Escuchar hablar a Jullieth Lewis sobre mi "supuesto" primer encuentro con la pequeña Victoria me hace sonreír.
Fue el día que falleció el viejo Thomas Whelan.
¿De qué?
De un infarto, producto de su resistencia a partir de este mundo por querer despedirse de su amada esposa. Pero no está en él decidirlo, y en mi tampoco. Por eso opté por la salida más rápida.
Volviendo a Victoria, se lo que está pensando en este preciso momento y no, no era yo con quien habló ese día. Era un loco que tenía cierta atracción hacia las niñas pequeñas.
Además, ¡Era mucho más viejo que yo!
Un año después de que la tía de Victoria le cerrara la puerta en su puñetera cara, me lo llevé.
Muchas personas estuvieron muy agradecidas conmigo ese día. En especial su última víctima.
Vuelvo mi vista hacia la ventana, por donde observo a la familia de Victoria.
La dulce Hannah Lewis duerme en los brazos de su madre. Más allá, Victoria está sentada frente a la chimenea, dándole vueltas al asunto.
No podías ni imaginarlo, Victoria.
Un ruido me hace desviar la vista. Cuando volteo me encuentro con el perro de los Smith, los vecinos de Alonso Sousa.
Odio a estos animales. Siempre pueden verme o percibirme y alertan a todo el mundo.
Por suerte puedo manejar quien me puede ver y quién no.
Chasqueo mis dedos en dirección al perro y éste lanza un chillido antes de alejarse corriendo.
Si, y si vuelves a acercarte será peor.
Vuelvo mi atención a lo que estaba y veo que Victoria se pone pie junto con Jullieth.
Ésta última se acomoda mejor a su hija en sus brazos y, tras saludar a Margareth, salen de la casa acompañadas por Alonso.
Margareth se queda sentada en la sofá, frente a la chimenea, acariciando su barriga con la mirada perdida en el fuego.
No es nada personal, Margareth.
Entro en la casa sin ser visto.
Cuando paso por la puerta, Alonso y Jullieth están bromeando acerca de Victoria recibiendo a su novio el lunes.
Pongo los ojos en blanco.
Si es que llega al lunes.
Sigo hasta la sala y me paro frente a Margareth. Ella no puede verme, pero se estremece. Me siente.
Me acerco más a ella y coloco mi mano sobre su muy abultado vientre.
— No es tu momento, pequeña. —
Me agacho hasta tener los labios a la altura de panza y Margareth toma una bocanada de aire.
— Tranquila, tú estarás bien. — la tranquilizo, a pesar de que no pueda oírme.
Acerco mi rostro a su muy abultado vientre y deposito un suave beso sobre su ombligo. Al segundo, Margareth siente una contracción y emite un grito que hace alertar a toda la casa.
Sus parientes llegan en un abrir y cerrar de ojos.
Están pálidos.
— Alonso...— gime Margareth, algo asustada — Alonso, todavía no debe... —
Y ahí es cuando sucede.
Una mancha color roja comienza a expandirse por sus pantalones claros, haciendo que Victoria chille.
— ¡Alonso! — grita Margareth, espantada. Y éste, sin titubear, corre a tomarla en brazs y todos juntos corren hacia el auto. Dejando todas las puertas abiertas a su paso.
La pequeña Hannah se despierta llorando por todo el ruido.
— ¡Llamen a la guardia y avisen que ya vamos! — ordena Alonso arrojándoles su celular a las mujeres, una vez que acomoda a su esposa en el asiento trasero.
— En seguida. — contesta Victoria, la que atrapó el teléfono en el aire.
— Saldremos en cuanto termine de hablar. — dice Jillieth, dejando a una Hannah Lewis inquieta en el piso.
Alonso parece no escucharla porque pisa el acelerador y sale disparado en dirección norte, rumbo a la maternidad.
Observo todo en silencio. En realidad, yo tendría que irme con ellos.
— Hola... Sí, mi tía va en camino, está en labro de parto... Está perdiendo sangre... Margareth Sousa... Gracias. — balbucea desesperada y corta.
— Me iré a casa a dejar a Hannah. Luego los alcanzo. — le dice Jullieth.
— Esta bien, le avisaré a mamá y a papá. No le digamos a la abuela Alice hasta no estar seguros.
Jullieth dice de estar de acuerdo con Victoria, sube a su auto con su hija y se va.
Me quedo observando a Victoria, quien se pasa las manos por el pelo, tomando grandes bocanadas de aire mientras se ordena a ella misma calmarse.
Eso podría ser de ayuda.
Podría llevármela ahora. Podría...
Pero no.
Y me odio por eso.
Suelto aire, resignado, y me voy.
Debo estar con Margareth cuando ese bebé salga.
N/A: Han pasado 84 años... ¡Y AQUÍ TENEMOS CAPÍTULO!
Me parece que Damian está en crisis existencial. ¿Habrá psicólogo para una persona como él? Si saben, avisen.
Un poquito de auto-spam: tenemos nueva obra, nuevos personajes y nuevos amigas. Pásense por mi perfil para conocerlos. O como digo yo, la sala de espera. Pero con mejores cosas para leer que las revistas esas jaja
Un sonoro beso en la mejilla de tod@s y nos leemos en los comentarios
xoxoxoxoxo
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Muerta en vida
Science FictionVictoria Elizabeth Williams tiene una vida comoda y de la que no se queja. Familia amorosa, un prometido al que ama y él a ella, amigos y un trabajo fijo son algunas de las cosas que conforman esa vida feliz. Damian Black viene a buscar a Victoria...