Epilogo

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Casa Jazmín. Saint Tropez.
17 meses después.

—Vamos, Proebe. Vamos a buscar a papi.—le tiendo la mano a mi pequeña que está sentada en la arena jugando con su cubito y su pala. Se levanta con dificultad ayudándose de sus manitas y me dedica una preciosa sonrisa. Esa que hace que le baje la luna. Sus preciosos rizos cobrizos enarcan su carita y sus ojos grises lo inspecciona todo. Mi niña es igual a su padre. Son dos gotitas de agua. Hace nueve meses que lleno nuestras vidas de alegría. La amamos con locura. Es la niña mas linda del mundo, muy espabilada y tremendamente inteligente.
Sonrío.
Sí, soy una madre orgullosa.
Proebe nos ha hecho ver la vida totalmente diferente, nos ha unido más si cabe y juntos nos volcamos para llenar a mi hija de amor incondicional.

—Papi.—me dice alegre y a mi se me derrite el corazón.

—Sí, papi.—la cojo en brazos y le doy muchos besitos en su regordeta mejilla. Ella ríe.

—Mami.—me coge la cara con sus dos pequeñas manitas y me besa la nariz.
Ay, me la como. La abrazo y le doy muchos besitos en la mejilla y le hago pedorretas en el cuello haciendo que se doble de risa y chille.
La incorporo en mis brazos y le acaricio el pelo.


Abro la cancela que da paso al jardín privado de nuestra casa. El olor a jazmín inunda mis fosas nasales. Me encanta estar aquí. Luisa está decorando una gran mesa, vistiéndola con un bonito mantel blanco con un precioso estampado azul, la vajilla de porcelana azul copas y cubiertos. Un gran centro de flores blancas preside la mesa. Está preciosa. Toda la familia vendrá a pasar unos días de verano con nosotros.
Estoy deseando verlos a todos.
Dejo a mi pequeña sentada en el cesped y ella protesta.

—Vamos, Proebe, tienes que aprender a andar. Sólo te falta un empujoncito.—ella lloriquea y me alza los brazos.—Te daré la mano.—niega y vuelve a alzarme los brazos.

—Señora Grey. Acaba de llegar el suministro de vino. Tiene que firmar la factura.—Luke me tiende un recibo y un bolígrafo.

—Luke, asegúrate que lo coloquen bien, por favor. Y deja en la cocina una caja de Sancerre,que ue alguien del servicio se ocupe de meterlas en la nevera.—asiente.

—Si señora.—cuando Luke se aparta de mi campo de visión jadeo.
Mi pequeña va andado hacia a su padre que la espera con los brazos abiertos y una gran sonrisa. Ella se tambalea un poco pero sigue andando hacia él que la anima. Cuando llega Christian la alza en brazos y le besa toda la carita. Ella ríe feliz, adora a su padre tanto como su padre la adora a ella. La coge y la tira al aire.—¡Ay dios!—Pero vuelve a cogerla sin problemas y ella se ríe pidiéndole más.
Él le dice algo y la deja en el suelo y le da la mano. Ambos vienen hacía a mi y yo los miro embobada.
¿Se puede ser mas feliz?
Mi mirada se encuentra con la de mi marido y me dedica su preciosa sonrisa tierna. Esa que te deja sin aire y que sólo me dedica a mi.
Esta igual de guapo y arrebatador que siempre. El dorado bronceado de su piel resalta más con esos pantalones cortos beis y la camisa blanca de lino abierta. Suspiro.
Me agacho y le abro los brazos a mi pequeña que se suelta de la mano de su padre y anda hacia a mi.

—Muy bien, cielo.—la cojo en brazos besando su carita y ella ríe.
Mi marido me rodea con su brazo y me besa el pelo.

—Hola, nena.—le sonrío.

—Hola, mi amor. ¿Has terminado de trabajar?

—Sí. Se acabó por hoy. Ahora voy a disfrutar de vosotras.—acaricia la mejilla de su pequeña pero Proebe está muy entretenida tirando del escote de mi vestido buscando mi pecho. Miro a Christian y este ríe.

—Mami.—me pide con sus preciosos ojitos cansados. Se cae de sueño. Sonrío y le acaricio el pelo.
Nos sentamos en una de las tumbonas y me la acomodo para darle de mamar. Ella lo hace encantada mientras yo le acaricio el pelo y segundos después se queda dormida.
Mi pequeña.
Es la luz de mis ojos.
Miro a mi marido que nos mira embobado con una encantadora sonrisa.

—Tu pecho es su chupete.—me río bajito.

—Ya lo sé. Pero me da pena quitársela.—miro a mi princesa y le acaricio los rizos. Christian me sonríe y me acaricia la mejilla.

—Eres una gran madre. Nunca dudé de eso.—sonrío con timidez.

—Tu también lo eres. Sólo ahí que ver como te adora.—miro a mi pequeña dormida en mi regazo.—Y un excelente marido.—sonrío coqueta y él se acerca para besarme con auténtica devoción.—Gracias por esta vida extraordinaria.—susurro en sus labios. Su mirada de amor me derrite el corazón.

—Gracias a ti por compartirla conmigo.—le acerco a mí y le beso.

La familia llega a medio día. Me alegro muchísimo de verlos a todos. Kate y Elliot están muy felices con su hija Ana, mi ahijada y otro rayito de luz en mí vida. La adoro con locura. Mia y Ethan han formalizado su relación y están muy felices. Mia es una gran mujer y se merece lo mejor del mundo.
Grace y Carrik se deshacen consintiendo a sus nietas. Carrik a hecho soberanos esfuerzos por volver a conquistar el amor de Grace y al final ha tenido su recompensa. Ambos se ven muy bien y muy felices juntos. Les encanta unirnos a todos. Anastasia y Proebe han llenado su vida de alegría y para sus abuelos son sus ojitos derechos y ellas están deseando verles.
Jason llega con Gail. Sonrío al verles. Gail es una excelente mujer y me alegro que sea feliz con un gran hombre como Jason. La verdad es que cuando me lo dijeron tuve que hacer grandes esfuerzos por no saltar de alegría.
Proebe cuando los ve anda hacia ellos. Los adora. Gail ya no trabaja para nosotros, pese a sus protestas logramos convencerla, pero viene mucho a casa para estar con Proebe y se queda mucho con ella al igual que Jason.

Nos sentamos en la maravillosa mesa que Luisa a preparado y disfrutamos de unos increíbles aperitivos italianos. Las conversaciones de la mesa son muy animadas y se respira el buen ambiente que hay entre todos. Miro a mi marido que ríe animado con Elliot y Jason. Proebe está sentada en sus piernas y come queso.
Ellos dos son mi vida.
Mientras ellos estén en mi vida no necesitaré nada más.
Nuestras miradas se cruzan, tira de mi silla hacía el y me rodea los hombros con su brazo y con el otro a nuestra hija que sigue comiendo queso. Proebe nos mira y sonríe. A nosotros se nos cae la baba.

—Te amo, nena.—susurra en mi oido. Junto nuestros labios y le beso.

—Te amo, Christian. Siempre lo haré.

Mi gran Amor, Grey.#PremiosObsesiónGrey2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora