No lies, Just love 2T|| «Hopev»

Veintidós~

La casa se encontraba vacía... No, no era así, no podía ser cuando yo aún estaba aquí de pie mirando la puerta que sólo se había cerrado hace un par de segundos, la estela de frío que dejó a su paso daba vueltas alrededor de mí cuerpo helando cada fibra sensible que existiera dentro de mí... Pero verdaderamente así se sentía, en absoluta soledad, no había calidez, no con el frío rondando sin descanso, estaba oscuro, desierto y solitario, era como estar en un cuarto oscuro, encerrado sin poder ver la luz del día.

Hoseok se había ido y se había llevado hasta su esencia con él, no podía sentir ningún rastro de él en este lugar, el cual ya ni siquiera podía describir como hogar. Me quedé de pie en el mismo lugar por al menos unos cinco minutos, sabiendo que tenía que ir al trabajo, pero aún así no me importó y me quedé ahí, sumido en mi profunda ensoñación.

Ahora mismo me sentía como un alma en pena que empezó a vagar sin un rumbo, sin un lugar, ni siquiera con un objetivo en mente, solo queriendo encontrar su camino a la felicidad, queriendo encontrar la salida hacia el sueño infinito.

Después de haber vuelto en mí, caminé unos cuantos pasos hacía el sillón y me senté, era inevitable pensar en todas las veces que nos sentamos juntos para ver una película o alguna serie que estuviera de moda o incluso cuando nos acostabamos juntos, él me sostenía con sus brazos pegándome lo más que podía a él porque el espacio era tan limitado que podíamos caer, amaba poner mi cabeza en su pecho y oír los latidos de su corazón los cuales siempre se aceleraban si yo estaba cerca, amaba sentir sus dedos trazar círculos imaginarios en mi espalda o simplemente acariciar mi cabeza hasta que yo caía rendido en sus encantos, en su perfume, en el amor incondicional que éste me profesaba y que yo también le entregaba sin dudar.

Toqué con anhelo el sofá, aquel de color crema que ambos habíamos discutido para poder elegir, recuerdo esos días en que discutíamos arduamente por cual combinaba mejor con la casa. Él quería uno negro, según él, no se ensuciaria tan rápido pero yo quería uno café, porque era un sillón espacioso y lindo... Al final terminamos escogiendo uno de color crema. Reí de solo recordarlo, cerré mis ojos en busca de todos esos recuerdos para sentirme mejor.

Pero no funcionó.

Me sentí abatido de todo y por todo, así que me levanté con miedo y caminé hacía mi habitación donde al ver la cama automáticamente sentí la calidez del cuerpo de Hoseok. Fuí y di la vuelta hasta quedar en su lado de la cama, éste se veía tan ordenado pero a la vez se sentía frío, tan frío como un bloque de hielo, por acto reflejo lo desordené y me acosté en él, me abracé con todo lo que tenía a su almohada, casi como si fuera él, podía jurar que aún quedaba rastro de su perfume, ese perfume que le regalé para su cumpleaños número veintitrés y el cual nunca dejó de usar. Sonará extraño, incluso un poco tonto, pero siempre me he sujetado a los recuerdos.

"Nadie sabe el valor de los momentos hasta que estos se convierten en recuerdos"

Traté de aferrarme a la almohada pero fue tanta la frustración que terminé empapandola con mis lágrimas, las cuales ya ni me esforzaba en detener. Así me quedé unos momentos, llorando y derramando mi tristeza. Era horrible recordar todos los lindos momentos que pasamos en esta cama.

Cada vez que él regresaba del extranjero y me pedía que no dejará de abrazarlo hasta que él se durmiera o las veces en que me traía el desayuno a la cama... Siempre terminábamos peleando porque según él yo le quitaba todas las frazadas en la noche y yo le respondía que era yo quien tenía que aguantar sus ronquidos. Sabiendo que él no roncaba... O algo tan vano como ser despertado por sus besos en todo el rostro.

Todas esas cosas que recién ahora me podía dar el tiempo de analizar, recién en estas circunstancias tan horribles podía darme cuenta de toda la felicidad que me daba Hoseok, a cada hora y en cada momento de mi vida... Si yo estaba con él, era feliz... Es así como puedo vislumbrar con mayor facilidad lo feliz que era... Y lo tan infeliz que estoy siendo ahora que él se fué.