Me ajusto el antifaz y me dirijo con Ana a bailar. Bailamos sin importar quien no esta viendo, pero de repente su novio me la arrebata haciendo que me quede sola en la mitad de la pista. Me quedo quieta viendo al alrededor, pero el chico misterioso me toma por la cintura y me coloca mis manos en su cuello.
Intento descifrar quien sera este misterioso chico que me tomo de la nada, pero no puedo ver mas allá de sus ojos verdes. Me hace bailar como todo una experta y yo me sorprendo por sus habilidades.
-Toda princesa necesita de un príncipe para sobresalir.
-¿Quien eres?
-Soy todo lo que tu imaginas y a la vez no soy nada.
-¿Te conozco de algún lado?
-En realidad no.
-¿Y como puedo confiar en ti?
-Porque soy el único que no te haré daño.
-¿Porque tu me conoces y yo no a ti?
-Muchas preguntas para un noches, tan solo disfruta del baile.
Me dice y yo lo miro directamente a los ojos. Es interesante como me observa como si me conociera de toda la vida y fuéramos los mejores amantes.
El me gira haciendo que ria como una niña de diez años para luego tomarme de la cintura y atraerme hacia su pecho. Me esta observando a los ojos, mi corazón esta latiendo mil por hora y de repente no supe que decir y cerré los ojos, y sentí su delicado beso traspasar mis barreras como si el hubiera esperado demasiado tiempo para esto.
Al separarnos lo observo a los ojos para luego correr y desaparecer por la puerta. Corro como si todos los monstruo que he inventado me estuviera persiguiendo, pero al darme cuenta de donde he llegado me detengo y retomo el aire perdido.
Acomodo mi cabello y al pasar mis manos por mi rostro me doy cuenta que no tengo el antifaz puesto haciendo que este día fuera uno de lo mas extrañado que he podido vivir porque ahora tengo un antifaz perdido, un corazón latiendo a mil por hora y un beso inolvidable.
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Cenicienta después de las doce
Short StoryToda chica siempre ha querido ser una princesa, de esas que sus madres les leían antes de dormir, esa princesa salvada por los hermosos caballeros y que vivían felices para siempre. Pero para Cinder lo único que no quería era un príncipe, tan solo...