—¿Es esta, verdad? —me pregunta mirando unas letras que adornaban la puerta de mi habitación, que en ves de tener mi nombre, decia Pinguino y un par de corazones a los lados. ¿Qué pasaba por mi mente cuando hice eso? -Qué vergüenza…- Pense, pero ¿desde cuándo me importa lo que Justin vaya a pensar sobre mí?
—Sí, esa —musité nerviosa.
Justin se adentró en mi habitación y me acostó en mi cama siendo delicado, lo que se ve muy extraño en él y tampoco pensé que podría ser así. Lo observé detalladamente mientras él observaba mi habitación. Estoy segura de que esconde algo, no puede ser así tan callado, tan frío, tan cortante sólo porque sí, debe haber una razón… Me gustaría verlo sonreír ¿Cómo será su sonrisa? La he visto, pero unos pocos segundos y de muy lejos, la vi una vez cuando el profesor lo estaba retando, pero él estaba muy perdido en su mundo y sospecho que quizá había consumido algo.
—Cuando me miras de esa manera me haces sentir incómodo —comentó Justin, sin mirarme, estaba fijo mirando la ventana. ¿Cómo se dio cuenta? ¿Acaso soy demasiado obvia? Mierda, mierda, creerá que soy una psicópata.
—Lo…Siento —titubeé.
—Está bien.
Sentí como la sangre se acumulaba en mis mejillas, estaba poniéndome colorada y me sentía tan, tan tonta. «Desde ahora no lo volveré a mirar así nunca más» lo repetí en mi interior una y otra vez para que quedase claro.
—¿Tienes alcohol y una venda? —preguntó sentándose a mi lado mirando mi herida. ¿Por qué demonios nunca me mira a los ojos cuando me habla? Y, como si fuese magia, su mirada se conectó con la mía, pero la esquivé enseguida, podría perderme en ellos o quizá me sonrojaría de nuevo.
—Sí —respondí mientras intentaba ponerme de pie, pero fue un intento fallido.
—No te pares, yo iré por las cosas —se puso de pie inmediatamente.
—En el mueble de allá —indiqué con mi dedo— En el primer cajón de la derecha.
Justin sacó las cosas del cajón y luego caminó hasta mí nuevamente.
—Respira, esto dolerá un poco —me advirtió. Tomé un bocado de aire y apreté los puños intentando soportar el dolor, pero fue imposible.
—¿Por qué haces esto? ¿Por qué me ayudas? —comencé a preguntarle, de repente, de la nada, al ver como terminaba de curarme. Él se quedó callado durante unos minutos, seguía sin responder nada.
—Yo… —comenzó a hablar, con dificultad, miraba expectante por su respuesta. Se acercó más a mí, mucho más, sentí nuevamente su respiración cerca de mis labios. La habitación se envolvió en un silencio profundo y cada vez estábamos más cerca… Pero ¡Mierda! Mi maldito celular tenía que sonar en este maldito momento.
—Contesta —dice Justin siendo frío y cortante, mientras se levanta de la cama y se aleja de mí. Saqué el celular de mi bolsillo, miré la pantalla, era Erick. Al fin volví a la tierra, al fin despertaba de aquel sueño.
—Hola Erick —hablé a través del celular. Justin tenía sus ojos fijos en mí, quité mi vista rápidamente y miré mis manos, pero quería mirarlo a él nuevamente. Levanté mi mirada y de un momento a otro se había ido…