Observo con fascinación cada una de las velas de mi familia. Cada uno de ellos, según lo que me dijo Damian, con una vida plena. Salvo por los mayores, pero es algo bastante obvio.
Termino de examinar la vela que representa a mi prometido, quien tiene una larga por vivir. Junto a mí. La idea me hace sonreír.
— ¿Puedo ver la mía?El rostro de Damian adopta un semblante más… ¿Triste?
Con un sonar de sus dedos atrae una vela delgada, casi extinta y con una llama muy débil en comparación con todas las que me enseñó.
¿Qué cojones?— ¿Esta…? — es todo lo que puedo decir en un hilo de voz.
— Si. — responde él al entender mi pregunta.
Siento que el alma me abandona el cuerpo (irónico) y con manos temblorosas, me atrevo tocar mi vela. Mi vida.Esta caliente, por eso aparto la mano inmediatamente.
Oh, Señor.
Tomo grandes bocanadas de aire.
Esto no está pasando.
Estoy en un sueño, en una pesadilla.
Él no es la muerte y yo no…
— ¿Me voy a morir? — pregunto con un nudo en la garganta.
— Si. — contesta Damian, como si fuera una pregunta muy banal.
— Pero yo… Frank… él y yo… — balbuceo al pensar en la vela de Frank a comparación con la mía. Él tiene una vida, y yo… nunca voy a poder… — ¡Un segundo! — exclamo al entender, o eso creo — ¿Se supone que yo debía morir atropellada aquella vez?
— Si…
—¡Deja de responder solo que si, joder! — le grito llevándome las manos al pelo — ¡Basta de “si, si, si”! ¡Me estás diciendo que me voy a morir en cualquier segundo y tú lo haces parecer como si te estuviera haciendo una estúpida pregunta sobre el clima! ¡¿Sabes lo que me estás haciendo, lo que me estás diciendo?! ¡Tengo una vida que amo, una familia amorosa, tengo salud, trabajo! ¡Dios, estoy comprometida! Y lo único que hice la última vez que hable con él fue discutir…
Esa última oración se me sale de los labios junto con lágrimas silenciosas.
No me di cuenta que estaba caminando en círculos como león enjaulado. Un león enjaulado que en cualquier momento se enfrentará al gladiador. Y este gladiador sabe cómo matar al león.
Me quedo quieta frente a Damian, él no dice nada, tampoco lo expresa.
Frunzo los labios al mismo tiempo que levanto la mano. Damian no se cubre, acepta lo que yo creo que se merece, y por eso no puedo hacerlo. ¿Qué sentido tiene? Esto no es decisión mía.
Al final, te das cuenta que la vida no es más que un regalo de oferta limitada.
Me doy vuelta y suelto un sollozo al mismo tiempo que sorbo por la nariz y me limpio las lágrimas con el puño.
Debí morir atropellada por un auto.
Pero… también debí morir atragantada por una tarta, debí morir a manos de un hombre que me quería violar… todas esas veces…
— ¿Qué pasó?
Espero unos segundos pero no hay respuesta. Volteo a verlo y éste me ve confundido.
— ¿Qué pasó todas esas veces? ¿Por qué no me fui a la primera? Ni en la segunda, ni en la tercera.
Parece entender de lo que hablo y toma una bocanada de aire antes de mirar hacia arriba. Como si allí habitara la respuesta.
— ¿Qué pasó? — vuelvo a insistir, resultando cada palabra.
— Victoria…
— No es muy difícil la pregunta que te estoy haciendo.
Me seco de nuevo las lágrimas mientras espero la puta respuesta.
Suelta el aire, resignado.
— Me enamoré.
Su respuesta me deja sin palabras. ¿Se enamoró?
— ¿De quién? — pregunto temiendo la respuesta.
Su silencio dice más que mil palabras.
Acorto la distancia entre nosotros y sin que lo vea venir, le estampó la palma de la mano en el rostro.
— ¡Eres un jodido bastardo! — grito con todas mis fuerzas.
En ese momento, escucho ruidos. Y se me eriza la piel.
Mi instinto me pone a alerta y me siento observada, como si estuviera a punto de ser cazada.
Damian ve detrás de mí y abre los ojos de más.
— Vámonos. — dice antes de tomarme del brazo, y pesar de mi resistencia, vuelve a besarme en los labios y me desmayo. Otra vez.
****
Abro los ojos y me incorporo de golpe, recuperando el aire. Me llevo una mano al pecho para sentir los latidos desbocados de mi corazón.
Observo a mi alrededor. Estoy en mi cuarto, recostada en mi cama.
A mi lado, Damian se sienta en el borde de su lado.
Me fijo la hora en mi mesita de noche. Las siete de la tarde.
— Victoria, yo…
— Vete. — le ordeno sin mirarlo.
— Entiende que…
— Quiero que te vayas de mi casa. — vuelvo a decir. Esta vez en un tono de voz más alto y más firme.
— Está bien.
Lo escucho abrir la puerta de mi habitación y cerrarla. Unos segundos después hace lo mismo con la puerta de entrada.
Y sumida en el silencio y oscuridad de mi hogar, me hago una bolita en las sábanas y suelto un llanto desgarrador desde lo más profundo de mi alma.
N/A: ¡Buenas noches mis bellezas!
El drama trajo su equipo de campamento y planea quedarse un laaaaaaaargo rato.
Acomodense y relajense mientras traígo las palomitas de maíz.
Recordatorio: por si no lo saben, en mi otra historia se está haciendo un concurso. Estas más que invitado a participar.
Podés encontrar más detalles en mi cuenta de Instagram.
Un beso del tamaño de una bañera imperial y nos leemos en los comentarios.
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Muerta en vida
Ciencia FicciónVictoria Elizabeth Williams tiene una vida comoda y de la que no se queja. Familia amorosa, un prometido al que ama y él a ella, amigos y un trabajo fijo son algunas de las cosas que conforman esa vida feliz. Damian Black viene a buscar a Victoria...