Capítulo 8

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24 de Septiembre de 2017.


— Que tenga un buen día. — me dice la amable cajera que me atendió en el supermercado que queda a pocas calles de mi departamento.

— También tú. — le digo y le sonrío al mismo tiempo que guardo mi billetera en mi bolso y tomo las bolsas para salir de allí.

Un amable señor me abre la puerta al ver que voy cargada y se lo agradezco.

Una vez afuera camino las seis calles que me separan del edificio.

A pesar de que el otoño ya se está mudando de apoco, hoy es un lindo día soleado. Por eso aproveché a hacer unas compras. También a hacer un poco de limpieza en mí casa.

Pensar en eso me amarga un poco el día.

Pensar en eso me hace pensar en que debo empezar a empacar, para mudarme con Frank, con el cual estoy peleada al punto de no haberlo llamado hoy.

Suspiro con pesar al mismo tiempo que me fijo que el semáforo esté en rojo, y eso me hace reír con amargura. Me volví un poco paranoica desde que casi "me mata", como dice Gill, aquel auto. Pero Damian me salvó.

Damian...

Debería sentir calor de pensar en tan atractivo hombre pero lo único que me causa es escalofríos. ¿Eso es normal?

Después de haberme quedado hasta tarde trabajando pensé en llamarlo pero cuando vi que eran casi las tres de la madrugada me retracté. El pobre debía de estar durmiendo.

Termino de pensar en todo esto cuando estoy en la puerta de mi edificio y busco las llaves como puedo dentro de mi bolso. ¿Por qué llevo tantas porquerías dentro de él?

Una vez que doy con ellas, abro la puerta y cierro con el pie. Camino hasta el ascensor y de paso saludo al portero que está limpiando el espejo del vestíbulo. Me bajo en el piso cuatro y voy hasta la puerta B.

Acomodo todo lo compré y me vuelvo a sentar en la sala para ver la pared color naranja que tengo frente a mí.

Es la pared que debería haber pintado hace mucho con el estúpido de Frank.

No quiero pintarla, es la única pared que está pintada en todo el departamento y le da algo de alegría al lugar. Me da lástima.

En medio de mi admiración por la pared que yo misma pinte, suena mi celular anunciando un mensaje. Es de Leslie.


"Haylee regresa mañana, espero que todo vuelva a la normalidad. Que tengas un buena día Victoria."


Sonrío de alivio al leer ese mensaje. Es como si me quitaran ochocientos kilos de encima.

Escribo mi respuesta que consiste en un simple "okey" y un pulgar hacia arriba, el cual Leslie deja en visto.

Cierro la aplicación y me quedo mirando mi fondo de pantalla. Somos Frank y yo la noche que nos comprometimos. Él sonríe a la cámara con el brazo estirado y con la otra sobre mis hombros mientras que yo le estoy dando un beso en la mejilla tan fuerte con los ojos cerrados. Y muestro mi mano con el anillo a la cámara.

Es tierna.

Siento un nudo en la garganta ante la discusión de ayer por teléfono. Admito que me comporté como una nena caprichosa porque a fin de cuentas es su trabajo, pero también el tiene que avisarme de que esas cosas pueden llegar a pasar. Nunca le pasó hasta ahora y me gustaría que si vuelven a pasar en el futuro me lo dijera. Se trata de confianza y saber de que el otro está bien en donde está.

Tomo aire de manera exagerada para juntar el valor para marcarle. Lo hago pero me acobardo al primer tono y presiono el botón rojo. No puedo.

En ese momento en que veo el número de Damian en la pantalla.

Me quedo mirando su nombre en la pantalla y me pregunto si... ¡A la mierda! Quiero hablar con alguien y sé que Gill no es mi mejor opción ahora. Siempre suele echar sal a la herida y comenzaría a hacer su estúpido análisis de "Pros y Contras".

Tomo aire nuevamente y marco.

Un tono.

Dos tonos.

Tres tonos.

— ¿Hola? — escucho que contestan del otro lado.

— ¿Damian? —

— Sí, ¿Quién habla? — pregunta él. Puedo notar la duda en su voz.

— Soy Victoria. La chica siempre le estas salvando el trasero de morir...— respondo y escucho como se ríe. Eso me hace reír a mí — ¿Cómo estás? —

— Muy bien. ¿Y tu Victoria? —

Mi nombre en sus labios suena como si fuera algo misterioso. Como si yo fuera una mujer peligrosa o como si estuviéramos hablando de alguien de la mafia.

— Muy bien, al menos no estoy muriendo. Gracias por preguntar. — es mi respuesta.

— Me alegra escuchar eso. — responde y nos quedamos en silencio por unos minutos más hasta que yo decido romper el silencio buscando las palabras adecuadas para lo que estoy por hacer. — Quería invitarte a mi casa esta tarde. — digo de forma apresurada y atropellada.

Escucho como toma el aire (supongo, por la sorpresa) y luego otra vez el silencio incómodo.

— Iré. — dice finalmente. Le doy mi dirección y después de despedirnos corto la llamada.

Una sonrisa de tonta se me empieza a formar en la cara y siento un cosquilleo en la panza. Esto puede ser bueno.


Damian.


Esto se va a poner feo.    








N/A: Ay Damian... feo es tener pilas de exámenes y haber estudiado poco, eso es feo.

Buenas tardes gente hermosa, gente bella, gente bien hecha ¿Cómo están? 

Aquí un capítulo express, cortito como patita de chancho para no perder la costumbre. Un beso grande y nos vemos en los comentarios.



Muerta en vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora