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Miro por la ventanilla del coche. Conozco el camino. Vamos al aeropuerto.

—Esa mujer no ha podido hacer esto sola. Tiene que haber alguien más detrás de todo esto. Es uno de los hospitales más prestigiosos y la estaban drogando mientras dormía.—siento que voy a vomitar.—Han manipulado sus exámenes médicos, por lo menos me han podido asegurar que pueden curarla.—le dice Dianne a Ryan.
Oh, gracias a Dios.
Gracias a Dios.
—¿Confías en todos los de tu entorno, Ana?—me encojo de hombros.—No podemos confiar en nadie, Ryan. Todo tiene que ser con la más absoluta discreción. Díselo a Christian. Llegaremos al fondo de esto.—dice con convicción y se gira mirándome con cariño.
—¿Quieres un calmante? Te vendrá bien dormir un poco.—me dice amable.—El viaje será largo y te vendría bien descansar.—no se si es una buena idea.—Solo quiero que estes bien. Cuando te pongas un poco mejor habláremos, ¿te parece bien?—asiento.

—Estoy muy cansada.—Ryan coge mi mano y la aprieta.

—Tranquila, te pondrás bien, cielo.Te lo prometo.—me dice mi madre desde el asiento delantero.
Sí, le importo, sí se preocupa por mí.
Siento una calidez extenderse por mi pecho.
Mi madre.
Que bien suena.

El chofer para el coche en las escalerillas de un jet y Ryan me coge en brazos y me saca del coche.

—No te preocupes por nada, Ana. Le haré saber a Christian que estás bien y en cuanto sea seguro saldrá pitando a buscarte.—sonrío débilmente.

—Cuídalo mucho, Ryan.—asiente.—Dile que lo amo.—sonríe con cariño y me besa la frente.

—Se lo diré. Cuídate.—lo veo hablar en la entrada del jet con mi madre. Miro a mi alrededor.

 Miro a mi alrededor

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Vaya, cuanto lujo.

—Buenas tardes señora Grey. Soy Estela, su enfermera. Voy a ponerle una vía para mantener la hidratación del cuerpo. ¿Le parece bien?—me dice amable.
Asiento.
Miro por la ventanilla.
Christian. Lo siento.
No quiero irme, quiero estar con él.
Pero algo está pasando y sé que no estoy segura en Seattle.
Mi madre sostiene mi mano.

—En cuanto Ryan tenga una línea segura podrás hablar con él. De mientras déjame cuidarte, cariño.—me besa y acaricia el pelo con cariño y yo siento el corazón encogido.
Cuantas veces he añorado un gesto así de ella.
—Lo siento mucho, mi niña. Siento mucho haber sido tan cobarde. Espero que me dejes contarte mi historia y puedas perdonarme.—vuelve a besarme el pelo.
Una mujer deja dos bandejas delante nuestra.
—Come un poco de sopa, cielo. Te vendrá muy bien. Será un vuelo largo.
• • •

—Ana, cielo, vamos a aterrizar.—abro lentamente los ojos y miro a mi madre abrocharme el cinturón.

—Te estás tomando muy enserio eso de cuidarme.—ella ríe con tristeza.—Lo siento, mamá.—ella me mira sorprendida y con la cara iluminada. Coge mi mano y la besa con adoración.

Mi gran Amor, Grey.#PremiosObsesiónGrey2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora