Han pasado dos días desde el ataque. Una luna grande y llena brilla como un faro iluminando la noche. Mantengo mis ojos en ella intentando despejar mi mente pues todavía hay una parte de mí que duda sobre si salvar al lobo pardo fue una buena idea o, por el contrario, algo de lo que me arrepentiré después.
Los lobos encargados de vigilar la línea fronteriza parecen haberse duplicado y Ojos azules ha tenido que estar saliendo más a menudo para cumplir su deber. No puedo evitar sentir preocupación cuando desaparece entre los árboles al pensar que, tal vez, la próxima vez que lo vea, su sangre estará tiñendo la tierra bajo mis pies.
Ahora que la nieve se ha fundido y el invierno parece haber regresado a la caja de dónde tardará en salir, mi gente ha empezado la temporada de caza. Lo extraño de todo es que parecen haberse acercado demasiado a territorio de lobos y eso sólo hace que me preocupe todavía más.
Cuando bajo la mirada del cielo nocturno surcado por miles de estrellas me sorprendo al encontrar a Vhalo al otro lado de la hoguera. Unas pocas ramas secas que arden con un fuego bajo. El humo se pierde en la noche y su luz apenas consigue atravesar la primera línea de árboles que conducen al bosque, por lo que no podría delatar nuestra posición ni aunque quisiera. A través de las llamas vislumbro su pelo ahora anaranjado por el reflejo.
— ¿Sabes? Pensé en dejarlo morir —suspiro con cansancio. Es muy tarde ya y debería entrar a la cueva a dormir un poco, pero sin Ojos azules a mi lado como fuente de calor es difícil conciliar el sueño —. Creo que eso me convierte en una mala persona.
Sus patas se desplazan de forma lenta rodeando el pequeño fuego. Como un sistema perfectamente engranado, los fuertes músculos de su cuerpo se mueven al compás haciendo que incluso esa simple acción me deje fascinada. Se sienta a mi lado con mis ojos todavía en él. Las yemas de mis dedos pican con la necesidad de tocar su pelaje. ¿Será tan suave como el de Ojos azules o por el contrario la aspereza de su tacto me resultará incómoda? Inconscientemente elevo mi mano, pero justo a un suspiro de distancia, cuando me doy cuenta de lo que estoy haciendo, me detengo. Mis dedos se encogen mientras mi corazón se acelera inquieto. No debería haber hecho eso. No tengo ningún derecho a tocarlo.
Contengo la respiración cuando es él quien alcanza mi mano suspendida en el aire. Al sentir su hocico ligeramente húmedo contra mi piel, las esquinas de mis labios se elevan. Cualquier duda o preocupación que surcaba mi cabeza desaparece y sólo somos yo y el gran lobo blanco que me permite por primera vez la simpleza de tocarlo.
Dudosa deslizo mis dedos por el lateral de su rostro lobuno hasta detenerme junto a sus cicatrices.
— Me gustaría pensar que las obtuviste luchando para conseguir tu puesto como líder de la manada, pero por su forma alargada me inclino a creer que las recibiste cuando apenas eras un cachorro.
Con valentía delineo el borde de una de ella desde el origen hasta el final al otro lado de su rostro y trazo la siguiente, paralela a ésta, de vuelta.
— ¿Por qué te harían algo así? —murmuro a la vez que de forma suave mi pulgar roza la lesión también antigua bajo su ojo izquierdo.
Concentrada en las cicatrices no me había dado cuenta de que Vhalo había cerrado los ojos y, cuando vuelve a abrirlos, sus pupilas parecen haberse convertido en dos pozos negros que empujan al rojo rubí a su periferia. Temiendo que si comento algo sobre ello se vaya como ocurrió en el riachuelo, decido ignorarlo y disfrutar de este insólito momento.
Como esperaba su pelaje blanco entre mis dedos no es tan suave como el de Ojos azul, parece como si los años y el esfuerzo lo hubiesen endurecido, pero aun así soy incapaz de dejar de acariciarlo.
A pesar de que él no parece incómodo con mi toque sino más bien todo lo contrario, decido no tentar a mi suerte con la esperanza de que pueda repetir esto otro día. Pesarosa retiro mis dedos ante su atenta mirada pues es tiempo de volver a la realidad.
— Creo que mi pueblo se ha acercado tanto al borde de vuestro territorio porque os considera peligrosos —los ojos de Vhalo se endurecen al escucharme —. Probablemente piensen que estoy muerta y que fuisteis vosotros los causantes de ello.
Si Vhalo no hubiese aparecido aquel día apartando al lobo parto que yacía sobre mí intentando despellejarme, no se equivocarían. Creo que él sabe lo que estoy pensando cuando, al yo apartar la mirada, gruñe en respuesta.
— Tal vez si vieran que estoy viva y en buenas condiciones... —pues no perfectas ya que las cicatrices que surcan la piel ligeramente morena de mis brazos son una prueba contraproducente para mi defensa —... tal vez no volverían y os dejasen en paz.
Su cuerpo parece tensarse al comprender lo que insinúo. Me encantaría pasar más tiempo con Ojos azules y mantener esta extraña sensación de calma y comodidad que me invade cada vez que Vhalo está cerca, pero no puedo ser egoísta si volviendo a casa puedo garantizar la seguridad de la manada.
Vhalo se incorpora sobre sus cuatro patas y se acerca peligrosamente a mí. Sus intenciones no parecen amigables y me encojo preocupada por su reacción. Un sonido extraño crece desde el fondo de su garganta y no se detiene.
Las lágrimas llenan mis ojos y en un impulso me lanzo contra él. Cualquiera pensaría que estoy loca por aproximarme tanto a un lobo enfurecido, pero mis actos no parecen tener ni una migaja de razón. Lo envuelvo entre mis brazos y lo abrazo con fervor. Presiono mi rostro contra su cuello y cierro los ojos sintiendo el calor que desprende.
— Sshh —intento calmarlo mientras bajo mis dedos todo su cuerpo parece vibrar —. Me quedaré algún tiempo más. Un poco más...
Poco a poco, la vibración parece disminuir contra mi cuerpo e incluso después de terminar continúo rodeándolo con mis brazos pues la sensación que comprime mi corazón me deja sin voz ni voluntad.
Tengo que decirlo... Me encanta este capítulo. A pesar de ser corto me costó bastante escribirlo, pero estoy satisfecha con el resultado. Espero que os guste ;)
¡Gracias por leer!
Próximo capítulo... Viernes 26 de enero.
ESTÁS LEYENDO
Señora de los lobos © #1
WerewolfMi insensatez e imprudencia casi me cuestan la vida en territorio dominado por lobos. ¿Quién pensaría que hay algo de compasión en su naturaleza animal? ¿O es que acaso hay mucho más oculto tras sus garras y fauces? Ahora estamos enlazados de una fo...