CAP 9: The Black's (II...)

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Logan comenzó a zigzaguear con el convoy intentando evitar que los proyectiles que lanzaban los intrusos no le llegaran a dar a Bella, la cual, seguía disparando a quemarropa.

Esta, ya había quitado de encima a dos motociclistas.

El castaño, llevo el radio cerca de su rostro y comenzó a hablar.

—¡Bella, más vale que te sujetes bien y ni se te ocurra dejar de disparar! —ordenó pisando a fondo el acelerador.

—¡Entendido! —respondió volviendo a lanzar otra ráfaga de balas hacia una motocicleta que se intentaba acercar más al convoy.

Logan comenzó a zigzaguear sin bajar la velocidad. La rubia, al sentir tremendo sacudon, se obligó a aferrarse con fuerza al manubrio del arma.

El convoy comenzó a perder cada vez más terreno ya que, al comenzar a zigzaguear la última moto en pie, logró acercarse lo suficiente como para comenzar a disparar a diestra y siniestra.

Bella ya no pudo sujetarse más, no tenía tanta fuerza. Justo al momento que paró de disparar por doquier, una ráfaga de balas se comenzaron a estrellar en la carrocería del convoy pero en especial un proyectil perteneciente a la ráfaga, se estrelló en su pierna.

No le dió tiempo ni siquiera para reaccionar cuando sintió un horrible dolor en su pierna derecha, hizo una mueca de dolor y se dejó caer con brusquedad dentro del convoy.

Debajo del casco del motociclista se pudo divisar una cínica sonrisa por su cometido, había dado en el blanco. Giró el acelerador, se colocó en pie sobre la moto y comenzó a avanzar, como si una carrera de motocross se tratase, en dirección al piloto del convoy.

—¿¡¡Bella!!? —vociferó angustiado Logan mientras observaba, por el espejo retrovisor, como Bella no reaccionaba.

De pronto, un fuerte golpe sacudió al convoy. Esto, logró despertar a Bella.

El barbudo miró a través de la ventana a la camineta que le había dado un golpe. Estaban cada vez más cerca de ellos.

Un frío recorrió su espina cuando miró hacia el otro lado de la carretera y se encontró con un motociclista apuntando una semiautomática directo a su rostro. Acto seguido el motociclista apretó el gatillo del arma.

Logan, al unísono con el motociclista, estrelló un golpe con el convoy al conductor logrando desviar el arma y a la vez, logrando derribar al motociclista salvando momentáneamente así, su peludo trasero.

Suspiró mentalmente al ver como el motociclista perdía pista y se volcaba en la carretera. Ahora sólo faltaban las camionetas.

Sarah, rápidamente al ver como Logan aceleraba más el convoy, tomó un trozo de tela y comenzó a detener la emorragia en la pierna de su hermana, Bella.

Esta, soltó un gemido de dolor aún sin abrir muy bien los ojos. Sarah, presionó con fuerza y grito su nombre.

—¡¡Bella!! —exclamó la pequeña mientras pequeñas lágrimas descendían sin temor alguno por sus mejillas.

La rubia, abrió los ojos de golpe cuando sintió el dolor volver a su pierna.

—¡¡Aahhhhjjjj!! —vociferó de dolor mientras tomaba su pierna ensangrentada. Su hermana la tomó del brazo para que se incorporara.

De pronto, otro fuerte golpe logró sacudir al convoy. Logan presuroso, intentó milagrosamente no perder el control del vehículo. Giró el timón con rapidez y le regresó el golpe a la negruzca camioneta la cual iba nariz con nariz con el convoy.

Mientras tanto, Raúl era, desde una no muy larga distancia, expectante de la situación del convoy y de sus hombres. Estaba enojado. Ya habían perdido tres de sus motociclistas y estaban apunto de perder uno de los vehículos de la Organización.

—¡¡Acelera!! —le ordenó con histeria a Novoa. 

«Malnacidos, no se saldrán con la suya» maldijo mentalmente el Rubio mientras se levantaba del asiento del copiloto.

Comenzó a caminar difícilmente hacia la parte trasera de la buseta, debido a la alta velocidad a la que iban dificultaba el movimiento dentro del vehículo. Pero esto, no impidió que el rubio llegara hasta la parte donde se guardaba la armería.

Al llegar, levantó uno de los asientos y de ahí, sacó un enorme maletín parecido a una funda de guitarra. Lo tomó y lo dejó caer bruscamente al piso de la buseta.  Se colocó de rodillas y comenzó a abrir el maletín.

Novoa, era expectante desde el timón del vehículo, como una de las camionetas que atacaba al convoy casi era derribada.

De pronto Raúl volvió al lado de Novoa.

—Necesito que me acerques unos cuantos metros más a esos malnacidos —ordenó mientras abría la puerta corrediza de la buseta.

Novoa acató la orden de inmediato y acto seguido comenzó a acelerar aún más el vehículo.

«No se escaparán» se repitió para si mismo Raúl mientras tomaba el lanza misiles y lo cargaba.

Metió el pesado proyectil en la recámara alargada del lanza misiles y lo llevó a sus hombros. Se sujetó con fuerza con una de sus manos libres a la carrocería de la buseta, apuntó con la mira del arma al convoy que no estaba muy lejos y disparó.

Acto seguido, una fuerza descomunal logró tirarlo  para dentro de la buseta mientras observaba como el misil se dirigía a toda velocidad hacia el convoy dejando un camino de humo a su paso.

Novoa, al observar la dirección del misil, frenó a raya la buseta obligando a la otra buseta que venía detrás frenara también de golpe. Acto seguido, una fuerte explosión se hizo presente en el ambiente seguida por una columna de humo y chillar de las llantas del convoy.

LOGAN©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora