CAP 9: The Black's (I...)

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El convoy salió despavorido de entre la maleza terminado en el pequeño camino empedrado que daba a la carretera.

[...]

—Oh, vamos...¡Acelera! —ordenó Raúl furioso. Estaban perdiendo de vista al convoy y para colmo, los zombies estaban cada vez más cerca de ellos.

Salieron de entre la maleza del bosque a toda velocidad terminando en el camino empedrado de forma violenta. Apenas lo hicieron, el conductor de la buseta se estrelló de golpe contra un grupo de infectados que intentaban pasar  a toda velocidad; quedando, momentáneamente atascados. Intentó dar de retro pero algo había en una de las llantas traseras que provocaba el patinaje de la buseta. 

Raúl, furioso y un gran parte nervioso al ver que los zombies se acercaban peligrosamente a la buseta, se levantó de su asiento y caminó hacia donde estaba Novoa, el era el que conducía.

—¿¡¡Qué mierdas te sucede!!? —preguntó alterado.

—¡No arranca! ¡Hay algo atorado en la llanta trasera! —respondió furioso moviendo el volante, pero el vehículo solo patinaba causando un leve chillido.

El rubio miró por un de los espejos retrovisores y observó al zombie, que digo, a la mitad de zombie atascado en la llanta. Volvió su visita hacia una de las ventanas de la buseta y, a través de las pequeñas rejas que había en ellas, observó a los zombies a punto de estrellarse contra ellos. Venían de todas partes, literal.

Un frio lo comenzó a recorrer de arriba a bajo, tomó una de las armas que estaba dentro, metió el cargador en la recámara y miró al otro joven, aparentemente de la misma edad que él; sentado teniendo en sus piernas una laptop como si nada estuviera pasando. Raúl lo miró con furia.

—¡Pedazo de inútil! –vociferó tomandolo del cuello –. ¡Que mierda se supone que haces! ¡Ayudame!

El chico, asustado dejó la laptop en el suelo después de que Raúl aflojara su agarre, cogió una de las armas de inmediato, acto seguido el rubio abrió la puerta de la buseta, dejando entrar toda la luz de golpe.

Raúl  apenas lo hizo, levantó su rifle de asalto y comenzó a disparar  a quemarropa a los infectados los cuales, estaban a menos de cinco metros. El pelinegro también comenzó a disparar aunque no muy acertado como el rubio.

—¡Novoa más vale que te apures, no aguantaremos mucho! —ordenó el rubio entre disparos.

Alrededor de dos minutos estuvieron disparando a quemarropa logrando detener a una parte de infectados, pero seguían saliendo de Dios sabe dónde. Raúl, al apretar el gatillo, sintió que ya no salía ninguna bala. Miró al otro joven, y este también se había quedado sin munición. Volvió su visita al frente asustado y se percató que muchos de los infectados ya estaban muy cerca.

Estaba a punto de gritar cuando un motor sonó no muy lejos de ellos. Acto seguido la otra buseta salió despavorida de entre la maleza estrellándose contra los zombies que estaban casi encima de Raúl.

Este agradeció mentalmente.

De la buseta, un hombre de unos treinta años se asomó por la ventana. Otros hombres estaban por la abertura de la buseta disparando.

—¡Señor hay que irnos! —.Raúl asintió colocándose en pie. Estaba a punto de cerrar la puerta cuando un infectado salió de entre la maleza y tomó al pelinegro que acompañaba al rubio.

—¡Ayuda! —exclamó el pelinegro intentando liberarse del agarre del zombie, el cual lo comenzaba a arrastrar.

Uno de los hombres que disparaba desde la buseta que había llegado, miró al pelinegro y apuntó al zombie para quitárselo de encima. Pero no tenía tiro, el zombie se colocó detrás de la cabeza del desgraciado joven y sin perder más tiempo le propinó una mordida en la yugular.

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