C A P I T U L O 15

1.7K 124 23
                                    


Tienes que estar bien, Zab, aunque estoy muy enojada contigo, pero tienes que estar bien —es todo lo que me he repetido todo este tiempo, desde que entré a esa camioneta con ese hombre inhumano que doblegó mi lucha de querer escapar desde él en el momento que aseguró tener a Zab entre su manos y desde el instante que me puso cruelmente a elegir, mi chico no está simplemente en sus manos, sino que su vida también depende de mí.

La última vez que sentí este miedo que ahora me mata por dentro, fue cuando Jack me secuestró, cuando volví a verlo y pretendí nunca hacerlo. Nunca imaginé que algo parecido podría volverse una realidad otra vez. En aquellos momentos sentí miedo de lo que podría pasarme, pero más miedo había de no volver a ver a Zab, de no poder tener una vida juntos, igual que ahora, y todos los recuerdos de ese espantoso día vienen a mí mente azotando duro, pero es inevitable recordarlo justo ahora, solo quiero que Zab esté bien, quiero verlo, pero sigo sin entender porqué me mintió. Fueron tantas veces las que sospeché que algo iba mal, se estaba comportando extraño, parecía alarmado siempre, incluso volvió a apuntarme otra vez con su pistola la noche que me levanté de madrugada porque no podía dormir y me había asustado mucho, yo simplemente no le hice caso a mi instinto y confíe en su palabra creyendo que no me ocultaría nada, pero ¡Envío a alguien a seguirme, maldición! Había enviado a alguien a seguirme por días ¿Por qué simplemente no me dijo en ese momento que había problemas? ¿Por qué no me lo dijo cuando le pedí explicaciones?¿Por qué? —lloro.

Siento la humedad en mis mejillas mientras le doy vueltas en mi cabeza a cada detalle que en su momento pasé por alto o fueron desapercibidos y me revuelo un poco sintiendo mis manos adormecidas al estar atadas a mí espalda, mientras permanezco sentada en lo que creo es una silla, pero no puedo ver nada, mis ojos están vendados desde que entré a la camioneta negra y me trajeron aquí.

Sé que de seguro están disfrutando tenerme así, en vilo, sin saber nada de mí chico.

Oh, por Dios Zab.

Escucho que se abre una puerta y salto asustada logrando lastimar mis manos, pero respiro tratando de calmarme.

Siento unos pasos acercarse y me encojo más, mi corazón palpitando con furia. Los pasos se detienen y todo vuelve a quedar en silencio  hasta que siento como de un tirón arrancan el pañuelo que segaba mis ojos y chillo involuntariamente asustada. Miro a mí alrededor desesperada encontrándome en un lugar carente de luz, paredes sin pintura y húmedas, lo que es más parecido a un sótano, entonces al instante veo de frente los mismos ojos como llamas encendidas del desgraciado que me ha traído hasta aquí.

Está parado en todo su esplendor y altura delante de mí, ahora sin la gorra y la capucha que ocultaba sus rasgos, permitiéndome ver un hombre joven y fuerte, cabello claro, su rasgos recios y malhumorado, mirándome con recelo y al mismo tiempo, diversión. El peligro está escrito en sus ojos y estoy seguro que alguien que hace ésto no tiene corazón, pero no sé que Zab ha hecho para que diga que tienen deudas con él porque... Oh Dios, el único que puede responderme es Zab.

Necesito verlo y asegurarme que esté bien. Necesito abrazarlo y saber que éste no es el final de todo.

—¿Dónde está? —pregunto de inmediato mirándolo a los ojos y buscando valor dentro de mí para enfrentarlo.

—En el mismo infierno —habla en un susurro casi silencioso, pero contundente que me parece de lo más macabro, luego ríe y sus palabras llenan mi cuerpo de un vacío y una agonía que no deberías de ser para humanos, porque no debería existir y es que no puedo imaginar a Zab golpeado, maltratado, mucho menos, muerto y por más que trato de mantenerme fuerte solo con escucharlo las lágrimas de impotencia y rabia caen.

Jamás Te Soltaré #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora