Damian

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¡¿Pero qué mierda acabo de hacer?!

Por todos los cielos, tenía que dejar que pase. Debía dejar que pase.

Ahora la estoy cargando en brazos hacia el hospital Saint Thomas.

Y lo que hace que esto sea aún peor es que tengo a Gill Jones corriendo delante de mí, apartando a todo el que se cruce en mi camino.

La siento fría pero eso me importa poco.

Llegamos al hospital y después de decir quiénes somos, traen una camilla y me la quitan de los brazos.

De nuevo maldigo para mis adentros.

Se supone que debo tenerla en mis brazos. Conmigo e irme de este lugar.

Me siento en la sala de espera.

Bueno, al menos mi error será productivo. Hoy también debía venir por Quinn Collins. Así que... no estoy tan mal.

— ¿Cómo te llamas? — escucho que me pregunta Gill Jones cuando se sienta a mi lado.

Buena pregunta Jones.

— Damian. — respondo sin mirarla.

— Gracias Damian. —

— Sí, claro. — respondo poniéndome de pie. De verdad que no hay nada que agradecer.


***

Veo ingresar a Georgia Willams, Harrison Paul Willams y Dean Kevin Willams a la habitación de donde se encuentra Victoria Elizabeth Willams.

— ¡Despertaste! ¡Casi me matas del susto! — exclama Gill Jones entrando junto con ellos y luego cierran la puerta.

Río con amargura.

Oh Gill Jones... créeme que te falta mucho para que eso suceda y no será de un susto.

Sigo sentado en la sala de espera.

No sé cómo explicar el por qué quiero saber cómo se encuentra.

— Quiere verte. — me dice Gill Jones.

No tengo idea de cuánto tiempo llevo aquí sentado.

Asiento y me pongo de pie para seguirla hasta la habitación.

Cuando entro me quedo de pie cerca de la puerta.

Al verme se queda perpleja.

— Hola. — es todo lo que le puedo decir.

Ella parpadea y frunce un poco el ceño. Creo que me reconoció.

Me observa por unos segundos hasta que noto como se envuelve con sus brazos por el frio que seguro debe de estar sintiendo.

— ¿Quieres que llame por una frazada? — le pregunto.

— No gracias. — murmura.

— Los dejaré solos. — dice Gill Jones y escucho como cierra la puerta.

Vuelve a envolverse con sus brazos y veo como su pálida piel se vuelve más pálida.

— De verdad ¿Quieres que llame a la enfermera? — vuelvo a insistir. Si sigue bajando su temperatura corporal ya no habrá vuelta atrás.

— Por favor. — dice tiritando de frio.

Salgo del cuarto preguntándome de nuevo por qué estoy haciendo esto. Unos minutos después me encuentro con la enfermera Brown y le pido unas frazadas.

Volvemos al cuarto y la enfermera Brown se acerca para acomodarle la frazada y se preocupa porque esté bien abrigada, y sale diciendo que llamemos si necesitamos algo más.

Veo que mejora y sus mejillas toman algo de color.

— Tengo cosas que hacer. Un gusto, que tengas buena vida. — digo y salgo de ahí casi corriendo.

Un segundo más y no lo soportaría.


***

Quinn Collins me sonríe en cuanto me ve.

— Te he visto antes. — comenta.

Sonrío.

— Según lo que recuerdo eras más pequeña y tenías un poquito más de cabello. —

Ella asiente y se rasca su calva cabeza.

— ¿Es normal que sienta frio? — me pregunta.

Asiento.

— ¿Quién me recibirá cuando llegue? — vuelve a preguntar.

— Tu abuela a estado preguntando por ti. Y tu tía también. — respondo encogiéndome de hombros.

Ella esboza una gran sonrisa y me pregunta si su perro de cuando era niña también la espera.

Respondo que sí aún que lo podrá ver solo unos segundos, al igual que el resto de sus parientes.

— ¿Te despediste de tu madre? — le pregunto acercándome a los pies de la cama.

— Si, anoche. No se lo dije directamente pero si. — responde.

— Bien. — digo rodeando la cama y acercándome a su lado.

— ¿Dolerá? —

— Te prometo que no. Todo eso quedará atrás. —

Tomo su mano y beso su frente.

Ya está.

Lo bueno es que supo que vendría por ella y no se resistió.

Salgo de allí antes que su madre me vea.

Unos segundos después escucho como la misma llora y grita por todos lados haciendo que el hospital se ponga en marcha.

Me gustaría pasar a ver a...

No, debo salir de aquí.

Muerta en vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora