CAP 5: Atrapado (III...)

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El joven que sujetaba a Peter por el cuello cayó rendido al suelo. Estaba débil, con un solo golpe que el veterano ejerció sobre su rostro, lo dejó casi fuera de combate. Aún lo tenia encima, quitó lentamente el cuerpo inconsciente, miró hacia el techo soltando un suspiro. De pronto Estela se acercó al joven a socorrerlo, se veía un poco mal.

Al llegar tomó el rostro de Daniel entre sus manos. Asustada vertió agua en su rostro y comenzó a limpiar la sangre.

Santiago se encontraba de rodillas en el suelo, analizando la situación mientras sujetaba su abdomen. Respiraba con mucha dificultad. Peter acababa de darles una paliza casi a todos, incluyendo a Abigail. La cual había sido recogida por Alexander, que la llevó al autobús aun inconsciente por el fuerte golpe que había recibido.

-¡Samanta! -.exclamó Santiago con dificultad. Lo suficiente para que lo logre escuchar.

-¿¡Qué sucede!?

Santiago levantó su mano señalando al final del parque. Poco a poco un par de no-muertos se acercaban hacia ellos, atraídos por los gritos a una gran velocidad.

Samanta al verlos corrió a por su arma con silenciador y disparó, abatiendo a los dos infectados.

Después de un tiempo, todo volvió a tranquilizarse. El clima continuaba frío, pronto anocheceria. Santiago caminó lentamente hacia el autobús. Todos le siguieron.

Margaret había cosido una herida que se había formado a causa del golpe en el rostro de Santiago. Tenia varios moretones.

-Ya no podemos esperar más -.dijo con voz fía. Nadie se negó -, preparen todo. Partimos en cinco minutos.

Ante la orden de Santiago, todos comenzaron a preparar todo. Ya habían pasado más de cinco horas ahí esperando, ya no podían esperar mas, algunos infectados se estaban acercando peligrosamente.

Tiempo después ya se encontraban de nuevo en las calles rumbo a su ruta.

[...]

Logan continuaba en la azotea del edificio, aún sin hacer nada. Continuaba maldiciendo a los siete vientos.

Ya estaba oscureciendo, el clima era totalmente nublado, frío en poco tiempo el invierno llegaría.

Se encontraba sentado cómodamente dentro de la carpa, analizando un plan para escapar de allí. Pero ante sus ojos y ante la situación, el estaba atrapado.

Tomó su cabeza con nerviosismo.

-¡Maldición! ¿¡Dónde están!?

Sus grisáceos ojos irradiaban ira y frustración. Aún no aceptaba el hecho de que lo habían abandonado. Ya llevaba unas cuantas horas esperando que alguien gritara su nombre, pero eso nunca pasó.
Ahora sólo quería salir de ahí, pues aquella puerta ya habia cedido, ahora solo la gran cadena evitaba que los zombies entraran completamente.

Al poco tiempo una hermosa noche se hizo presente. La luna irradiaba alegremente su peculiar aura, mientras el manto estrellado daba una sensación de tranquilidad.

-¡Oh...oh oh ...sweet Child o' mine! -.comenzó a cantar solo para él. Harto de escuchar los gruñidos de sus anfitriones.

Recordó mientras cantaba a Samanta, la chica pelirroja de esos hermosos ojos esmeralda. En su dedo giraba su revolver de derecha a izquierda. «¿Te volveré a ver?» Se preguntó a sí mismo. Pero no obtuvo respuesta. Le frustraba el hecho de que podría morir, como lo hizo John. Aquel ojiazul que con el pasar del tiempo comenzó a agradarle, no era tan mala gente. Él no se merecía morir de esa forma tan perturbante y dolorosa. Sacudió su cabeza intentando alejar aquellas imágenes de la muerte del ojiazul.

Al poco tiempo comenzó un ligero forcejeo con el sueño, el cual con el pasar del tiempo fue convirtiéndose en un combate a muerte, donde el sueño fue el vencedor.

A la mañana siguiente comenzó ahora si en serio, ha formular un escape. En primer lugar tenia la puerta, la cual no sería una salida factible. Después tenia.....«¿Qué tenía?»

-No tengo otra salida ¡Carajo!

Pateó con fuerza su mochila de viaje el cual tenía sus municiones y un poco de comida. Maldijo con un grito al golpear, pues si le había dolido.

Llevó, ignorando el pequeño dolor, su mano al mentón. Estuvo divagando un poco toda la mañana. De vez en cuando se acercaba a los linderos de la azotea para mirar el panorama. Pero siempre se encontraba con lo mismo, infectados. Iban de un lado a otro. Unos caminaban lentamente alrededor del edificio, otros entraban, los que recién llegaban, corrian a toda velocidad al edificio. Seguramente en dirección a la azotea dónde estaba el joven. Y otros estaban junto a él, intentando romper la cadena para entrar a la azotea y devorarlo vivo.

Volvió de vuelta dónde estaba su mochila de viaje. Debía revisar cuantas cosas le quedaban. Al abrirla se encontró con varios cartuchos para la M16, comenzó sacando cosa por cosa. Primero sacó tres latas de comida, que era una de sardinas y las dos de frijoles.

-¿Porque rayos guardé eso? -.dijo maldiciendo sarcásticamente dejando las latas a un lado junto con los cartuchos. Volvió a mirar dentro y sacó una playera negra, volvió a buscar más ropa pero al parecer era la única -. ¡genial! -.continuó, para posteriormente encontrándose con sus tenis negros «Jordan». Sonrió al ver que si había guardado sus tenis favoritos. Volvió a ver a dentro y se encontró solo con tres cosas más. Su diario, una linterna la cual tenía dos baterías de repuesto y una caja de cartón mediana. Al tomarla está pesaba, sabía perfectamente que era.

-¡Al fin -.exclamó sacando su revolver de sus pantalones. Lo besó como si fuera su novia -. Tienes suficiente comida para matar a esos bastardos -.dijo refiriéndose a las balas que había dentro de la caja.

Volvió a meter todo nuevamente a su mochila, para posteriormente ponerla debajo de la carpa.

-¡Bien!, tengo comida para tres días -.dijo contando con sus dedos -.incluyendo con hoy. Abrió rápidamente la mochila y de ella sacó la lata de sardinas -.Creo que tengo que salir de aquí -.miró a la puerta dónde un infectado sacaba la cabeza. Al terminar de abrir la lata, tomó su navaja del bolsillo. Se levantó y caminó hacia la puerta.

-Y ustedes no están dentro de mis planes de viaje -.apuñaló al muerto en la cabeza. Regresó lentamente a digerir sus asquerosas sardinas mientras jugueteaba con su navaja.

Después de un buen tiempo, el sol comenzó a reinar en los cielos, provocando un calor enorme. Que mezclado con el hedor putrefacto de los muertos y la sangre. Se convertía en una especie de basurero. Logan se encontraba ahí, sentado tapándose la nariz mientras dibujaba, pues no tenia nada mas importante que hacer.

Al poco tiempo, aburrido, se levantó de la banqueta y caminó a una de las esquinas de la terraza. Comenzó, mirando hacia abajo, mientras caminaba por los linderos de la azotea.

Dió una vuelta completa por toda la azotea, pero no encontró ninguna forma de bajar. Ni siquiera las escaleras de emergencia. La única salida que tenía, era soltar esa cadena y salir por la puerta. Seguramente eso seria un suicidio.

-¡Voy a salir!

LOGAN©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora