[ONCE]

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Hayley.

— No me lo puedo creer. De verdad que no. ¿Qué clase de amiga eres tú? ¿Por qué no me avisaste de la pedazo fiesta que montaron al lado de tu casa este finde?

Sí, eso es lo primero que Leah me dice cuando me ve por el pasillo el lunes. Nada de "buenos días" "¿qué tal?" o "te he echado de menos"

Bueno, tú tampoco lo haces.

¿Cómo que no?

— Tierra llamando a Hayley. Todo el instituto lo sabía menos yo. Todo el mundo fue menos yo. ¿Sabes la cantidad de chicos guapos que debía haber en esa fiesta?

— No fue todo el mundo. Yo y Darren no.

Leah frunce el ceño.

Claro, si es que no le has hablado de Darren. La pobre no debe tener ni idea de quién es.

Mierda. Es cierto.

¡Corre! Debes correr mientras puedas. Escóndete detrás de la puerta o algo.

— ¿Sabes, Leah? Tengo clase de matemáticas ahora, así que supongo que me debería de ir.

Ella niega con la cabeza.

— Los lunes no tienes clases de matemáticas. Además, tu clase empieza en media hora.

Maldita manía de contarle mis clases a mi mejor amiga.

Nota mental: no volver a hacerlo.

Genial. A eso si se le llama inteligencia.

Cállate y ayúdame, ¿quieres?

— Lo sé, pero como voy bastante baja en mates, he quedado con un compañero para que me ayude a repasar.

Antes de que Leah pueda contestar, me voy corriendo. Aunque yo odio llamar la atención, a ella no le importa, por eso, mientras trato de escabullirme entre la gente que hay en el pasillo, la oigo gritar:

— ¡Yo me he ofrecido mil veces a hacerte repaso y siempre me dices que no! Además, tú sudas de las matemáticas.

Cuando creo que ya acabado, chilla:

— ¡Tienes que explicarme muchas cosas, Evans!

Odio sentir todas las miradas sobre los hombros. De verdad que sí. Aun tengo que dar las gracias, porque hay mucha gente que está a lo suyo, o muy dormida, o haciendo otras cosa, y no se giraron ni cuchichearon sobre mí.

Voy tan concentrada en esquivar a la gente y sus miradas, que no me doy cuenta de en qué dirección voy. No hasta que tengo la columna delante de mis narices.

¿Por qué siempre tengo que ir chocándome con todo?

Porque, por si eso fuera poco, todas las libretas que tengo en mis manos caen al suelo.

— Vaya Evans, veo que esté lunes has decidido empezar duro.— reconozco la voz de Josh.

Me giro, sobándome la zona que ha tenido que chocar contra la pared, y le miro. Ha recogido todas mis libretas y me las tiende. Levanto la vista, encontrándome con su pelo perfectamente peinado, su sonrisa perfecta, y el olor a colonia que desprende.

— Pues ya ves, aquí interactuando con paredes a las ocho de la mañana de un lunes. Gracias por eso.

Él sonríe.

— ¿Dónde ibas?

— Bueno, pues no tengo clase hasta dentro de media hora, así que supongo que a tomarme mí segundo café del día.

17 razones para no enamorarse de mí. [SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora