Capítulo 11

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29 de Septiembre del 2017.


Es tan relajante llegar el viernes a casa, quitarse el sostén, los zapatos, y tirarse con todo el peso del cuerpo en el sofá.

Como soy un poco masoquista, admito que me gustaría un poco de calor humano. Calor humano masculino. Calor humano masculino de mi novio. Calor humano masculino de mi novio que se llama Frank.

— Te extraño, Frank. — admito en voz alta.

Nadie me escucha así que no me avergüenzo.

Me pongo de pie a regañadientes y camino hasta la cocina para prepararme la merienda.

Llego hasta la cocina arrastrando los pies, considerando adoptar una mascota.

Me río irónica.

No soy buena cuidando de otro ser vivo, apenas me acuerdo de que tengo que merendar cuando vuelvo del trabajo; en el trabajo, Gill es la que tiene que recordarme tres veces que tengo una hora para salir almorzar. Y sale conmigo para verificar que lo haga. Para cuando llega la cena, Frank suele prepararla o me devoro una bolsa de papas.

— Pésima dieta. — murmuro para mi sola mientras pongo a hervir el agua para el té.

Busco las galletas en la alacena, logro dar con el paquete sin ver pero cuando bajo el brazo es el incorrecto. Estas son las galletas especiales de la abuela Alice.

De repente, imágenes de ella con Damian el domingo pasado se abren paso en mi mente.

No puedo evitar pensar en que Damian tuvo algo que ver con la muerte de mi abuelo. Tampoco puedo evitar pensar que fui una estúpida al dejar a mi abuela con el asesino de su esposo.

— Soy una mierda. — me digo a mi misma, aún con el paquete de galletas en la mano.

Me llevo una galleta a la boca. Tras la primera mordida la escupo en mi mano. ¡Son asco!

— ¿Cómo hace para comer esto sin enloquecer? — me pregunto. Frunzo el ceño, ¿Por qué estoy hablando sola?

Ya perdí la cabeza.

El agua ya hirvió, apago la hornalla y vierto el agua en la taza.

Como mi mente sigue pensando en Damian, mi abuela y mi abuelo, no me doy cuenta cuando una gran cantidad de agua cae en mi mano.

— ¡Carajo! — chillo.

Busco el botiquín de primeros auxilios que suelo tener en el baño. Busco la pomada que encuentro vencida.

Después quiero tener una mascota...

Importándome un comino la fecha de vencimiento me aplico la pomada caminando hacia atrás para sentarme en la tapa del inodoro.

Estoy por sentarme cuando el timbre suena.

— ¿Quién molesta a esta hora? — pregunto en vos más alta de la que pretendía.

— ¡Tu mejor amiga con una cena como la gente! — dice la inconfundible voz de Gill Jones, del otro lado de la puerta.

Riendo, giro la llave y la hago pasar.

— Vine porque estaba aburrida en casa y me dije "¿Qué será de mi mejor amiga sin su novio?", "¿Quién la arropará por las noches?" — dice fingiendo ser la voz de sus pensamientos.

— Tú serás la que haga todo eso porque me amas. — Respondo — Es el deber del mejor amigo. —

— Deber mis ovarios. — responde caminando a la cocina para dejar las bolsas sobre la encimera. Observa las galletas de la abuela Alice preguntando si puede tomar una.

Muerta en vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora