Cap.15

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No puedo creer que ya todo haya pasado. Miro por la ventana, veo pasar el paisaje verde tostado junto al mar que me ha acompañado este mes de agosto y que me trae tan buenos recuerdos. Las olas golpeando suavemente la orilla en algunas zonas y batiendo bruscamente las paredes de los acantilados, las gaviotas atravesar el cielo anaranjado con el ya casi atardecer sobre la isla, niños jugando con la arena de la playa…

Supongo que esto es lo que tienen los buenos veranos, momentos inolvidables que sabes que, aunque puede que vuelvas al lugar, en el fondo nunca se van a repetir, nunca serán iguales. Es entonces cuando tienes que enfrentarte de nuevo a la realidad, las rutinas, las obligaciones, nuevos cambios…

Saco mi maleta del maletero del autocar que me ha traído hasta la puerta del aeropuerto de Ibiza. Mi abuela no tiene coche asi que ya me despedí de ella antes de salir en la parada del bus.

-         Bueno cariño, ¿estás segura de que no te dejas nada?- me dice dulcemente.

-         Si abuela, si no, me lo traes a Madrid cuando vuelvas- la respondo. Ella me acaricia la mejilla con una mano.

-         Ay, hija mía…gracias por pasar conmigo estos días- la doy un abrazo.

-         Gracias a ti, abuela, te quiero muchísimo- la digo, el nudo comenzando a formarse en mi garganta. En esto que veo el autobús pararse frente a nosotras y la gente comenzando a subir. 

-         Ya sabes que te tienes que bajar en la segunda parada y allí coger el que te  lleva al aeropuerto, estate atenta y no te la saltes- me recuerda mi abuela.

-         De acuerdo, no lo olvidaré- la digo subiendo al autobús. Cuando ya estoy sentada veo a mi abuela por la ventana decirme adiós con la mano y no puedo evitar que se me salte una pequeña lágrima mientras yo la digo adiós de vuelta hasta que la pierdo de vista.

Cuando me dan mi tarjeta de embarque, busco la puerta que corresponde a mi vuelo y me siento con mi bolsa de mano. Saco móvil y miro la hora. Las ocho y media ya. Se supone que debo montar en el avión a las nueve. Ayer a estas horas estaría en el ático de Niall preparando una barbacoa con los otros dos chicos. La verdad es que fueron súper agradables conmigo. A partir de la conversación con Harry en el balcón, éste se mantuvo un poco más amable conmigo, aunque aún  bastante reservado en comparación con Liam, que, además, con un par de cervecitas encima estaba mucho más dicharachero que cuando le había conocido unas horas atrás. La verdad es que disfruté bastante de su compañía y me di cuenta de que, a pesar de la fama que llevan a las espaldas, son chicos bastante normales.

Harry y Liam cogían su vuelo de madrugada, sobe las 5 de la mañana creo que le escuché a Harry decir, asi que supongo que ellos ya habrán llegado a Londres de sobra. Harry. Me hubiera gustado haber terminado mi conversación en el balcón con él, que me hubiera respondido a mi pregunta. Supongo que la respuesta hubiera sido un “sí”, pero aún así quería, no sé… comprobarlo supongo.

Harry es uno de los chicos más misteriosos que he conocido jamás. Se mostró bastante reservado todo el día, excepto el momento en que tuvo esa conversación con él. Pareció como si se hubiera relajado un poco charlando conmigo, totalmente al contrario que yo, que estuve nerviosa desde el primer momento en el que me crucé con sus ojos verdes.

-         Bueno chicos, yo me voy a ir yendo ya- les digo mientras recogemos los platos que hemos utilizado para cenar. Yo había propuesto salir a algún sitio a cenar, pero teniendo en cuenta que voy con tres famosos, lo mejor era que nos quedáramos en casa tranquilitos, no nos podemos arriesgar a que pase otra cosa como la pelea de Niall hace semanas.

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