Príncipe azul 17

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Espero mas de diez minutos para que entre Cinder, pero ella no aparece y me estoy preocupando. Me levanto para ver que ocurre y al caminar hacia la puerta veo a Cinder llorando silenciosamente. Al salir me dirijo rápidamente hacia ella y la abrazo por detrás.

-Por favor no te derrumbes aquí.

-No puedo.

-Se que puedes, tan solo respira.

-¿Que haré ahora?

-Vamos.

-¿Me acompañaras?

-Si.

Le digo tomándole de la mano. Pasamos al costado de la secretaria y ella no se sorprende que acompañe a Cinder, si no al contrario me lo agradece. Salimos del instituto y nos dirigimos al hospital. 

Al entrar caminamos directamente al habitación de su abuela. Ella camina lentamente como si temiera verla y me hace ver lo destrozada que esta por dentro. Encontramos su cuarto y antes de entrar ella respira profundamente para luego adentrarse.

-Abue.

Le dice con esa timbre tan característico que tiene ella de saludar. Su abuela le sonríe a pesar que tiene su rostro demacrado por su enfermedad. Cinder se sienta en la silla continua y le toma fuertemente la mano. Yo me quedo en el umbral viendo fijamente la situación que esta pasando. 

Su abuela esta muriendo cada vez mas rápido y Cinder por su lado se esta muriendo lentamente. No quiero que ella sufra después de ella, no quiero ver como se destroza a si misma por ello y menos quiero verla como se desaparece de mi vida para lo cual necesito demostrarle que no esta sola, pero no se como. 

-¿Me traes un pastelito de abajo, por favor? 

-Claro.

Le dice saliendo de la habitación. Yo me quedo en el umbral, pero su abuela me invita a sentarme a su lado y yo me encamino hacia ella. 

-Estas preocupado por ella, ¿Verdad?

-Si y mucho.

-No crees que podrá salir adelante, ¿Verdad?

-No se, pero en cada momento se esta destrozando a si misma y no se como pararlo. 

-Se que saldrá adelante al igual que la muerte de su padres, pero esta vez distinto ella no tiene esperanza para seguir, no tiene algo por lo que luchar por eso se esta destrozando a si misma porque no tiene algo con que anclarse.

-¿Y yo no soy lo suficiente para que ella viva?

-No es eso, tienes que demostrarle porque es importante vivir, tienes que mostrarle las esperanzas de lo que tanto ella lucho por conseguir, tienes que de mostrarle los colores de la vida.

-¿Y como?

-Tienes que ser su ancla a pesar de todo. 


Cenicienta después de las doceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora