C A P I T U L O 03

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Al llegar al departamento cierro la puerta detrás de mí, quedándome contra ella un momento. No puedo dejar de preguntarme cómo he llegado hasta aquí sin tener un accidente. Estaba tan perdida en mis pensamientos que no puse atención al camino ni la dirección a dónde iba, sólo podía preguntarme una y mil veces ¿Cómo Zab me hizo eso?

Entro a la cocina por una tasa de té de tila, para intentar calmar mis nervios y luego me quedo ahí parada, como tonta, sin poder creer lo que ha pasado hace unos minutos. No puedo parar de hacerme preguntas sin respuesta y recordando tantas cosas que ahora vienen a mi mente sin poderlo evitar, como el extraños comportamiento que ha tenido Zab en los últimos días, la cancelación de nuestras cenas y demás cosas a las que no le he dado importancia hasta ahora. Entonces estoy tan sumida en mis pensamientos que cuando siento que la puerta del departamento se cierra con un ruido sordo, la taza de té se desliza fuera de mis manos, callendo al suelo y haciéndose un murmullo de cristales rotos. Cierro los ojos fuerte, sabiendo que todo mi cuerpo aún tiembla.

—¿Nena? —escucho sus voz preocupada y me mata...

Me mata que me llame así precisamente en éste momento que siento tanto coraje, decepción y miedo.

¿Puede haber algo mal?

Llega a la cocina en unos segundos, con sus pasos largos y rápidos. Mira los cristales en el suelo y luego a mí. Debo tener cara de fantasmas porque me mira con preocupación y entonces cuando está a sólo unos pasos de abrazarme me alejo impidiéndole que lo haga. Se me queda mirando fijamente, sólo por unos segundos que en verdad me parecen una eternidad, sus ojos verdes ahora más preocupados que antes y también algo heridos por mi distancia, entonces al mismo tiempo que pretende hablar, mi mano abierta choca con su mejilla, provocando que tenga que ladear su rostro a un lado.

Se escapa el primer sollozo al darme cuenta de lo que he hecho y paso mis manos por mi rostro desesperada.

¡Dios!¡¿Qué he hecho?!

Lleva su mano derecha a su mejilla y cuando vuelve a mirarme con sus ojos confundidos y la decepción clavada en su rostro por mi acción, estoy muy tentada de disculparme, decirle que lo siento, porque sé que es algo que no debería hacer, pero vuelvo a ser consciente de la situación en la que me puso y sigo fulminándolo con la mirada mientras él me traspasa con la suya.

—¿Qué diablos fué eso, Vila? —pregunta con su voz gruesa y severa. —¿Me puedes explicar que demonios te pasa?

—¡Eso te pregunto yo a tí! —grito moviendo mis manos hacia arriba en una muestra de mi desesperación y sintiendo como las lágrimas vuelven a humedecer mis ojos, mientras los suyos pasan de la ira a la pura preocupación e indignación.

—Vila...

—¡¿Por qué tuviste que mandar a seguirme, por qué?! —exploto sin rodeos y al instante su cuerpo se pone tan rígido como nunca. Me parece como si dejara de respirar al escucharme y no dice ni media palabra, lo que me hace desear golpearlo nuevamente. Puedo ver cómo le da vueltas al asunto antes de responder y eso me enfurece más —¿Alguna vez te he dado un motivo para que hagas ésto? —grito.

—Nena —niega con la cabeza rendido—y se escapa otro sollozo de mis labios —Lo siento yo... —camina hacia el frente y yo retrocedo.

—No te me acerques —le advierto, levantando un dedo y señalándolo con furia —¡Sólo dime de una puta vez, porque mandaste un tipo detrás de mí! —exijo nuevamente. Necesito que lo diga.

Viene hacia mí decidido a abrazarme, pero cambio de lugar inmediatamente haciendo que quede donde yo estaba. No va a evitar mis preguntas como lo ha hecho todos estos putos días cuando he notado su aptitud preocupada. Ha logrado distraerme sin mucho esfuerzo cambiado de tema cada vez que he  querido entablar el tema.

Jamás Te Soltaré #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora