Capitulo 18

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Me quedé mirándolo, esperando una respuesta. Por un momento pensé que no iba a decir nada, cómo siempre lo hace. Pasó su mano por su sedoso cabello y me miró.

—No quiero que te pase nada —me contestó al fin. Le sonreí como estúpida al escucharlo decir eso. No quiere que me pase nada ¿acaso puede ser más perfecto? 

—Bueno —continuó— A lo que venía... No creo ir mañana al colegio, tengo que arreglar unos asuntos, así que... ¿Cómo haremos el trabajo que mandó Roark?

—No lo sé. ¿El sábado? Tenemos que entregarlo el lunes. 

—Okay. ¿En tu casa o en la mía?

—En tu casa —respondí. Quería conocer su casa, además no quería que mirara de nuevo mi habitación, que por cierto, es totalmente infantil.

—El sábado pasaré por ti a las doce. 

—¿Estás preguntándome o avisándome?

—Avisándote —respondió decisivo. 

—Está bien. 

Le sonreí. No sé cómo puede parecerme tan jodidamente atractivo que sea así de decisivo y fuerte, me encanta de alguna manera u otra. Nos quedamos mirando fijamente. ¿Por qué siempre me pasa esto? Sentí su respiración chocar por segunda vez contra mi rostro, tenía un olor que me estaba embriagando cómo una droga. Miré sus labios, sus perfectos labios me incitaban a besarlo, estaba segura de que besa cómo los dioses. Sólo unos milímetros de distancia nos separaban. 

¿Hice algo mal? Me pregunté a mi misma al ver como Justin se separaba repentinamente de mi lado, un poco confundido, pero dejándome en claro que no quiere besarme. Me da un beso en la mejilla y se va rápidamente...

(...)

Al fin era sábado, había sido una semana tan agotadora. Miré la hora en el reloj que estaba en mi mesita de mesa. Once y media, mierda, Justin viene a buscarme en media hora y yo ni siquiera me he duchado. Busqué mi ropa muy rápido y me metí en la ducha... Pasaron quizá veinte minutos y estuve lista. Nunca lo había hecho tan rápido. Arreglé mi bolso con unos cuántos libros que me han de servir más tarde. Miré el reloj nuevamente, dos minutos para las doce. Mi respiración se agitó al sentir el sonido de la moto de Justin, tenía un extraño presentimiento. Bajé las escaleras lentamente, por suerte mi madre no estaba en casa o si no me huviera interrogado. Cerré la puerta con llave, estaba un poco nerviosa y aún sentía esa presión en mi pecho de manera extraña. Allí se encontraba él, al lado de su moto, completamente perfecto, luciendo un atuendo perfecto. Me mostró una cálida sonrisa y yo se la devolví. Comencé a caminar hacia él, esas cosquillas en mi estómago aparecieron de nuevo al sentir cómo besaba con suavidad mi mejilla. El aire se escapó de mis pulmones. Lo miré a los ojos y él hizo lo mismo. 

—Te... ves... te ves hermosa —dice algo apenado entrecortando sus palabras. Sentí cómo mis mejillas comenzaban a tornarse de un color rosado o quizá rojo. Él causaba esa sensación en mí. 

—Gracias —contesté bajando mi mirada. Parecemos dos niños de cinco años que se enamoraban por primera vez. Parecemos, porque sé que ninguno de los dos está enamorado del otro.

—Amo cuando haces eso.

—¿Qué cosa?

—Sonrojarte —acomodó un cabello detrás de mi oreja— Creí que las chicas ya no se sonrojaban por nada… ¿Vamos? —me tendió su mano para ayudarme a subir a la moto. —Afírmate de mí ¿sí? —me ordenó algo suave. Aceleró rápidamente, esto era realmente fabuloso, podía sentir la fragancia de Justin adentrándose en mi interior. Era cómo llegar al cielo sin despegar del suelo.

 

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