[TREINTA]

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Darren.

Hayley estalla a carcajadas.

—Te digo que si hubiese tenido más tiempo me lo hubiera preparado más. — digo muriéndome de verguenza.

— ¿Preparar el qué? Ni que fuera aquí la reina. No tienes que preparar nada, Darren. Lo único que estaría bien es mirar si el restaurante al que me vas a lleva está cerrado. Nada más.

Ella sigue riéndose, pero a mí no me hace tanta gracia. Soy inútil. No me puedo creer que el único día de todo el año que traigo a alguien a un restaurante esté cerrado, porque al parecer cierran los miércoles.

— Hubiera sido mejor si hubiera tenido más tiempo y lo sabes. — me acerco un poco a ella y deja de reírse. Eso sí, aun sigue sonriendo—. Me respondiste demasiado rápido, y además no sabía que me ibas a decir que sí.

— ¿De verdad creías que me negaría? Por favor. — vuelve a reírse y yo me acerco un paso más—. Aunque, he de decir. — pone una mano en mi hombro—. que de todas las citas que llevo, esta es la que está yendo mejor. Al menos no me has tirado ningún café ni nos hemos perdido. Ahora, si me dejas, voy a solucionar esto. Ya verás.

Me da unas palmaditas en el hombro y se aleja un poco. Saca el móvil de su bolsillo y empieza a teclear. Yo le pregunto qué está haciendo, pero no me responde, me dice que lo deje en sus manos. Así que eso es lo que hago, espero a que acabe de mirar no sé qué en el móvil hasta que me avisa.

— Hay un supermercado abierto a menos de cinco minutos de aquí, podemos ir a comprar algo para cenar y después ir a un sitio que yo conozco.

— ¿Comida preparada? — ella asiente—. Algún día de estos tendremos que intentar hacer unas toritas decentes. Yo solo lo digo.

Hayley Evans suelta una carcajada y yo la sigo hasta que llegamos al supermercado. Tal como ella dice, no tardamos ni cinco minutos.

— ¿Sabes? — le digo mientras entramos—. Es irónico que en nuestra primera cita vengamos aquí, ya que nos conocimos en un supermercado.

— Cierto. Y eso que yo los odio más que nada.

— Yo más. Me agobia la cantidad de gente, y me desespera el tiempo que pierdo aquí cuando intento buscar algo entre los pasillos. Así que solo cojamos lo que necesitamos y salgamos de aquí, por favor.

Eso hacemos. Cogemos una especie de bocadillos que se supone que vienen hechos. No tienen muy buena pinta, pero es lo único que hay. También cogemos agua y comida basura.

Después, cargamos con toda la compra durante treinta minutos. Literalmente. Hayley se pasa todo el rato diciéndome que estamos llegando, aunque yo escucho lo que dice Google Maps que va mirando y no es cierto.

Tardamos media hora.

— ¡Y voila! Un sitio libre de gente, de contaminación y de ruidos. Y con unas vistas increíbles. Bueno, con vistas increíbles me refiero a que se ven muy bien las estrellas. Porque no vas a encontrar nada más bonito en toda la ciudad, te lo aseguro.

— Pareces uno de esos comerciantes que dicen lo de: "cuidado que me lo quitan de las manos" cuando apenas tienen clientes.

Dejo al compra en el suelo y con la linterna del móvil busco un sitio para sentarme en el que no haya mucha tierra.

Solo espero que no haya bichos. Ni arañas.

— Míralo qué gracioso. Además, te prometí que te enseñaría a ver las estrellas.

Frunzo el ceño.

¿Me prometió el qué?

— ¿No lo recuerdas? Después yo soy la que tiene poca memoria. En tu casa, cuando apenas nos conocimos. Te dije que te ayudaría a ver las estrellas. Sé que hace mucho tiempo desde que lo dije, pero una vez hago una promesa te aseguro que ya no se me olvida.

17 razones para no enamorarse de mí. [SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora