-¡Kiara! - me gritó mi padre apoyándose en la puerta.
-Dígame. - dije mientras me sentaba en mi maleta, la maleta más difícil del mundo, di unos pequeños saltos para intentar cerrarla y al final lo conseguí. Levanté mis manos en señal de alegría mientras mi padre me miraba raro.
-Tenemos que irnos en menos de media hora, ¡corre! - dijo mirando su reloj.
-Ya voy, no me metas prisa que así tardo más.
-Mira a tu hermano, ahora esta desayunando y su maleta está ya hecha.
-No seas mentiroso, eso es porque le ha ayudado mamá.
-Mamá estaba desayunando cuando tu hermano aún estaba haciendo la maleta. - me botó la lengua y yo le enseñé mi hermoso dedo del medio. Se rió y se fue. Era un poco extraño, ya que yo era su hija y no podía contestarle mal a mi padre pero teníamos un rollo muy guay. Aunque él era un padre sobreprotector y mi madre igualita. Era la chica mala-buena de la familia, tenía mis momentos...
-¡Ya está! ¡He acabado! ¡Wow! - grité y levanté otra vez mis manos mientras bajaba mi maleta pesada por las escaleras.
-Y...¡año nuevo! - gritó Michael mirando su reloj cuando bajé de todo las escaleras. - ¡Has tardado un milenio! ¡Feliz año nuevo hermanita! - se puso serio al instante.
-Eso es porque eres muy impaciente, tienes que tomarte las cosas con calma cariño. - cogí una Fanta de la nevera y me la bebí de un sorbo.
-Claro claro...
-Bueno, ya estamos todos, ¿no? - dijo mi madre ilusionada. No me extraña, iba a trabajar en Australia, en la mayor tienda de todas. Teníamos que marcharnos de Estados Unidos porque tanto mi padre como mi madre tenían trabajo allí.
-¡Pues nos vamos! - gritó mi padre.
Todos nos sentamos en nuestros respectivos asientos del coche y nos pusimos todos a lo nuestro. Yo escuchando música, Michael jugando con el móvil, mi madre maquillándose y mi padre tarareando una canción mientras conducía. Creo que éramos la familia más anormal que yo había visto en mi vida. Después llegamos al aeropuerto, yo me reía porque Michael parecía que se quedaba dormido, el pobre no había dormido nada esta noche y lo sé porque sus colegas hicieron una fiesta en su honor en la casa de un antiguo amigo suyo. Mientras a mí, dejándome apartada y tranquila, nadie se ha despedido de mí ni me han preguntado si me iba. Me daba igual. Quería estar sola, no es que sea una de las mayores decisiones pero desde pequeña me crié así. El vuelo fue más largo que la cola de palomitas del cine, sí, muy largo. Y sobre todo se me hizo largo teniendo un puto bebé llorón con su madre pija a mi lado izquierdo y, cuidado, que en el lado derecho había un puñetero gordo de mierda zampándose un extramegasupergrandegigante bocadillo que parecía que tenía doce pisos...Sé que soy grosera por juzgarlos pero sé que vosotros harías lo mismo o por lo menos lo pensaríais por un minuto. Cuando llegamos a tierra mi hermano estúpido como siempre besó el suelo del aeropuerto. Había mucha gente ahí y le di una patada pequeña en el trasero para que dejase de hacer el tonto o por lo menos intentarlo. Llegamos sobre la una y media a nuestra nueva casa, era el doble de grande que la anterior. Lo que hicimos yo y Michael al entrar fue correr hacia arriba de las escaleras y elegir nuestra habitación, o mejor dicho, la habitación más grande y luminosa. Al final gané yo. Me encanta ganar, soy muy competitiva a veces.
-¡Esta es mi habitación! - dijo Michael entrando en MI habitación nueva. - ¡Vete a la otra!
-¡No, está es mía! ¡La maleta ya está en la cama! - dije dejando la maleta en la cama.
-No es justo.
-Lo sé Michael, se te va a hacer muy duro pero haz algo por mí, no llores ¿vale? - le dije de broma, él marchó enfadado para la otra habitación mientras yo me partía de risa con mi sutil comentario. Guardé la ropa en los cajones, puse algunos cuadros bonitos, y poco más la verdad. Preparé mi mochila para mañana Martes, que era mi primer día de insti. ¿Me sentía nerviosa? No sé, ¿pálida? La verdad es que un poco sí, ¿aterrorizada? Por supuesto. No quería crear una clase de problemas, ya que en mi antiguo instituto cuando alguien hablaba mal de mí le pegaba y claro, acababa yo con un ojo morado, sí, pero el fulano ese con el doble de dolor. Estuve toda la tarde jugando con mi hermano a las damas, siempre ganaba él, no me extraña, cada vez hacía más trampa. Cuando llegó la noche comimos y nos fuimos a dormir, esa noche no dormí nada. No quería que empezase el instituto y lo que hacía era susurrar que no pasase nada malo.
-Por favor que mañana sea un día cualquiera sin problemas por favor. -susurraba tumbada en la cama, con los ojos cerrados. - No quiero encontrarme nada raro...Por favor que mañana sea un día normal y que no me atormenten mucho los profes por favor...
Pero claro, algo siempre me iba a pasar...
Me desperté a las siete y media, me levanté perezosamente de la cama y me vestí unos pantalones cortos, una sudadera negra y unas botas negras preciosas. Me hice una trenza de lado con todo mi pelo, tampoco era tanta cosa la verdad. Me gustaban mis mechas californianas. Me maquillé, preparé otra vez la mochila y bajé a desayunar.
-Buenos días hermana roba-camas.- dijo Michael mojando la galleta en su vaso de leche. Eso es lo único que mojaba esos días, nada más. Creo que me he pasado de mala...
-Buenos días hermano super-celoso- dije cogiendo otra Fanta de la nevera para beber, estaba demasiado viciada, lo sé.
-No estoy celoso, estoy molesto...
-Y eso es lo mismo. - doy otro trago a la Fanta.
-No es lo mismo. - le boté la lengua y él después también.
-Niños, no os peleéis, ya llegamos aquí y tenéis que chincharos ya.- dijo mi madre poniéndose los pendientes que le regalé.
-De acuerdo mamá. - dijo Michael, cuando mi madre se estaba mirando en un espejo colgado de la pared aproveché para echarle la lengua a mi querido hermano. Él no me respondió pero con su mirada fulminante me lo dijo todo. Michael preparó su mochila y fuimos caminando y charlando hasta el instituto. Cuando lo vi casi me caigo muerta para atrás, era muy pero que muy grande para mí, ¿me perdería? Pues claro.
-¿Qué te toca ahora?
-Mates, qué mierda...-dijo él. Obviamente es alérgico a las matemáticas.- ¿Y tú?
-Yo lengua. Tengo que irme.
-Aún falta mucho.
-Ya pero necesito encontrar mi taquilla, mi clase...y voy a tardar un milenio, así voy ahora y no me meteré en líos tontos.
-Vale, yo voy a estar aquí jugando con el móvil.
-¡Ay! El Candy Crush ese te está dejando frito.
-Venga, adiós
-Adiós.- le di un beso en la mejilla y fui hacia dentro. Unas mariposillas recorrían mi cuerpo entero. Menos mal que encontré mi taquilla, guardé libros y demás. Después fui en busca de mi clase y me tropecé con una chica:
-Perdón.- recogí sus libros del suelo, y ella los míos. Después nos los intercambiamos con sonrisas en nuestros rostros.
-No pasa nada, ¿eres nueva?
-Sí-..
-Y te llamas...-se quedó en silencio hasta que me di cuenta de que tenía que responder.
-Kiara.
-Qué nombre tan extraño...
-Dímelo a mí. -le sonreí. - ¿Y tú?
-Yo me llamo Irene. Espero que nos veamos a menudo, creo que tenemos cosas en común.
-¿Sabes donde está la clase de lengua?
-Sí, subes esas escaleras, caminas recto un poquito y giras a la izquierda. No hay pérdida.
-Vale, muchas gracias. Adiós.
-Adiós.
-Si tienes alguna otra pregunta puedes recurrir a mí en cualquier momento, seguramente querrás tener amigas aquí. – sonrió levemente.
¡Mierda! Ya tenía una amiga, y yo que no quería tener ni amigas, ni compañeras ni nada...
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¡Hola! Esta es mi nueva novela Incontrolable (Luke Hemmmings). Esta es mi primera novela en Wattpad y espero que os guste. Por favor leedla y decidme qué os parece, vuestra opinión me importa mucho :3
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-Chris-
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Incontrolable (Luke Hemmings)
FanfictionEmpecé una nueva vida en otro país, entonces fue cuando le conocí. Me acompañó en todo mi viaje, siempre a mi lado. A pesar de todas las infidelidades, de todas las mentiras, de todas las estúpidas discusiones... A pesar de todo eso, y gracias a él...