CAP 6: Compañero (II...)

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Estaba a punto de anocher. De pronto las entrañas del joven rugieron.

—Tyler...¿Tienes comida? —.preguntó mirando a la cama. Tyler estaba aparentemente dormido.

Se acercó cautelosamente hacia él. Al llegar no le gustó  nada de lo que vio.

Tyler estaba mal, emanaba  demasiado sudor. Estaba un leve tono amarillo por todo su cuerpo. Miró que temblaba, pero no hacía frío. Caminó  hacia el armario y de ahí saco una manta. Comenzó a envolverlo en ella pero al  llegar a su pierna, se percató que esta tenia un vendaje sobre ella. Eso no lo había notado antes.

Apenas rozó el vendaje, este se llenó de una sangre espesa y oscura haciendo que soltara una mueca de dolor. Retiró su dedo de ahí, sabía de sobras que tenia debajo de esa venda. Retrocedió por instinto y desenfundó  su revolver.  Quitó  lentamente el seguro del arma lo cual provocó un apenas audible sonido, preparando la primera bala.
Tyler logró  escuchar y miró al joven.

—No te muevas —.ordenó Logan con seguridad sin bajar el arma. Tyler sin hacer caso, casi sin fuerzas, se sentó sobre la cama. Miró al joven con los ojos inyectados en sangre. Las venas se le habían marcado por toda su piel, de un color verdoso. Involuntariamente, de su boca, descendia saliva. Estaba a segundos de transformarse.

—N-no..A...aun no...

Fue lo único que alcanzó a decir a duras penas, antes de que el joven jalara del gatillo  logrando provocar un fuerte estruendo en toda la casa. Tyler cayó hacia atrás  con un notorio agujero en la frente.

—Lo siento... —.susurró bajando el arma. Caminó  lentamente a la ventana percatandose  que ningún infectado se encontrara cerca.  Miró a Tyler por última vez, tenía sus párpados  aun abiertos dejando ver sus verdosos ojos. Llevó  sus dedos y los cerró  antes de cubrirlo nuevamente con la manta. 

Después de un tiempo,  dejó el cuerpo de  Tyler donde estaba. Sacó de su mochila de viaje la ultima lata de comida que le quedaba. Al poco tiempo, bajó  las persianas del par de ventanas de la habitación. Ya había oscurecido.

Esa  noche no durmió. Solo se concentró en mirar a través de las persianas, sentado sobre un pequeño mueve, la insegura calle.
En algunos momentos, escuchaba los grotescos gritos  de los caminantes. Unos más agudos que otros. Eso le erizaba la piel.

Sin darse cuenta, la mañana  ya había llegado. El solo continuaba, sin expresión alguna, mirando la misma calle que hace diez horas, escuchando uno que otro grito en la lejanía. Se encontraba de nuevo solo.

Se levantó rápido del pequeño mueble en el que se encontraba para caminar hacia la cama, pasando con cuidado por encima del cadáver de su «compañero».

El sol, poco a poco, comenzó a reinar los cielos. El día seria un tanto caluroso. Se recostó sobre la cama, se encontraba cansado, sin fuerzas. Cerró lentamente los ojos para sumirse en un reconfortante sueño el cual en verdad, necesitaba.

Durmió durante cinco horas aproximadamente. Ya era medio día. Un fuerte sonido lo despertó. Se levantó rápidamente de la cama y corrió hasta la ventana. Pequeños rayos de luz se comenzaron a colar a través de las delgadas líneas de las persianas las cuales habían sido abiertas.

—¡Pero que...!  —.exclamó mirando con horror hacia la calle del frente.  Habían caminantes en ella, contra la entrada de la casa.

No lo pensó más y comenzó a guardar todo en su mochila de viaje.  Tomó todas las armas que tenia Tyler y las colocó en una bolsa de camuflaje que se encontraba en la habitación, guardó  en esta su revolver. Quedando solo con una ballesta en las manos.

Al terminar de guardar todo. Colocó la bolsa en su espalda junto con su mochila de viaje. Esto le pesaba horrores. Caminó rápidamente con la ballesta en mano hacia la entrada de la habitación, dispuesto a salir de aquella casa. Bajó los escalones rápidamente y se dirigió hacia la puerta trasera, atravesando la cocina. Al llegar al patio trasero se encontró con el gran convoy. Abrió rápidamente la puerta del piloto y sin más tiempo que perder, se adentró en el vehículo, acomodó todo lo que había traído en la parte trasera de este. Miró con angustia hacia el volante y comenzó a rebuscar las llaves sin tener ningún resultado.

—¡Mierda! —.exclamó golpeando fuertemente el timón.

Supuso dónde estarían las llaves. Abrió los ojos como pudo por su ineptitud.

Abrió rápidamente la puerta del vehículo y salió de el para nuevamente adentrarse en la casa. Subió los escalones como alma que lleva el diablo hasta llegar a la habitación, donde se encontraba su difunto «compañero». Al entrar comenzó a rebuscar en la mesa de armas y en la cama, pero no obtuvo ningún resultado. Llevó con frustración sus manos a sus cabellos.

—Piensa, piensa —.se reprendió.

En un abrir y cerrar de ojos ya se encontraba sobre el cuerpo de Tyler rebuscando por todos los bolsillos del uniforme las llaves del convoy.

—¡Te tengo! —.exclamó orgulloso sacando de uno de los bolsillos en donde se guardan las granadas. Había encontrado lo que buscaba.

Miró a Tyler por última vez, pero con una mirada triste. Lo había matado sin darle tiempo a defenderse, ese acontecimiento se impregnaria  en él de por vida.

Un sonido lo sacó de sus pensamientos, provenían de la entrada de la casa.

Caminó rápidamente hacia la ventana y levantó las persianas, dejando ver a la horda de caminantes intentando entrar. Al parecer el disparo de anoche llamó  la atención de los no-muertos. Volvió a mirar a Tyler y nuevamente a los caminantes, guardó rápidamente el par de llaves y salió de la habitación sin mas.

—Adiós y gracias

Llegó nuevamente al vehículo, se adentró en el  y lo encendió.

El potente motor soltó un reconfortante rugido, haciendo vibrar a todo el vehículo. Giró rápidamente el timón y comenzó de retro a conducir hasta la entrada.

Se escuchó como los caminantes atravesaban la entrada derribando la puerta. Rápidamente  cerró las ventanas del convoy envitando que los infectados lo ataquen.

Se comenzó a sentir múltiples golpes en toda la carrocería mientras se abría paso entre los infectados sin problemas. 

Lograba sentir como las enormes ruedas del vehículo se abrían paso entre los infectados, incluso aplastando a unos en el camino.

Una vez se encontró en la acera, giró el timón sin perder más tiempo. Colocó primera, quemó llantas y  salió de aquella casa. Perdiendo a los zombies a lo lejos.

Comenzó a conducir a velocidad media por las mismas calles por las que había llegado. Condujo alrededor de veinte minutos. Al llegar a la avenida principal, se detuvo en seco.

Miró a los dos lados de la calle, intentando elegir un buen camino. Por último, decidido, giró  el timón en dirección hacia la  izquierda y comenzó a moverse.

No apartó en ningún momento la mirada del camino mientras se abría paso entre las inmensas calles de la ciudad.  Las calles, por donde conducía lentamente, se encuentran desérticas, sin una alma merodeando a excepción de la mayoría de autos volcados o chocados, que se encontraban obstaculizando el camino.

Destellos de luz solar cubrían el 80% de la ciudad.  Después de un buen tiempo conduciendo se detuvo en una calle en particular.

—Necesito suministros —.estacionó el vehículo frente a un gran supermercado.

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