Todos lo miraron con reproche. Sea lo que sea que fuera a decir, querían saberlo en ese momento.
José quiso hablar pero sus palabras se ahogaron en su boca ante una mirada autoritaria por parte de Peter.
[...]
La noche fue efímera. La mañana se hizo presente a las pocas horas de que todos fueron a descansar.
El sol comenzaba a reinar poco a poco en los cielos. La gran metrópolis continuaba sumida entre edificios humeantes debido a las grandes explosiones, incendios, y más acontecimientos que se suscitaron el día de la «infección».
La mayoría de calles estaban bloqueadas por vehículos abandonados, la ciudad se encontraba desolada o eso aparentaba, teñida de rojo. Los infectados se tomaron las solitarias calles, estas semanas se encontraban divagando sin rumbo fijo, hasta que, los que se encontraban más cerca, escucharon disparos. Los cuales provenían de dos edificios.
Los infectados poco a poco, fueron acercándose al lugar proveniente de aquel ruido de disparos, hasta que finalizaron su trayectoria en un edificio en particular, en el cual se encontraban uno de los tantos grupos sobrevivientes. Comenzaron lentamente a rodearlo, hasta al cabo de una noche, se encontraban alrededor de treinta zombies; aunque no eran la gran cosa.
Ya todos se encontraban en la terraza, la noche fue corta y el sueño igualmente. Todos tenían la intriga de lo que Peter diría excepto su grupo, el cual ya lo sabía.
Se encontraban sentados sobre el gran comedor, esperando al veterano. El silencio reinaba en el ambiente. De pronto la única puerta de la terraza se abrió.
—Ya era hora —.dijo José levantándose de su silla.
Peter lentamente se acercó a sus compañeros, llevaba un gran papel en sus manos.
—Señores –.dijo soltando los papeles que llevaba en sus manos sobre la mesa –.Tengo buenas noticias para todos ustedes.
Todos se miraron los unos a los otros.
Peter desdobló uno de los papeles. Era la carta de aquel hombre del ascensor. Comenzó a dar lectura de la misma.
Al cabo de unos minutos, Peter terminó de leer la carta. Todos se miraban los unos a los otros.
El veterano soltó un suspiro, dejó el papel sobre la mesa para tomar el más grande. El mapa.
—Este es el mapa del que hablaba la carta —.dijo mientras extendía el papel.
—¿El mapa del refugio? —.preguntó Logan acercándose a su padre. Este asintió.
—Esto es lo que tenemos. No muy lejos de nuestro "refugio" se encuentra una de las rutas. La que está pintada de rojo —.dijo Peter mientras señalaba con su dedo una parte del mapa.
—¿A las afueras de la ciudad? —.preguntó Margaret.
—Exacto, casi, calculando a unos treinta kilómetros —.respondió Peter frunciendo el ceño.
Nadie dijo nada en un lapso de tiempo. Todos estaban examinando el mapa. En el, habían demasiadas rutas señaladas que llevaban al mismo lugar. Tenían que escoger la más rápida.
Ya eran aproximadamente las dos de la tarde. En el ambiente solo se escuchaba unos débiles gemidos por parte de los zombies. La tarde era fría, el sol se había ocultado dando paso a un cielo negruzco.
El joven barbudo, miró los cielos, percatandose del ambiente. Pronto llovería. Una pizca de felicidad comenzó a recorrer todo su cuerpo; hace tiempo que no llovía en aquella ciudad.
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LOGAN©
Khoa học viễn tưởngSu vida era normal, como todo joven de 20 años. Era independiente, soltero, con unas os geniales amistades y una autoestima elevada. Todo parecía marchar bien, lo ascendieron en el trabajo a los dos meses de haber ingresado, sus padres le regalaron...