C A P I T U L O 23

1.7K 124 24
                                    

Cuando vuelvo a despertar todo está desordenado a mi alrededor.

Cada cosa fuera de su lugar es sinónimo a mí vulnerabilidad, mi desesperación porque éste infierno termine y la muestra de que cada paso que doy me lleva más a fundirme en el dolor. Es como si hubiera habido una explosión justo aquí y las paredes han colapsado, el problema es que la explosión fué dentro de mí y las paredes son mis muros.

Yo.

Mi cuerpo aún tiembla de la conmoción y el miedo, que aunque quisiera controlar, no puedo. No puedo porque siento que estoy en peligro aún estando dentro de éste lugar, ¿Lo más difícil? Zab está ahí, mirándome, observándome detenidamente y al darme cuenta me siento sobre la cama sin saber cómo llegué aquí.

Lo último que recuerdo fué quedar sin una pizca de fuerza después de tirarlo todo y luego golpear su pecho una y otra vez sin encontrar una estúpida forma o manera de detenerme. Todo lo que podía hacer era tirar o golpear como hubiera querido hacer con ese hombre que se mantiene en las sombras.

Mis ojos por primera vez no se apartan de los de Zab inmediatamente, pero luego me tomo un momento para verlo. Habían pasado tres semanas sin permitirme eso y dolorosamente lo extrañaba, aunque verlo también es doloroso porque se ve tan cansado.

Su cabello espeso y oscuro está más largo de lo acostumbrado —como pocas veces lo ha dejado crecer — debajo de sus ojos verdes puedo ver las sombras del sueño perdido y el cansancio, pero conociéndolo tan bien como lo hago sé que no se ha detenido ni un día en saber quién está detrás de esto, lo que me hace preguntarme si podré estar en silencio más tiempo y verle quebrarse solo. También puedo jurar que ha perdido peso, aún así, sigue siendo mi Zab, el hombre por el que acabo de hacer la mayor estupidez de mi vida, el que amo y odio al mismo tiempo.

Al ver que no hago nada ni le pido que se vaya se levanta de inmediato y se acerca a la cama.

—¿Cómo sigues? —pregunta al instante ladeando un poco su cabeza y mirándome con sus manos en sus pantalones deportivos. Su tono de voz es tenso, pero gentil y la preocupación está escrita en cada parte de su rostro, especialmente en esos ojos que amo cuando me miran, excepto de ahora porque siento como si lograran desnudarme por completo y no es exactamente lo que quiero, pero sé que cada día le cuesta más todo ésto, igual a mí y viendo sus ojos como ahora me doy cuenta en ellos que está más enojado conmigo, aún así está intentando llevar mi ritmo y darme mi tiempo, un tiempo que no sé cuando termine porque aunque han pasado tres semanas todo se siente como si todo hubiera sido ayer.

—Estoy bien —miento al instante y miento por muchas razones y una de ellas e inconscientemente es para borrar esa expresión tan dolorosa de su rostro, miento porque quiero olvidar y hacer de cuenta que algo acaba de pasar, de lo contrario voy a morir de miedo y ansiedad, pero
malditamente miento, porque nadie puede estar tan destrozado como yo y él lo sabe.

Cada vez que evité verle y que me viera fué justamente por eso,  porque no quería que viera en lo que me he convertido, en una chica muerta en vida, en un despojo humano y es que  sé que he perdido peso, mi cabello está tan opaco como mis ojos grises y las ojeras bajo mis ojos son tan pronunciadas como el filo del dolor que atraviesa mi pecho solo con respirar, y que no sé exactamente si incrementa o disminuye cuando lo veo, y de conocer todo lo que me está derrumbando por dentro tal vez piense que no estoy feliz de que esté bien, de que esté aquí, y sí, cuando lo ví en el hospital sentí que volví a respirar y vivir, sentí que estaba viva, hasta el momento que comprendí lo que había hecho exactamente, hasta que entendí que él nunca fué una víctima, sino yo, y que me habían engañado de una manera tan vil y malvada, pero él había podido decirme lo que estaba pasando. Tal vez de esa manera no dolería tanto, tal vez, solo tal vez no sentiría que una parte de mí lo odia aún cuando sé que hubiera hecho hasta lo imposible porque ésto no pasara, pero de alguna jodida manera su silencio fué una arma letal para ese hombre cometer su hazaña y lastimarme, cuál hallan sido sus intenciones, venganza o simple gusto yo fuí el puente para lograrlo, pero entonces cuando me siento débil cuando lo extraño, cuando lo necesito solamente tiene que venir aquello a mi mente y siento que no puedo.

Jamás Te Soltaré #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora