[DOCE]

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Darren.

Lunes. No he dormido nada. Me pase todo el domingo preocupado por Megan, su resaca y su mal humor. Y por la noche, estuve haciendo deberes hasta la tantas. Después, salí a correr.

Así que, básicamente, el Darren que entra a la clase de matemáticas a las ocho de la mañana, es solo café, cuerpo, y una alma que necesita dormir más de dos horas.

Jase se sienta a mi lado apenas cinco minutos después.

— Tío, la fiesta del sábado fue increíble. Enserio, una de la mejores de mi maldita vida. Y la chica con la que me enrollé también. — giro mi cara hacia él para que vea que no quiero hablar de eso—. Joder, chaval, ¿cuántas horas has dormido? Te recuerdo que necesitamos dormir más de ocho horas diarias. Aunque... Espera, creo que tengo una crema que te ayuda a disminuir los ojeras y esa cara de sobado. — busca algo en su mochila—. No la llevo hoy, tío. Lo siento. Pero después te paso el nombre por Whatsapp.

— No me interesan tus putas cremas, Jase.

— Tranquilo, creo que también tengo algo para el mal humor. Por cierto, he escuchado que las pruebas para presentarte al equipo son hoy. ¿Has pensado en apuntarte?

Que se calle. Por favor, haced que se calle. Me duele la cabeza tanto como si tuviera resaca. No he dormido casi nada en un fin de semana, y necesito que se calle.

Sin embargo, en nuestro cuerpo no hay ningún botón para desconectar de la realidad y dejar de oír al plasta de tu amigo.

— Enserio, tío, seguro que te aceptan. Sé que me dijiste que no eras muy fan del fútbol, pero fue porque no tuviste una buena experiencia. Solo pruébalo. Creo que te encantará. Además, ser el mejor amigo de uno de los mejores jugadores de fútbol nos dará buena suerte con a las chicas, tanto a ti, como a mí.

— Jase, me duele la cabeza mucho. Enserio. No hables tanto ni tan rápido. Y no necesito suerte con las chicas.

Veo como abre la boca para hablar, pero la cierra en cuanto el profesor de matemáticas entra por la puerta. No sé si alegrarme, o abrazar al viejo.

Pero no hago ninguna de las dos.

Porque, ¿adivinar qué?

Sí, empieza a repartir los exámenes que hicimos en la última clase.

Y yo, como siempre, no he pasado de un maldito cinco.

¿Cómo he podido sacar un miserable 3 si me pase cuatro horas estudiando?

Me paso ambas manos por la cara, en un intento frustrado de relajarme.

A veces, me estreso con facilidad. A veces, la gente espera demasiado de mí, y como soy una persona muy exigente conmigo mismo, pienso que puedo hacerlo. Pienso que puedo llegar a la Luna, que soy una especie de héroe.

Hay veces, que siento que puedo complacer a todos.

Pero no es así. Aun sigo sin estar de acuerdo con la idea de que mamá y papá hayan vuelto a casa, y lo único que me han dicho esta mañana ha sido que tenía que mejorar las notas.

Y me estresa demasiado, porque siento que ya estoy dando todo de mí, que no queda nada más que aportar.

¿Y si al final no soy nada? ¿Y si no sirvo para esto?

¿Y si... No soy ninguna especie de superman?

Jase levanta la vista de su examen y se fija en el mío. Puedo ver con total claridad como sus ojos se abren.

— Este sábado a las diez en mi casa. Y sí, sé que es lunes, pero te lo digo para que vayas mentalizándote. Vas a a probar esta asignatura con un siete. Como que me llamo Jase Williams.

17 razones para no enamorarse de mí. [SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora