«Él es sensible y tan increíble, y todas mis amigas solteras están celosas. Dice todo lo que necesito escuchar, es como sí no pudiese pedir nada mejor. Abre la puerta y entro a su auto, y me dice “Luces hermosa esta noche” y me siento perfectamente bien. Pero extraño gritar y pelear, y besarnos bajo la lluvia, y son las dos de la madrugada y estoy maldiciendo tu nombre. Estás tan enamorado que pareces loco y esa es la manera en que te amo.»
Erick es como mi príncipe azul, me hace sentir cómoda, respeta mi espacio y me llama exactamente a la hora que dice que lo hará… Pero Justin hace que mi corazón comience a latir casi a mil por minuto con tan sólo dedicarme una mirada. ¿De qué estoy hablando? Es estúpido que empiece a sentir esto en tan poco tiempo.
El día pasaba lento. Sentí el timbre recordando que tengo que quedarme a limpiar y ordenar la biblioteca. Unas ganas inmensas por salir corriendo rumbo hacía la biblioteca se apoderaron de mí. Tomé mis cosas mientras me ponía de pie. Caminé lo más rápido que pude, sin hacerme daño en el tobillo, hacía mi casillero. Introduje la llave en la cerradura cuando sentí como suavemente susurraban “Hola” cerca de mi oído. Esa voz me hizo estremecer por completo, tanto así que los libros que tenía anteriormente en mis manos resbalaron cayendo de golpe al suelo.
—Justin —hablé mientras giraba quedando en frente de él— Me asustaste e hiciste que mis libros se cayeran.
—Lo siento —rió un poco mientras se agachaba para ayudarme a recoger los libros.
Me agaché también, quedando muy cerca de él, mi respiración se comenzaba a agitar lentamente. Como en cada película de amor, rozamos las manos al recoger los libros, pero las quité al instante mientras me paraba rápidamente.
Justin recogió todos los libros, los acomodó en mi casillero y puso una mano en la cintura para acomodarlos mejor.
—Gracias —dije en susurro, casi inaudible. Me sentí como en una galaxia, como en otro mundo. ¿Justin se dará cuenta de lo que me hace sentir cuando tiene su mano en mi cintura? Sentí millones de electrochoques en mi interior.
—No es nada —sonrió de manera dulce. ¿Había mencionado que su sonrisa es hermosa? Definitivamente lo es.
—Uhm —musité algo nerviosa, nuevamente me había perdido en sus preciosos ojos miel, quizás por minutos. Cerré fuertemente el casillero para despertarme y reaccionar.
—¿Vamos a la biblioteca? —pregunté mientras jugaba con mis dedos, si esta muy nerviosa.
—Ya te dije que no es necesario que vayas...
—Quiero ir —lo interrumpí en seco— ¿Vamos?
—Claro preci... —se calló— ______.
¿Fue idea mía o me quiso decir preciosa? De seguro deben ser ideas mías. No veo a Justin como el chico que trata a las chicas de preciosas.
—Vamos preci... digo, Justin —bromeé haciendo que soltara una pequeña risita de su parte.
—Que simpática —comentó mientras pasaba uno de sus brazos por encima de mis hombros atrayéndome hacía él. Ya se deben imaginar lo que ocurría dentro de mí.
Mi corazón se agitó, comenzó a latir desesperado, me sentía bien, a la vez nerviosa, pero me gustaba estar así. Su olor se impregnaba en mis pulmones haciéndome sentir mejor aún. Me sentía protegida en sus brazos, Justin era más alto que yo, pero... no lo sé, quedaba perfectamente a mi lado.
—Te quedaste callada, cuando te abracé…
—Es que nunca pensé que fueses así —confesé.
—Créeme que yo tampoco —confesó sin mirarme. No quise decir nada, sólo disfruté de aquel momento mágico. Llegamos a la biblioteca y no había nadie por lo que inmediatamente pusimos manos a la obra. De verdad, esto se veía duro, no creo que vayamos a terminar hoy.
—Es demasiado —musitó Justin mientras pasaba su mano izquierda por su cabello despeinándolo aún más. Fue un movimiento tan... lindo.
—Demasiado —respondí— ¿Empiezas por ese estante y yo por éste? —le propuse mientras los señalaba con la mirada.
—Está bien —me respondió con una sonrisa amable mientras se alejaba.
Me dirigí hacía el estante sacando todos los libros. Comencé a tararear una linda melodía de una canción la cual había escuchado hace unos días atrás y desde entonces no se me ha despegado de la cabeza, es tan pegajosa. Era como si estuviese viviendo una fantasía, nunca había pensado que pudiese estar así con Justin...