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Llevamos dos días de arduo trabajo. Desde casa, claro. Christian no quiere que ponga un píe fuera si no es con él y un séquito de guardaespaldas.
Ambos  nos hemos puesto al día de nuestras obligaciones y todo marcha bien.  Cojo los folios de la impresora y los meto en una carpeta. Jamás pensé  que tuviera que hacer un testamento a los veintiún años y eme aquí.  Suspiro.
Pienso por duodécima vez si estoy haciendo lo correcto. Unas palabras distorsionadas se cuelan en mi mente.

"Cuidaos...nada es lo que parece. Nadie es lo que parece"

Sacudo la cabeza. Estoy paranoica.
Recojo mi escritorio, guardo la carpeta en la caja fuerte y voy al despacho de mi marido. Se escuchan voces. Prescott, la nueva de seguridad está en la puerta del despacho.

—¿No te cansas de intentar joderme? No vas a parar hasta verme destruido.

—Hijo... Yo... No sé qué dices, he intentado ayudarte en todo...—es Carrik.

—Déjalo. No digas ni una palabra más.

—Señora, el señor Grey...

—Atrévete a cortarme el paso dentro de mi casa y estás despedida.—le digo entre dientes.
Asiente mortificada y entro al despacho.

—Te lo juro, hijo, yo...
Christian, Sawyer y Carrik se giran a mirarme.
—Anastasia,  yo jamás atentaría contra tu vida, ni la de nadie, joder.—suena  desesperado.—He cometido muchos errores, he intentado meterte a la  fuerza lo que yo creía que era mejor para ti, pero jamás os mataría.—me  tenso de golpe.—Me equivoqué en todo, pero jamás voy a querer que  mueras. Eres mi hijo y aunque me haya comportado como un capullo, estoy  muy orgulloso de ti y del hombre en que te has convertido.—coge su  maletín y se acerca a mí.—Me alegro mucho que estés mejor, aunque mi  hijo no quiera verme, averiguaré quien te ha hecho eso.—asiento  lentamente. Que desconcertante, parece sincero y verdaderamente dolido.  Sale por la puerta y Prescott detrás de él. Miro a Christian.

—¿Desde cuando se me prohíbe la entrada al despacho de mi marido en mi propia casa?
Sonrío un poco para tranquilizarle y rebajar la tensión del ambiente.

—Lo siento señora, no volverá a pasar.—se disculpa Sawyer.

—Cómo sí alguien pudiera cortarte el paso, nena.—me abre los brazos y corro hacia él.

—He oído voces. ¿Estás bien?—me estrecha entre sus brazos y hunde la nariz en mi pelo.

—Qué  complicado es todo, nena.—asiento.—Él lo niega todo. No tenemos pruebas  que puedan incriminarlo.—suspira.—No lo reconozco.—dice con la mirada  perdida.—No puedo creer qué quiera verme...—pongo un dedo en sus labios y  me mira.

—No lo digas.—susurro.—Por favor.—asiente y me besa, me  dejo llevar volcándome en ese beso.—¿Has hablado con el  abogado?—asiente.

—Por teléfono, vendrá en breve.—asiento.—¿Lo tienes ya todo listo?

—Sí, ¿y tu?—suspira.

—Sí. ¿Quieres leerlo?.—me encojo de hombros.

—Si tú quieres.—asiente.—De acuerdo. Espera.—salgo del despacho de Christian y entro en el mío y saco de la caja fuerte la carpeta con la copia de mi testamento.
Cuando vuelvo al despacho de mi marido, él está sentado en su silla mirando la vista panorámica del Sound. La vista de este ático fue lo que me enamoró. Parece que estás en el cielo. Nuestro trocito de cielo.

—Ya estoy.—le tiendo mi carpeta.—Lo haremos juntos.—sonríe y asiente.

Se sienta en su silla y me sienta en su regazo.
Cada uno coge la carpeta del otro y lo abrimos a la vez.
Respiro hondo.

Mi gran Amor, Grey.#PremiosObsesiónGrey2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora