[QUINCE]

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Hayley.

Yo no tengo ni la mismísima idea de fútbol americano.

Eso es primero que pienso al estar sentada en ese estúpido asiento, pasando frío, con mi hermano mayor a un lado, y Leah al otro.

Lo segundo es que estoy muerta. Literalmente muerta. No puedo con mi vida.

Si es que tendrían que darme un premio de adivina. Porque lo dije. Y lo repetí.

¿Quién fue la que se quedó viendo vídeos hasta las cuatro?

Ay, cállate.

Y, para rematarlo todo, no tengo ni la mismísima idea de cómo va esto. No sé qué hacen corriendo de un lado al otro, y no sé el motivo por el cual se matan por la pelota.

Yo tampoco.

Creo que estoy haciendo el ridículo y todo. Porque todo el mundo está chillando, metido en cuerpo y alma en el juego, levantándose y protestando cada cinco minutos, y yo estoy aquí, sentada, comiendo.

Pero no importa.

Exacto. Así ni Colton ni Leah se dan cuenta que te estás comiendo su comida.

Por una vez concordamos, hermana.

— Enserio, renacuaja. Voy a quitarte Netflix y darte clases de esto. Tu amigo es capitán, yo lo era en fútbol y aun juego. ¡Incluso tu amiguito ese juega!

— Odio los deportes. Odio verlos y aún más jugar. Pero tal vez tengas razón y deba aprender algo sobre eso, más que nada para no quedar como una inútil.

— Oh, así es como quedas siempre. — dice Leah bebiendo de su coca cola.

— No necesito enemigos si tengo amigas como tú, Leah.

Después de dos horas en las que mis oídos han sido perforados por los gritos de la multitud, mis ojos bendecidos al ver el cuerpo d los jugadores, y he visto como mi mejor amiga y mi hermano se dejaban la voz ahí, el partido acaba.

Ese está bien.

Levanto la vista y repaso el cuerpo del jugador que acaba de salir del vestuario.

No está mal.

Dios, y mira ese. Mira qué culo.

Y oh... Los brazos. Mírale los brazos.

El siguiente chico que sale me pilla mirándolo, y me regala una sonrisa que hace que baje la cabeza y entierre mi cara entre mi pelo.

— ¿Qué Evans, puntuando a mi equipo? — noto como Josh pasa su brazo por mis hombros, acercándome a él —. Si te gusta alguno puedo presentártelo.

— No gracias. Mi última cita con un chico no fue demasiado bien. — él suelta una carcajada.

— Te diría que has jugado bien y tal, pero la verdad es que no entiendo nada de este juego. Bueno. De ningún deporte en general. Parecía que os moríais sin la pelota.

Siento como su pecho vibra por las carcajadas qué está soltando.

Sí, se está riendo de mí.

Hasta que las carcajadas se detienen. Y no, no es porque haya acabado de reírse de mí, sino porque si mirada se ha encontrado con alguien.

Leah.

Ella nos está mirando fijamente y juro que puedo sentir la tensión cuando sus dos miradas se cruzan.

17 razones para no enamorarse de mí. [SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora