—Es aquí —dice Justin deteniendo la moto para luego bajarse y ayudarme a hacerlo a mí.
—Tu casa es muy linda —comenté.
—Gracias —me sonrió mientras sacaba la llave de la casa y luego la introducía en la cerradura. Me hizo una seña con el rostro indicándome que tenía permiso de adentrarme en su casa. Era preciosa, de dos pisos, pintada de un color blanco y con los marcos de las ventanas azules, y todas las cortinas azules también. La casa era tan linda que no quedaba bien con el resto del vecindario; Casas normales de un color sombrío.
Comenzamos a subir las escaleras hasta que quedamos enfrente de una puerta la cual tenía muchos rayones, carteles con frases que no logré entender y otros diseños. Supuse que aquel era su cuarto. Rápidamente abrió la puerta y me hizo pasar. Su habitación estaba perfectamente ordenada, no había nada fuera de lugar. En las paredes habían una serie de dibujos, espectacularmente perfectos, estaban delineados justo en el punto exacto sin siquiera salirse del contorno. Eran hermosos, aunque no tenían color, sólo a blanco y negro.
—¿Tú los dibujas? —pregunté mientras seguía observando cada uno de los dibujos.
—Sí —me respondió.
Se sentó en una especie de sillón, un sillón que nunca había visto en mi vida, tenía un diseño extraño pero era lindo, original.
Continué mirando aquellos dibujos, hasta que me quedé pegada mirando uno que estaba al lado de su cama. Era un hada con unas hermosas alas grandes, con unos diseños muy bonitos, era hermosa. Quedé paralizada al leer "_____" en una de las esquinas inferiores del dibujo. Justin se levantó rápido y sin que pudiese detenerlo, arrancó el dibujo de la pared.
—¿Por qué lo arrancaste? —pregunté confundida.
—Porque... es especial...
—¿Cuándo dibujaste eso?
Quise preguntarle por qué decía mi nombre en él, pero sonaría muy estúpido, aunque me inquietaba la idea de pensar que lo dibujó pensando en mí.
—Hace unos años atrás, dos o tres. —responde volviéndose frío, sin darle importancia y sin dirigirme la mirada. La idea anterior se había esfumado de mi mente como por arte de magia. ¿Cómo pude siquiera imaginar que había trazado esas líneas pensando en mí? Era una hada preciosa, se nota que lo hizo con dedicación y paciencia, ¿por qué dedicaría tiempo en pesar en mí? Además, me ha dicho que lo ha hecho hace dos o tres años atrás. En ese entonces ni siquiera me conocía. Estoy pensando tonterías. —¿Quieres algo para beber?
—No, gracias —musité nerviosa— Creo que deberíamos comenzar el trabajo ahora.
—Si —me respondió seco mientras prendía su computador.
Me senté al lado de él y sin querer mi mano tocó su mano, que estaba apoyada la cama. La quité enseguida sintiéndome incómoda, avergonzada y tonta, pero a la vez ese leve tacto fue lo que bastó para hacerme sonreír. Justin me miró riendo, lo había notado. Le sonreí de manera nerviosa esquivando su mirada y manteniendo mi mirada fija en el suelo.
—Eres linda —musitó de repente, había notado que le toqué su mano sin querer y que la quité al instante.
