciendo su cabello.

Solo se quedó ahí, mirando fijamente hacia la puerta,  sumido completamente en sus pensamientos.  Con cada segundo que pasaba, las imágenes de la muerte de John, el cómo era levantado por aquel horrible infectado, le atormentaba. No había podido hacer nada para ayudarlo...solo...solo,  el se quedó mirándolo morir. «¿Porque no lo ayudé?». Vanamente intentaba aclarar su duda,  necesitaba hacerlo, pero el sentimiento de culpa poco a poco se apoderaba de él.  A tal grado que de la desesperación,  pequeñas lágrimas empezaron a nacer de sus grisáceos ojos.

El tiempo comenzó a pasar, el clima también había cambiado, la temperatura comenzó a bajar. Sin embargo ni se inmutó.

Los infectados continuaban azotando la puerta, pero esta no cedía. Eso era jodidamente bueno.  Muchos ya solo se apoyaban sobre la puerta y la golpeaban débilmente.

La noche estaba cerca, no faltaba más de una hora y todo se volvería penumbras. El joven continuaba sentado en el mismo lugar desde hace ya unas cuantas horas. Continuaba igual, con sus piernas estiradas, su columna ligeramente doblada y su mirada, continuaba perdida.

No escuchaba nada,  estaba lejos de la realidad. Sus ojos continuaban ligeramente húmedos, con ojeras. De pronto, un sonido logró llamar su atención. Era de un metal siendo cortado. Volvió lentamente a la realidad y distinguió al causante de aquel ruido. Miró con atención hacia la puerta de donde provenían los golpes, pero de aquella puerta, justo cerca de la mitad, se encontraba un pedazo de cuchilla, o algo parecido, atravesando la puerta.  Eran las garras de aquel zombie que había asesinado a John.

Retrocedió.

Miró hacia aquella garra, estaba muy grande, de una longitud aproximada de cincuenta centímetros.  La garra lentamente comenzó a desaparecer  por la misma apertura que había hecho. El joven lentamente se colocó en pie sin apartar la mirada de aquella fisura en la puerta. Un minucioso sentimiento de temor recorrió  su cuerpo entero al volver a observar aquella enorme garra atravesar otra vez la puerta pero esta vez con un fuerte golpe que hizo  una abolladura.

Aquel zombie se había hecho paso, mutilando todo a su alcance.  Acaba de atravesar ferozmente con una de sus garras la puerta de hierro sin problemas, pues necesitaba impacientemente cruzar al otro lado, donde se encontraba su presa.

Volvió a sacar su garra, y por el pequeño  orificio que  había formado con ellas, sus grisáceos ojos se cruzaron. Miró con ira, y quería disfrutar matarlo así como lo acaba de disfrutar con uno hace un corto tiempo. 

Sus nervios habían vuelto. Aquella criatura mantenía su mirada y concentración en el, podía ver en aquellos grisáceos ojos, iguales a los suyos, aquella ira y sed de sangre.  Después  de unos  interminables minutos, el infectado retrocedió, desapareciendo de su vista. El joven miró aliviado, pensó que la bestia se había cansado de estar sosteniendo miradas.  Estaba a punto de girarse, cuando un fuerte golpe lo detuvo. El infectado volvió a atacar, no se daba por vencido.

En la puerta, la pequeña abolladura se convirtió en una enorme deformidad sobresaliente. El muchacho se alarmó. Actuó rápido, de sus pantalones desenfundó su revolver. Volvió a cargarlo pues estaba sin munición.  Apuntó firmemente hacia la puerta, caminando  lentamente más cerca.

Colocó el cañón  justo  en la abolladura, justo en una figura que parecía un molde de una irregular cabeza. De pronto el infectado volvió a atacar,  pero esta vez el joven si estaba listo para contra atacar.

Justo cuando el infectado  atravesó sus garras por la puerta. Las cuales terminaron a centímetros de la cintura de Logan.  El joven disparó formando un pequeño orificio en la puerta, por donde pudo observar a aquel engendro en el piso.

Se quedó unos segundos mirando, pues al parecer le había dado. Al poco tiempo, el infectado comenzó a retorcerse en el piso, como si estuviera siendo electrocutado, para después colocarse en pie y volver a cruzar miradas con el joven. Sacudió bruscamente su cuello, el cual tenía un feo orificio en la mitad. Miró con furia el joven y, abriendo agresivamente su mandíbula lanzó su peculiar grito.

El joven no lo creía,  le había dado en pleno cuello, pero aquel engendro seguía en pie. Observó  como el infectado lanzaba su grito, lo cual provocó que de aquel orificio comenzará a descender desmesuradamente sangre, ahogando literalmente el grito para posteriormente correr en su dirección.  Dispuesto a  embestir  contra la puerta. El joven  actuó al unísono con el infectado, levantando su arma. Esta vez se tomó su debido tiempo para apuntar a la cabeza.  Esperó  que estuviera más cerca,  y cuando finalmente lo tuvo casi cara a cara,  soltó un pequeño suspiro y  disparó. Pequeñas partículas de  humo nacieron del arma después del disparo.

El joven bajó lentamente el arma. Se acercó aun mas a la puerta y apoyó su ojo por aquel orificio que provocó la bala. Aquel  infectado yacía  sin moverse sobre los putrefactos cadáveres
con un notorio agujero en su frente.

El joven había dado en en el blanco.

LOGAN©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora