[TREINTAIUNO]

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Halyey.

No paran de gritar. Sé que solo son dos niños, y que no debería quejarme, pero no paran de gritar. Es como si estuvieran en todas partes.

Por favor, haz que se callen ya. Son como demonios pero sin el cómo.

Es cierto. Cuando hemos entrado estaban tan calladitos, sentados en el sofá viendo la tele que yo pensaba que sería todo pan comido. Pero no. Cuando la señora Morrison se ha ido, han empezado a corretear y chillar. Y por mucho que Darren les ha dicho de ver una peli, pasan de su cara.

— ¡Hayley, Hayley! — dice Zoe mientras viene corriendo hacia mí.

Ni sé porque viene corriendo ni me importa.

— ¿Por qué corres?

La niña lleva su pelo rubio recogido en dos coletas y tiene una sonrisa pícara en la cara. Lo peor de todo es que tiene más energía que yo en vacaciones.

— Porque Darren quiere que vayamos a la cama. ¡Yo quiero jugar!

Yo no digo nada, y ella me mira fijamente hasta que vuelve a hablar.

— ¿Me dejas hacerte algún peinado?

No.

Ni de coña.

Jamás.

Nunca.

¿Quieres que te lo diga en chino, rubita?

— De acuerdo. Pero ten cuidado.

Nos acabas de sacrificar. Que lo sepas. Esa niña te va a dejar el pelo fatal, y haber quien te lo peina mañana.

La niña suelta un gritito y va a buscar sus peines o lo que sea que vaya a usar para peinarme.

Apenas un minuto después viene con un montón de artilugios para dejarme calva. Empieza su tarea sin dejar de hablar. Escucho el principio de la conversación, pero luego los tirones de mi cabeza empiezan a ser más fuertes y no puedo concentrarme en otra cosa que en pensar que me estará haciendo en el pelo.

— ¡Ya está!

Saca un espejo de no sé dónde me veo reflejada en él.

Ay dios mío. Qué horror. De verdad. Tienes que sacarte eso antes de que nadie más lo vea.

— Es... Genial. Pero creo que deberías volver a dejármelo como estaba. Ya sabes, para que no se enrede ni nada.

Los labios de la niña descienden y hace una especie de puchero.

No. No me digas que va a llorar.

Pues sí.

¡Haz algo!

— ¡No! — me mira frunciendo el ceño—. Yo solo decía de quitármelo porque no quería destrozarlo. Pero si tú no quieres que me lo quite, pues no me lo quito.

Una sonrisa aparece e su cara.

Demonios.

— Hayley Evans. — su voz nos interrumpe antes de que ambas podamos decir nada. Zoe se calla, aún sin dejar de sonreír. Yo maldigo en mi interior al descubrir que tengo a Darren detrás, y me doy la vuelta lentamente. En cuanto me ve su sonrisa se eleva más. Diría, incluso que le falta muy poco para estallar a carcajadas.

—Zoe, Damon está en la cocina comiéndose todo el chocolate. —dice, sin apartar los ojos de mi.

Ella pega un gritito y se va corriendo a la cocina.

17 razones para no enamorarse de mí. [SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora