Hayley.
—¡Renacuaja!
— ¡Hanny, Hanny!
Me remuevo sobre el sofá.
No. No puede ser.
Ni una siesta nos dejan dormir en paz. Son más pesados que un elefante.
— ¡Hannyyyy! — esta vez el grito es más fuerte. Y yo ya no puedo más.
Me levanto del sofá, con mi moño mal hecho, y voy hacia la cocina.
— ¿Se puede saber qué os pasa, imbéciles?
Connor me enseña un bote de Cola Cao vacío. Colton me enseña la despensa vacía.
— Bueno, que yo sepa tenéis piernas, y tu Coltoncito el coche que te regalaron por tu cumpleaños. Así que ya podéis ir moviendo.
— Ya bueno, la cosa es que íbamos a salir juntos esta tarde. Así que la que tienes que ir a hacer la compra eres tú.
— Espera, espera, ¿me estás diciendo que me habéis despertado de mi maravillosa siesta para decirme que debo hacer la compra?
Agárrame que los mato.
— Sí, exactamente.
Entonces, tanto mi hermano mayor como el pequeño, se van corriendo hacia el piso de arriba. Ignoran el chillido que acabo de soltar, y las maldiciones también.
Aghhh. Siempre lo tengo que hacer todo yo.
Bueno, tampoco te flipes tanto.
Me saco el moño, y me coloco la primera sudadera que pillo. Después, cojo los cascos que están encima de la mesa, y sin ni siquiera mirarme en el espejo salgo de casa.
Y de todas las cosas que podría encontrarme, lo veo a él. Darren Johnson. Lleva la ropa de deporte, y el pelo despeinado. Nuestros ojos se conectan, y un escalofrío me recorre la columna vertebral. No obstante, antes de que él diga algo, cierro la puerta.
— Hayley.
— Hayley.
Abro la puerta de golpe, cabreada.
—¿Qué quieres? ¿Necesitas también que te diga mi cuenta de Instagram para reírte de mí, o qué?
Su cara se torna en una de confusión.
—Por esto mismo digo que tenemos que hablar. Yo nunca me reiría de ti. Por favor, abre la puerta.
Salgo de casa y cierro la puerta.
Que conste que esto es porque tengo hambre y quiero comida.
¿La de Darren?
¡No!
— No me mires así. No abro la puerta para hablar contigo. Abro la puerta porque nos hemos quedado sin comida, y necesito comida para sobrevivir. El supermercado cierra en media hora, así que no estoy para jueguecitos.
—Te acompaño. —dice.
—Perfecto.
Saco el móvil de mi bolsillo y subo el volumen de IDGAF.
(...)
— ¿Vas a irte sin decirme nada?
Me quito un casco.
— Yo en ningún momento he dicho que fuera a escucharte.
— Lo siento Hayley.
Lo miro fijamente durante unos segundos. Hasta que empiezo a sentir mariposas en mi estómago y aparto la mirada rápidamente.
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17 razones para no enamorarse de mí. [SIN EDITAR]
Teen Fiction❝Siempre vas por ahí enseñando tus defectos, sin importar lo que nadie te diga.❞ Hayley Evans es muchas cosas. Pero nadie ha llegado a conocerla por completo. No saben de lo que tratan esos misteriosos vídeos que sube cada miércoles. Porque ella s...