—¿Un secuestrador? —pregunté con una gran sonrisa mientras sentía cómo sacaban las manos de mi rostro y me daba vuelta para quedar frente a sus ojos verdes.
—Entonces, soy tú secuestrador —murmuró con una sonrisa. Me lancé a sus brazos aferrándome a él. A quién enserio me quiere y sé que nunca, nunca me haría daño. Confío plenamente en Erick. Las lágrimas comenzaron a salir nuevamente. Lloré en sus brazos, me sentía tan culpable. Erick había estado siempre ahí para mí y yo cómo una estúpida... estuve con Justin sin decírselo.
—¿Por qué lloras, pequeña? —preguntó preocupado.
—Te extrañé demasiado —mentí. Me sentía sucia, miserable y asquerosa— ¿Por qué no me avisaste que llegabas?
—Quería que fuese una sorpresa —sonrió. Y vaya que me sorprendió— ¿Vamos a conversar afuera, si?
Me tendió la mano para comenzar a caminar. ¿Por qué lo engañé? ¿Cómo pude? Él es perfecto, sensible, me entiende y es todo lo que quiero pero es tan diferente a Justin...
—¿Por qué estás tan callada? —preguntó mientras nos sentábamos en una banquita del patio trasero del colegio.
—Porque no puedo creer que ya estés nuevamente a mi lado —musité con una sonrisa fingida.
—Te juro que yo tampoco... Cuando estaba en Francia, no hubo momento que no pensara en ti. Parecía como una especie de zombie, por eso mis padres decidieron adelantar el viaje.
—Yo tampoco dejé de pensar en ti —creo que nunca había dicho tantas mentiras juntas.
—Casi se me olvidaba... El sábado hay una fiesta en casa de Harry —me contó Erick acariciando mi cabello.
—No creo que valla…
—¿Cómo qué no? Vamos, ______. Hazlo por mi ¿sí? —me rogó con una sonrisa preciosa.
—Está bien —accedí. Tenía que despejarme, alguna fiesta me vendría bien y no puedo decirle que no a Erick no después de todo lo que le he hecho.
—Ahora, tú me debes algo —me sonrió.
—¿Qué cosa? —pregunté divertida.
—Uhm, esto —se acercó a mí para depositar sus labios en los míos en un tierno y único beso. Me dejé llevar, aunque claramente no era lo mismo que sentía cuando besaba a Justin, era muy diferente. Continué el beso con Erick hasta que nos faltó respiración, por suerte. Abrí los ojos lentamente y ahí estaba él, mirándome con odio, ¿por qué tiene que hacerme esto? Justin estaba en la banca justo enfrente de nosotros, mirándonos, mejor dicho, mirándome a mí como si quisiese matarme. Corrí mi vista rápidamente a los ojos de Erick debido a que encontrarme con los ojos mieles de él me hacía más daño.
—¿Te ocurre algo? —preguntó.
—No, no —le respondí sonriente— Tengo que irme a clase. Tú sabes que ese profesor no nos permite llegar tarde.
—Okay, nos vemos luego —se despidió Erick dándome un leve beso en los labios para que yo luego fingiera una sonrisa. Me levanté de la banca junto a mis libros y empecé a caminar, pero me detuve al sentir como Erick gritaba mi nombre y corría junto con una hoja hacia mí.
—Se te cayó esto —dijo entregándome la hoja, la abrí ya que se encontraba doblada para ver de qué se trataba…