Capítulo 25

39 6 10
                                    


23 de marzo de 2018.

Me gustaría saber quién fue el inventor de las despedidas de soltera. Para darle las gracias. ¿Por qué? Porque al menos me puedo ir de esta vida con merecida despedida.

Gill tuvo la brillante idea de empezar por emborracharnos en mi casa. A la décima botella se nos ocurrió llamar a Kate, Haylee y el resto de las mujeres que conocemos para salir de discotecas. Incluso invitamos a Mary, la novia de mi hermano.

No habían pasado ni treinta minutos y el departamento de Frank ya estaba abarrotado de mujeres desnudas corriendo de acá para allá decidiendo que ponerse y como maquillarse.

Luego, mi cuñada se ofreció a ser conductor designado, a la cual nadie se opuso. Ya éramos seis mujeres demasiado ebrias como para protestar.

Ahora estamos en una discoteca bastante… peculiar.

— ¡Me contaron que tenemos una ex-soltera esta noche! — anuncian por el micrófono.

Gill me sonríe con malicia y grita, delatando mi ubicación. Seguida por la demás que hacen lo mismo, coreando mi nombre.

Riendo como una loca, levanto la mano.

— ¡Sube al escenario guapa! — me invita el locutor.

Gill me empuja de la silla, casi caigo, pero un hombre con más músculos que los que una chica pueda imaginar me sostiene y me guía al escenario agarrada de la mano.

Muerta de vergüenza, subo al escenario, procurando que no se me levante el vestido. Desde donde estoy, puedo ver a las chicas en la barra, coreando mi nombre y alentándome a lo que sea que esté haciendo.

— ¡Muy bien! — dice el locutor. Al mismo tiempo que unas sirenas de policía suenen por todo el lugar dejándome sorda — ¡Oh, es la policía! ¿Qué has hecho guapa?

Un tipo musculoso sale de un costado disfrazado de policía moviendo las caderas al compás de la música que suena.

Es demasiado gracioso. No puedo parar de reír.

Me toma de la mano y me hace dar una vuelta. Río porque me mareé y casi caigo.

—¡Palpalá, palpalá, palpalá! — gritan mis amigas.

El “oficial” me toma de la cintura y baila pegado a mí. Luego desliza sus manos por todo mi cuerpo, sobre la ropa, deteniéndose unos segundos en mis caderas y en mis costillas.

— ¡Algo escondes guapa, porque se te acusa de ser muy sexy! — anuncia el locutor.

Después de eso, solo baile con dos strippers disfrazados de oficial a los cuales me hicieron palparlos. Uno me tomó de la muñeca y me hizo deslizar mis dedos por su entrepierna. Asqueroso.

Un segundo después, Gill se suma al acto y creo que no estaba viendo a mi amiga, sino que a una persona completamente diferente.

¿¡Gill sabía bailar!?

Da un espectáculo digno de una medalla sin vergüenza alguna. Incluso esposó a uno de los oficiales y se refregó contra él.

Por suerte esa locura sólo duró media hora y pude bajarme del escenario como pude.

La bebida ya me está afectando las piernas.

La música vuelve a sonar y todo el grupo nos acomodamos en medio de la pista para bailar a nuestro antojo.

En un momento a otro, el DJ pone una canción en español. Como sé que Gill sabe español, le pregunto acerca del tema y ella me dice que es un ritmo latino llamado Reggaeton.

Me traduce las primeras estrofas y deduzco que es un ritmo muy candente, casi sexual. E involuntariamente me hace mover las caderas al compás de la canción.

Me dejó llevar, ignorando a todas a mi alrededor.

Doy media vuelta, moviendo el trasero, con una mano en alto, cuando me choco de frente con alguien.

— Lo siento, guapo.

— Valla, es lo más lindo que me has dicho desde que te conozco.

Enfoco la vista al mismo tiempo que una luz rosa ilumina la cara de Damian.

Me río.

— No serías capaz de llevarme en mi despedida.

— Por supuesto que no. — responde por encima de la música — Un trato es un trato.

La música cambia por otra en español, del mismo estilo que la anterior. Esta vez canta un hombre.

Es pegajosa.

Tomo las manos de Damian y comienzo a mover las caderas de nuevo para que se una a mí.

— Vamos. — lo aliento — No seas tan frío.

Me río a carcajadas de mi propio chiste.

— ¿Tú sabes lo que dice esta canción? — me pregunta.

— Ni puta idea. — contesto encogiéndome de hombros y riendo — La vida es así, una canción que no entiendes pero igual la bailas o disfrutas.

Eso logra sacarle una sonrisa.

Harta de que se quede en un lugar, decido bailar sola. Muevo todo el cuerpo en perfecta sincronía con la música, me meneo, doy vueltas, grito, todo alrededor del cuerpo estático de Damian.

Lo cual me hace reír.

— Vamos Damian. Baila conmigo.

Él suelta el aire y me toma de más manos para atraerme a su cuerpo.

— Hace mucho que no bailo. Diana y yo solíamos hacerlo a menudo. Ya no lo hago pero si he aprendido.

Sin darme tiempo a contestar, me hace dar media vuelta y pegarme a su muy trabajado cuerpo.

Me dejó llevar por sus perfectos y sincronizados pasos. Este baile es como si estuviéramos teniendo relaciones sexuales con ropa.

Supongo que el Reggaeton es para mayores de edad ¿No?

— Toda mi vida te la pongo a tus pies… — canturrrea Damian en mi oido — Eso dice la canción.

Impresionada, sigo bailando con él hasta que la canción termina y cambia por una en inglés.

Sin aliento, me quedo observando al hombre que tengo frente a mí. El cual me acaricia la mejilla con el dorso de la mano.

— Disfruta del resto de la noche. Nos vemos pronto, mi ángel.

Y desaparece entre el gentío.

— ¡Wow, Vick! — me sobresalta Kate — Ese baile sí que fue otra onda.

— Menudo compañero. — comenta Haylee — Dejanos algo, futura señora Evans.

Me río a carcajadas de lo que siguen comentando mientras nos dirigimos en dirección a la barra. Donde Gill me espera con una copa en la mano para mí y otra para ella.

— ¿Damian sabe que eres casada?  — me pregunta arqueando una ceja.

— Más que nadie.

— Ten cuidado con él.

Llegas tarde Gill.










N/A: Muy buenas noches estimados lectores míos. Que mejor que cerrar este fin de semana con una buena joda.

Y que mejor de mejor con un buen Reggaeton ;) los dejo adivinando el tema.

¡YA QUEDAN SOLO DOS CAPÍTULOS!

IMPAKTADA.

Que tengan dulces sueños, un beso grande como el continente americano, y nos leemos en los comentarios x

Muerta en vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora