Acabé en la enfermería por una horrible jaqueca que me dio por culpa de la nerd. No puedo creer que sea tan idiota, Adrián esto, Adrián aquello. Parece que no hay nada más que él en su cabeza... Él y pornografía gay.
Estúpido rubio de ojos verdes y linda sonrisa, estropeó el cerebro de esa chica.
–Todavía me duele la cabeza –me quejo mientras froto mis sienes. La enfermera regresa con un vaso de agua y una pastilla en su mano.
–Toma esto. Calmará el dolor –me dice suavemente.
–Necesito pastilla anti-frustración –murmuro para mí misma mientras tomo la medicina y luego bebo el agua.
–Ya estarás mejor. –La enfermera se ve preocupada pero no por mi estado. Parece ser otra cosa.
–¿Tengo algo grave?
–Oh no, no eres tú –ella da una pausa y me mira con preocupación. Presiento que si tiene que ver conmigo–. Sucede que ayer llevé a Alexis al hospital, se cortó muy profundo esta vez. Perdió mucha sangre.
–¡¿Está muerto?! –exclamo sintiendo como mi dolor se hace más fuerte. Es mi culpa, yo fui muy cortante y creí que hacía lo correcto. Lo obligué a suicidarse.
–No, espera. Cálmate. –La enfermera me toma de los brazos–. Ya está a salvo, llegamos a tiempo y le hicieron una transfusión de urgencia –me explica con cuidado haciendo que mi respiración se normalice poco a poco. Me duele mucho la cabeza y mi corazón late muy rápido. Quería emociones en mi vida pero ya es demasiado por un día.
–M-Menos mal –murmuro manteniendo la mirada abajo. Ahora mis ojos pican y siento como las lágrimas brotan lentamente, casi mato a una persona por hablar de más.
En este momento escuchamos un gran escándalo afuera, la puerta se abre de golpe y vemos caer al frienzonado al suelo. No sé que hace aquí y no parece lastimado.
–Lo siento, s-sólo estaba de-de paso –murmura nervioso cuando se pone de pie.
–Tú no sabes mentir –le digo mirando sus ojos. Es cierto, él es Thomas, el mejor amigo de la rubia. El frienzonado. Y nos conocemos desde el primer año.
En vez de responder como alguien valiente, él sale corriendo como un cobarde dejando muy confundida a la enfermera. Pero eso fue suficiente para que me diera cuenta de que él es quien me ha estado siguiendo todo este tiempo.
Al día siguiente...
Mis hermanos y yo vamos a la escuela, ellos ríen y comentan cosas que les pasó el día anterior en sus clases.–Y lo tomé de los brazos y le hice morder el polvo –nos cuenta Harry sobre su práctica de ayer a la tarde. Incluso mencionó que el chico malo es bastante bueno en la lucha.
–Ahí no hay polvo –comenta Matt rodando los ojos.
–Es una forma de decir, estúpido. Hice que ese rubio, que molestó a nuestra hermanita, la pase muy mal. –Harry le da un golpe en la cabeza a nuestro hermano y éste se lo devuelve con más fuerza.
–Vamos a clases. –Matt se adelanta mientras acomoda su cabello y antes de que pueda entrar a la escuela Harry me detiene.
–¿Si? –le pregunto al ver su rostro preocupado.
–Es otra vez esa sensación, Liz. Estoy comenzando a tener un poquito de miedo –me dice en voz baja mientras mira a su alrededor.
–Tal vez sea una pretendiente –digo pensativa, para mí mis hermanos son horribles pero escuché a varias chicas decir que son guapos–. Alguna chica que le gustes... o algún chico –agrego sonriendo.
Harry me toma de los hombros y me mira a los ojos.
–¿Eso crees? Pero...
–Eventualmente se te confesará, sólo espera y no tengas miedo. –Él me sonríe y me da un apretado abrazo que me incomoda un poco. También me dice que soy la mejor hermana menor que puede tener mientras desordena mi cabello.
Una vez en mi clase me encuentro sola en el lugar, aún es muy temprano y nadie ha llegado. Retiro la silla de la mesa, acomodo mi mochila y me siento a esperar. En ese momento escucho unos pasos, hacen eco en los pasillos vacíos ya que todo está en silencio. Miro hacia la puerta para encontrarme con los ojos del chico misterioso y suspiro al verlo aquí. Vivo.
Él baja la mirada un segundo después y camina hacia su asiento en el último rincón. Ahora mi conciencia no deja de reprocharme, siento culpa por lo que pasó con el chico misterioso. Hice que se hiciera más daño por no controlar mi bocota. Pero no más. Me pongo de pie, decidida, busco eso dentro de mi mochila y voy hacia su lugar.
–Hola –lo saludo para luego tragar saliva. ¿Y si no me perdona? ¿Y si ya me odia?
–Buenos días, Liz –responde sin mirarme. Lo entiendo y no puedo esperar más.
–Fui muy dura contigo el otro día. Debí ser más cuidadosa, lo siento. –En su mesa dejó un pequeño cuadrado de cartón cerrado con un listón.
–¿Para... mí? –pregunta confundido.
–No me gusta cocinar pero esta vez fue necesario –le explico mientras observo cómo él abre el paquete y se encuentra con un par de galletas–. Me alegra saber que ya estás mejor –agrego para luego volver a mi lugar rápidamente. No quiero ver el momento que las arroja al suelo, mis padres habían dicho que están deliciosas y espero que a él le guste y me perdone.
Mis compañeros comienzan a llegar, el salón va llenándose poco a poco y los murmullos dejan de lado el silencio. El profesor entra y deja sus cosas sobre el escritorio, se ve un poco cansado y suspira para luego saludar a todos.
–Mmm, interesante –murmuro mientras tengo mi lapicera apoyada por mis labios. No podemos usar celulares en clase, pero me arriesgo y entro a mi aplicación pirata. El perfil del profesor muestra que ha estado hablando con ese chico pervertido, lo bloqueó varias veces pero él vuelve con un número nuevo y más fotos atrevidas. Se está volviendo un problema para el profesor. Guardo mi celular sin que nadie se de cuenta y la clase continúa normalmente.
La campana pone fin a esta jornada y ya todos se preparan para ir a casa. El chico misterioso pasó frente a mí sin decir nada y pude ver como arrojaba mi obsequio a la basura. Eso me hizo sentir mal, pero tenía que concentrarme en cosas más importantes.
–Thomas –digo cruzándome en su camino. Ya todos se fueron y sólo estamos nosotros dos–. ¿Por qué me seguías? –voy directo al asunto haciendo que él de un paso atrás. Está asustado.
–Ya dije que solo pasaba y...
–Estás mintiendo, dilo –lo interrumpo bruscamente. Por alguna razón estoy más molesta de lo normal y me desquito con el frienzonado.
–Sarah me pidió que lo haga, quiere saber todo de ti –responde dejándome confundida. ¿Por qué Sarah haría eso?
–¿Por qué?
–No lo sé, yo solo hago lo que ella me dice. Es tan bonita y huele muy bien –susurra las últimas palabras mientras tiene una cara de idiota.
Sea lo que sea debo hablar con la rubia, no entiendo porqué envío al frienzonado a seguirme todo este tiempo. Esto es muy raro, pero interesante.
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Escuela De Clichés
Fiksi RemajaLa historia de una chica común y corriente que, por simple aburrimiento, termina haciendo estragos en la vida de sus compañeros de clase.