[VEINTE]

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Darren.

Soy un idiota. Un jodido idiota. Es miércoles por la tarde, y aun tengo la cara que puso Hayley Evans grabada en mi mente

También tengo el:

"Darren, déjame en paz, por favor. Solo vete."

Todo resuena en mi cabeza. No puedo dejar de pensar en ella y sentirme como una mierda. De hecho, ni si quiera he ido al colegio. Solo he ido a los entrenos. He intentado hablar con ella, pero me ignora. Si aparezco en la puerta de su casa, sale su hermano y me dice que no está, y la única vez que la he visto salir ha sido con su amigo ese.

Mañana es el partido. El partido al que la había invitado, después de reflexionarlo tanto. Pero está más que claro que no vendrá.

Me pongo las bambas, y salgo a correr. Ignoro a mi madre y mi padre, que me llaman por cualquier cosa. También ignoro los gritos de Megan. Hasta que estos se acercan más a mí.

— ¡Darren, como no pares juro que te arranco los pelos! — hago lo que me dice porque a ella sí le tengo miedo.

Megan llega hasta mí, y se coloca delante mío. Puedo ver su cara de cabreo, la línea perfectamente echa que lleva, y el rímel que se ha puesto. Tampoco me pasan desapercibidas sus puntas rosas, y el hecho de que se ha peinado de verdad.

¿Va a salir con alguien?

— Primero, para el mal humor en esta casa estoy yo. Y segundo, ¿se puede saber qué cojones te pasa?

— ¿Vas a salir con alguien?

— ¿A ti qué más te da?

— He tenido una discusión con Hayley.

— Tengo una cita.

— Me siento fatal, y ni si quiera sé qué hacer.

— Yo estoy súper nerviosa porque hace mucho tiempo

— Te va a ir genial, Megan. Eres una chica preciosa. Solo sé tú misma y mándalo a la mierda si es un capullo.

— Discúlpate con ella. No importa lo que haya pasado, solo pídele perdón y explícaselo. No creo que en tan poco tiempo la hayas podido cagar tanto.

Pues créelo.

Ella me da un pequeño abrazo, que acaba con un beso en mi mejilla.

— Tendrías que tener citas más a menudo.

—Gracias por recordarme cuánto te odio, microbio.

— Me amas y lo sabes.

Me sonríe antes de entrar a su coche, e irse.

Genial.

Empiezo a correr, y me detengo en su casa. Apenas pasan unos segundos, hasta que la puerta se abre.

Y ella aparece. Lleva unos cascos y va tarareando una canción. Parece como si fuera en su propio mundo.

Hasta que me ve.

En el momento en que nuestras miradas se cruzan, se podría decir que no ha pasado nada, pero antes de que pueda permitirme pensar eso, ella da vuelta atrás y se encierra en su casa.

Mierda.

Voy hasta su puerta y empiezo a picar.

— Hayley.

—Hayley.

— ¿Qué quieres? ¿Necesitas también que te diga mi cuenta de Instagram para reírte de mí, o qué?

17 razones para no enamorarse de mí. [SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora