Capitulo 4

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—¿A quién mirabas? —preguntó mirándome de forma extraña. Estaba desconfiando, estaba celoso, lo sé, lo conozco perfectamente.

—A nadie, Erick, no empieces con tus celos —me reí de forma extraña pero él no lo notó. Nunca nota mis gestos fingidos o nerviosos. 

—Entonces ¿te ocurre algo?

—No, sólo que estoy triste —mentí mientras me apegaba a su cuello para no sentir su mirada culpándome, una vez más. 

(...)

Caminaba por los pasillos del colegio como un zombie ya que no había logrado conciliar el sueño anoche. Erick se fue ayer, me despedí de él en el aeropuerto y luego, al llegar a mi casa, me largué a llorar, pero me calmé después de un rato y me sentí extraña, quería seguir llorando y no pude. 

Abrí mi casillero para guardar mi chaqueta debido a lo extraño que se estaba comportando el clima durante estos últimos días, ayer nevaba y hoy estaba saliendo el sol. 

Observé mi horario... Literatura, nuevamente. Mierda, tenía que ver nuevamente a Justin con su mirada intensa y penetrante. 

Tomé un bocado de aire antes de entrar al salón y como me lo esperaba ahí estaba el único asiento vacío, al lado de Justin, quien miraba la nada nuevamente, el sol le daba justo en su rostro haciendo que su cabello se viera mucho más claro. Me coloqué los audífonos y subí el volumen de mi iPhone lo más alto posible para mantener mis pensamientos ocupados y distraerme. Y afortunadamente, lo estaba logrando. 

Respiré profundo, por desgracia, su aroma se colocó en mis pulmones, era tan adictiva su fragancia que me hacía delirar de alguna manera... ¿Cómo pude decir eso?

Saqué mis audífonos debido a que el profesor me estaba viendo con una mirada acusadora e inquietante. Nos hizo sacar nuestro libro para que leyéramos un párrafo sin ninguna explicación, al parecer era un poema, muy romántico. 

—Los que han terminado de leer, comenten con su compañero de asiento que les pareció y que pueden decir acerca de cómo se sentía el autor al escribir esas líneas —habló el profesor. Maldigo sobre mis labios, odiando el momento en el que me tuve que sentar con Justin. Está claro que no querrá hablarme. 

Miré a Justin quien estaba dibujando, no pude ver bien que es lo que era ya que me había perdido en su perfecto rostro. Quité mi vista rápidamente al notar que me estaba mirando también. Acomodé un mechón de cabello detrás de mi oreja y me coloqué nerviosa. Nunca más lo volveré a mirar de esa manera. Debe creer que soy una psicópata o algo. Tomé el lápiz que reposaba en mi mesa con dificultad. 

—¿Haremos lo que dijo el profesor? —dije con mi voz un poco entre cortada.

Pasaron un par de segundos mientras esperaba su respuesta. Él no me miraba, había cerrado su cuaderno en el que hace un rato estaba dibujando algo que no pude ver que era. 

Cansada de esperar, insistí: 

—Justin, haremos la...

—No —interrumpió con su mirada fija en el cuaderno. 

Mi cuerpo se estremeció al escuchar su voz. Era increíble, perfecta, concordaba perfectamente con él. Era una voz grave y gruesa, era... linda.

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