C A P I T U L O 30

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Hace algún tiempo, cuando paso todo ese desastre que provoco Jack y perdí la memoria. Por todo ese tiempo y hasta ahora había sentido que le debía algo a Steve, y fue ese preciso momento, en el que hizo que me diera cuenta que algo no estaba bien, que todos me estaban mintiendo y existía alguien por quien no me había importado ni me importa dar la vida. Gracias a Steve y su afán de poner todo en mi contra, descubrí que mi mujer no estaba conmigo.

Nunca entendí exactamente de donde venía su rencor desde que llegó al departamento de investigación y me conoció. Para mi no era siquiera competencia porque era un simple novato que había salido de la academia.
Siempre lo tomé como un ataque de rabietas de su parte. Pero el día que me acorraló y me habló de Vila sin yo recordarla, ese día sin él saberlo, me había hecho un favor con ello.

Hasta ahora.

— ¿Zab, a quién vas a matar? —sus palabras interrogantes me hacen darme cuenta de porqué estoy aquí. Y lo estoy por ella, aunque el causante ya tiene nombre en mi cabeza y no voy a parar hasta encontrarlo.

—Señor, tiene que calmarse o me veré en la obligación de pedirle que se retire—dice uno de los guardias.

El rostro perturbado de Vila mira a Calvin a Leo y todo el pasillo tratando de comprender que está pasando.

— ¿Estas bien? —su voz es de preocupación.

Aun respiro agitado y ella está parada a unos cuantos pasos frente a mí, sosteniendo levemente su vientre, y haciendo una leve mueca que me hace recordar que aún no está bien.

¡Mierda!

Por un momento mi mente vuelve hacia Steve y mi pecho duele al darme cuenta que cada vez que mire la pansa de Vila tendré que recordar a Steve.

— ¿Qué hace levantada? —pregunto, y mi voz es tan gruesa que duele al hablar, pero no puedo permitirme segar ahora, Vila no debería pagar por eso.

Hay un horrible nudo en mi garganta y una sensación de pánico cuando me doy cuenta que Vila pudo haberme escuchado. Pero también sé que la identidad de Steve no es algo que deba ocultarlo cuando ella ha sido la más afectada.

Una enfermera agarra el catéter que cuelga de su brazo mientras permanece detrás de ella.

—Tu voz se escuchaba casi por todo el hospital ¿Qué pasa? —me mira y luego a Calvin que no se ha movido de su lugar. Entonces me doy cuenta que las personas a mi alrededor me miran sorprendidos y algunos asustados.

No contesto su pregunta y camino hacia ella.

—No debiste haberte levantado —le reprocho y solo la tomo en brazos y hecho andar de vuelta a su habitación. Dejando atrás a Calvin y Leo a quienes ahora no puedo ver porque me estoy concentrando duramente en llevar a Vila de vuelta a la cama. Sin embargo mis pasos son pesados, mis manos tiemblan de ira y mi corazón late fuerte contra el costado de su cabeza que reposa inquietamente en mi pecho, pero Steve está muerto desde el segundo que fijó su mirada en mí, o en mi chica.

Al llegar a la habitación dejo a Vila sobre la cama y doy espacio para que la enfermera le organice nuevamente el catéter en su lugar. Sin embargo no logro calmarme. Las palabras de Calvin siguen resonando en mi cabeza y no puedo encontrar una manera de sentarme o apartar mi ira para cuidarla, solo siento como mi pecho se calienta e incrementa a cada segundo.

Camino en la habitación de un lado a otro bajo la mirada de los ojos grises de Vila y no puedo mirarla.

¡Ha sido mi jodida culpa!

¡¿Cómo no pensé en Steve?!

Es un hijo de puta que siempre estuvo para joderme.

—Zab, para—me pide Vila casi suplicante cuando la enfermera termina y se retira—Ven conmigo —me pide ¡Pero no puedo!

Jamás Te Soltaré #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora