—Señor —llamaron desde el otro lado de la puerta.
Dejó de mirar el campus de la mansión apenas recibió el llamado de alguno de sus colaboradores. Giró sobre sus talones y dijo:
—Adelante.
La puertas se abrieron de par en par y dos hombres entraron a la habitación. Uno de ellos, el más joven, traía consigo un maletín reposando en sus manos.
Éstos, caminaron rápidamente en dirección hacia el Hombre y se detuvieron detrás del enorme escritorio. Él que llevaba el maletín colocó el mismo sobre el escritorio.
—Señor –habló el que aconpañaba al menor –. Los atraparon.
Acto seguido, los dos hombres abrieron el maletín y una especie de computadora se hizo presente dentro. La pantalla se encendió y un rostro conocido se presentó: Raúl.
Éste comenzó a hablar.
—Los tenemos. Están heridos pero los tenemos.
El hombre que miraba por la pantalla sonrió ante lo cometido.
—Traelos —ordenó mientras cortaba la comunicación.
[...]
Unas pisadas y voces, resonaban en sus oídos aunque éstas, eran muy distantes. Las pisadas eran cortas, cautelosas, podía sentirlo en el movimiento del asfalto bajo su brazo.
Ladeó un poco la cabeza y un fuerte dolor lo hizo arrepentirse de haberlo hecho. Comenzó a abrir los ojos lentamente.
Las pisadas las escuchaba cada vez más cerca.
Su vista, era borrosa que a duras penas divisaba colores y una fuerte luz penetrando al vehículo.
Intentó moverse pero sintió que algo le apretaba en su cintura. Llevó, inconscientemente, sus manos a su cintura, encontrándose con el cinturón del convoy.
Volvió, entre un dolor enorme en todo el cuerpo, a abrir los ojos. Esta vez, todo comenzó a verse más claro. Se despojó rápidamente del cinturón, sin percatarse que él estaba colgado. Apenas lo hizo, por la gravedad, descendió hasta estrellarse de cara contra el volante.
Soltó un gemido de dolor.
Abrió de nuevo sus ojos, esta vez su visión se comenzaba aclarar. Aunque el solo hecho de hacerlo, sus ojos ardían. Dirigió su mirada hacia su brazo izquierdo y éste, se encontraba con un corte vertical nada agradable. Miró a su otro brazo y este tenía una quemadura que por alguna razón, no sentía dolor alguno.Colocó su atención hacia el frente, y entre tanto humo que salía del convoy, logró darse cuenta que estaba a una nariz de entrar al bosque.
Abrió los ojos como platos, recordando fugazmente lo que había pasado y vociferó, a lo que pudo, la primera palabra que le golpeó en la cabeza:
—¡Bella!
Giró su cabeza a lo que pudo, intentando encontrar a Bella, pero fue en vano, todo estaba muy oscuro y seguramente destrozado a causa de la caída.
«¡Bella!», comenzó a gritar una y otra vez, asustado. Temiendo lo peor.
Se colocó de rodillas sobre el volante, y aunque estaba apretado, movió el asiento del piloto hacia adelante. Comenzó a pasar hacia los asientos ignorando su dolor físico, pero al recuperar la visión completa, solo había una de las ventanas abierta. Más bien, destrozada.
Intentó buscar nuevamente entre tanto rebulicio y de pronto, unos brazos lo tomaron del cuello, de lo que antes era su camisa y lo sacó de un solo tirón hacia la carretera. Terminando en una dolorosa caída.
Se levantó como pudo hasta quedar de rodillas e, ignorando por completo a una docena de hombres que lo apuntaban con armas de gran calibre volvió a gritar:
—¡¡Bella!! ¡¡Sarah!!
Sacó fuerzas de Dios sabe dónde y, se colocó en pie e intentó correr hacia el convoy pero de pronto, el mismo hombre que lo sacó le intentó detener con una patada. ¡Y vaya que lo derribó!
Cayó al piso sujetándose el estómago a causa del fuerte golpe.
—¿A dónde piensas que vas niñato, he? —preguntó de manera burlesca el mismo hombre.
Logan, volvió a colocarse en pie.
El hombre, el cual era de más o menos 1: 85, lo Miró como si fuera lo más repugnante y gracioso.
El barbudo comenzó, cogeando, a caminar en dirección al convoy ignorando por completo al musculoso hombre que tenía a menos de un metro y a la doscena de hombres burlándose de él..
—¿Con que quieres pelear?, pues te mandaré a dormir un par de horas —canturreo el mismo hombre mientras alzaba sus puños.
Logan ignoró por completo la amenaza y siguió caminando, hacia el convoy.
El hombre, al ver que éste no dejaba de caminar, se lanzó al ataque.
Después. Todo pasó muy rápido.
Logan evadió fácilmente el golpe haciéndose al mismo lado que él hombre efectuaba el golpe, y le propinó un puñetazo en la mandíbula. Mandando al fortachon al piso inconsciente.
Otro de los centinelas que rodeaba al joven, al ver la hazaña de éste, lo detuvo por la espalda con su rifle, amarrandolo del cuello con el arma. El barbudo, logró colocar sus manos a tiempo en su cuello para que el golpe doliera menos. Y así fue, logró tomar el arma entre sus manos, mientras el hombre lo asfixiaba, y le propinó un codazo, lo más fuerte que pudo, en la costilla. Logrando safarse momentáneamente; cogió el rifle de hombre en intentó quitar el seguro del arma pero otro hombre se le acercó y le quitó el arma.
De pronto otro hombre lo tomó sorpresivamente de la espalda y, el que le quitó el arma le golpeo con un rifle en el estómago varias veces. Dejándolo sin fuerzas.
Entre tanto dolor gritó:
—¡¡Huyan!! ¡Sarah, Bella! ¡¡Huyan!!
Otro golpe con el arma lo mandó de rodillas al piso y eso, logró que el otro hombre lo soltara. Se dejó suspirar unos segundos y recordó su revólver.
Llevó lo más rápido que pudo su mano derecha a su espalda baja y de allí, sacó a su amado.
Los hombres ni siquiera lo vieron venir y en un abrir y cerrar de ojos Logan mató a dos de los hombres. Acto seguido, los demás lo apuntaron.
—¡Alto! –ordenó desde la buseta Raúl, justo a tiempo –. Lo quiero vivo
Logan, aprovechando esa distracción, disparó su tercera bala y mató al siguiente hombre. Acto seguido, Novoa también disparó, pero éste, disparó dos veces.
El barbudo, su derrumbó cual piezas de dominó hacia atrás. Con una mancha de sangre en el pecho, y otra en la pierna. Unas traicioneras lágrimas se escaparon de sus grisáceos ojos mientras un frío golpeaba todo su cuerpo de arriba a bajo.
«Hasta aquí llegué», pensó con melancolía mientras se volteaba y miraba hacia el convoy.
Y, como si todo fuera en Cámara lenta: Una columna de un fino humo, que raramente se posaron en los ojos grisáceos del joven; se dirigía hacia el convoy. Acto seguido, éste estalló en llamas seguido, a los segundos de escombros que descendían de lo que antes era su convoy.
Abrio los ojos como platos y grito lo que en estos diez minutos ha gritado:
—¡¡¡Bella!!!!
Las lágrimas comenzaron a descender sin tregua alguna mientras sus piernas, sacaban fuerzas de donde Dios sabe dónde y emprendían una marcha hacia los escombros.
Comenzó a correr hacia allá cuando un segundo proyectil se estrelló a menos de dos metros de él. Una fuerza descomunal lo levantó del asfalto, Miró por última vez el cielo, el cual comenzaba a llover. Despues de unos segundos, todo se envolvió en penumbras junto con la imagen de Bella en su mente.
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LOGAN©
Science FictionSu vida era normal, como todo joven de 20 años. Era independiente, soltero, con unas os geniales amistades y una autoestima elevada. Todo parecía marchar bien, lo ascendieron en el trabajo a los dos meses de haber ingresado, sus padres le regalaron...